-Quisiera invitarle otra copa, señorita- exclamó un joven apuesto que había estado coqueteándo con Celetes toda la noche.-Tal vez podríamos cenar y que me cuentes más de tí. -Gracias por la copa, pero en este momento no estoy buscando nada- respondió apenada- Lo siento. El muchacho parecía amable, había estado observándola tímidamente toda la noche, había halagado su show y hasta se había interesado por ella de forma genuina, respetando su espacio como todo un caballero. Pero aún así, aunque podía ser su tipo de hombre, la joven no sentía nada en su corazón, ni una chispa de emoción. No podía evitar pensar en Thomas, como si de alguna forma lo estuviera traicionando. -¿Hay alguien más ocupando ese corazón?- -Lo es…- respondió con las mejillas rosadas- Lo siento… -No te preocupes, linda- respondió sonriente- Dile a ese hombre que es un afortunado y más le vale que te cuide- respondió seriamente. -Se lo diré- sonrió de forma melancólica, dejando la mesa del sujeto, envidiando inte
-No, no y no- exclamó Danny, cruzándose de brazos. -No te estoy pidiendo permiso Danny- respondió Celeste- Si no quieres participar no voy a enojarme. Pero yo voy a hacerlo de todas formas. -Lo que Danny quiere decir es que es muy peligroso Cele, no sabemos lo que ese hombre podría hacerte si descubre que quieres robarle algo su caja fuerte- exclamó Krystal, estando esta vez de acuerdo con el hombre. -Lo sé, sé que es peligroso, sé que corro un gran riesgo. Pero Thomas está en la cárcel por un crimen que no cometió, no quiero que viva encerrado igual que mi padre- exclamó con los ojos llenos de lágrimas. Krystal y Danny se miraron entre ellos- No podemos dejarla sola- murmuró la mujer. -No va a estar sola, yo voy a ir con ella- exclamó Bruno, posando su mano en el hombro de la joven- No voy a dejar que nada le pase- -Lo siento muchacho, se que realmente dices la verdad, pero aún así tu solo no creo que sea suficiente- exclamó Danny- Está bien- suspiró derrotado- Vamos a seguir tu
Celeste observó el nombre que aparecía en la pantalla de su teléfono “Cesar Cáceres” Mientras esperaba a que el hombre tomara la llamada. Trató de mantener la calma, lo que menos quería era que notara su miedo, tenía que sonar convincente si quería que el plan funcionara como había planeado. Finalmente, luego de lo que se sintió una eternidad, el CEO levantó la llamada- ¿Ángel?- dijo con la voz ultratumba, haciéndole erizar la piel de la nuca. -Hola, señor Cáceres- dijo en un intento de voz melosa- -Pensé que jamás volvería a escuchar tu dulce voz- siseó desde el otro lado- ¿A que se debe esta agradable llamada? -Yo…- Celeste tomó aire y trató de calmar su voz temblorosa- No he podido dejar de pensar en tí… -Oh… suele suceder- dijo comprensivo- Supongo que después de todo finalmente te diste cuenta de que tenía razón.- dijo divertido- Yo te dije, ese hombre era peligroso, el tiempo me dio la razón. -Si…- dijo apretando con fuerza el móvil en su oreja- Debí escucharte, lo siento.
Han pasado seis meses, nadie le había dicho que sería fácil poner tras la rejas a César, no solo se convirtió en el escándalo del año cuando los periodistas captaron imágenes de la patrulla que se llevó detenido al magnate de los automóviles, sino que también se filtraron imágenes de su padre y ella que salieron en todas las noticias. Trató de ocultarse lo mejor posible de los medios, refugiándose en sus amigos que siempre estuvieron pendientes de ellos. Contrataron un abogado, el mejor de todos gracias al dinero de Matias, hasta Tati ayudó al abogado defensor en todos los trámites y todos estaban orgullosos de él. Después de todo, gracias al futuro abogado habían conseguido acusar al criminal. El tiempo pasó, y aunque temieron que César se saliera con la suya una vez más, el peso de los medios le jugó en contra, especialmente cuando los familiares de las víctimas de César también se animaron a testificar, y no solo ellos, sino también los testigos falsos que habían sido amenazados p
Celeste atravesó las rejas del gran edificio gris y triste. Los guardias de la entrada la saludaron con un asentimiento en la cabeza, no necesitaron pedirle su identificación, todos los empleados de la cárcel estaban acostumbrados a ver a la jovencita a veces más de una vez al mes. -¡Hola linda!- saludó una de las empleadas más antiguas del lugar. -Mari...- sonrió resplandeciente la joven, acercando al mostrador un gran tupper de plástico- Esta vez son de limón, sé que las de chocolate de la última vez no te cayeron muy bien. -Eres un ángel querida, dale pasá, tu papá ya está esperando ansioso en la sala de visitas. La joven pasó a través de la segunda reja, se dejó revisar como protocoloco por los guardias que le sonrieron y entró a la sala de visitas. Allí había muchas mesas pequeñas con una silla de cada lado. Había muchas familias visitando a los presos. Esposas, madres, familias enteras con sus hijos. Celeste buscó con sus grandes ojos pintados como el cielo a su padre, sonr
Apenas podía verse la cabellera negra de Thomas de Anchorena por sobre la pila de expedientes que se acumulaban en su escritorio. Había pasado todo el día hasta que bajó el sol revisando las ganancias del mes de la nueva sucursal automotriz que había inaugurado en Argentina de su empresa “AM” y que sus padres le habían confiado al 100 por ciento para que él se hiciera cargo y demostrara que era un líder nato. Por ello, todo tenía que cerrar perfecto. Escuchar los golpecitos en su puerta sólo incrementó su nerviosismo y sus ganas de mandar todo a la mierda. Ignoró el llamado, quizás la persona que estaba del otro lado entendería la indirecta y se marcharía sin insistir. La puerta se abrió de golpe arruinando su paz. -¡Lo siento señor de Anchorena! ¡Trate de detenerlo!- gritó su secretaria. Thomas no tuvo que asomarse por sobre los papeles para saber que Bruno había sido el descarado que había entrado a su oficina sin permiso. -Está bien Nancy, no te preocupes, pero la próxima lla
“¿Cuanto por un privado?”“Realmente no lo había pensado, en realidad jamás creí que llegaría tan lejos.” Pensó la rubia. -¿Qué tal unos 500 dólares muñeca?- preguntó suavemente aquel misterioso hombre, quien no había alejado sus ojos jade del ángel. La joven no pudo evitar que su rostro se contorsionara en una expresión de incredulidad al escuchar ese monto, estaba segura que sus compañeras no cobraban tanto la hora de baile privado.Sentía que lo estaba estafando si aceptaba esa oferta, quizás era un sujeto ingenuo o hasta desesperado, pero el rostro del hombre demostraba seguridad, como si para él solo fuera un vuelto y quizás la ingenua era ella. -¿Qué dices?- insistió Thomas extendiendo su mano hacia la rubia, deseando agarrarla y no soltarla más, temiendo recibir un “no” por respuesta. Celeste observó la palma extendida hacia ella y solo pudo pensar en Tati y en sus medicamentos, acercó lentamente su pequeña mano hacia la de quien sería su primer cliente, pero sus dedos no l
Celeste y su jefe se quedaron por un segundo mirando la puerta abierta por donde había salido aquel hombre que había irrumpido en sus vidas como un tsunami que arrastró con toda su tranquilidad. -¿Porque hiciste eso?- finalmente habló la rubia, con el rostro rojo de la vergüenza y la impotencia. Su jefe se giró hacia ella aun con el ceño fruncido, pero lo aflojó a una mirada pasiva cuando vio aquellos ojos celestes que jamás habían sido suyos porque siempre había sido un cobarde. -No tienes porque hacer esto, Celeste…- dijo mucho más tranquilo, volviendo en sí. -Necesito el dinero…-Sabes que yo…-Dany…- lo interrumpió- No quiero escuchar más que tu puedes ayudarme- exclamó furiosa, luego miró como su jefe bajaba la mirada y suspiró agotada- Sabes que jamás voy a poder compensar todo lo que tú y tu padre me han ayudado todos estos años, han sido mis ángeles de la guarda junto con Kristal, pero ya no soy una niña sin hogar- dijo con un tono dulce, acercándose más a su viejo amigo-