COLETTETengo sed, eso es lo que me hace remover inquieta sobre la superficie blanda en la que me encuentro, me toma un segundo imaginar que todo fue un sueño y que estoy viviendo mi vida con Killian, pero tan pronto como eso sucede, las imágenes de la fiesta de cumpleaños de Lanai, vienen a mi cabeza y el dolor en mi pecho me obliga a abrir los ojos de golpe. —Roan —susurro.Me incorporo con un sabor amargo en la boca, alguien me ha inyectado, alguien, no le vi el rostro, pero me pinchó en el cuello, llevo mi mano hasta donde siento una pequeña punzada, es ahí que me doy cuenta de que Killian, mi bebé, está a mi lado, durmiendo, por un momento pienso que se trata de una mala broma de Roan, pero al no sentirme familiarizada con el entorno, entro en pánico. Me pongo de pie, tengo puesto el mismo vestido y hago de todo por intentar salir, es imposible, los vidrios de las ventanas no se rompen y la puerta no se abre, es como si me hubieran encerrado en una jaula de pájaros irrompible.
COLETTEMe congelo con lo que me acaba de decir, siento que las piernas se me debilitan, que el aire me falta, todo me da vueltas y no sé si pueda lograrlo, se requiere de todo mi esfuerzo para que pueda tomar asiento en uno de los sofás que sirven de adorno. Killian viene a mi mente, su sonrisa, sus ojos, su carita cuando está feliz o cuando algo le molesta. Su voz, mis ojos se llenan de lágrimas que me niego a derramar, porque eso solo significaría que él me lo puede quitar, las pruebas están, no hay marcha atrás. —No puede ser, esto… yo… —mi voz tiende de un hilo. No encuentro las palabras exactas para describir lo que siento, es como un golpe al estómago, el miedo corre por mis venas y solo tengo deseos de salir corriendo de este sitio. Cole se me queda viendo, estudiando cada uno de mis movimientos, como si fuera a hacer algo en contra suya. —Killian es mi hijo, no hay dudas de ello —dice más para él mismo—. Debo admitir que me sorprendió mucho, pero en cuanto lo vi en foto,
ROANHan pasado dos malditos días desde que se llevaron a Colette y a Killian, desde que Lanai desapareció igual que en el pasado, Angela me mandó los documentos y todas las pruebas que necesitaba para saber y darme cuenta de que ella todo el tiempo estuvo vendiendo a la organización y mi cabeza, a la mafia griega, no sé en qué momento ocurrió su romance con Cole, pero me da rabia pensar que esa arpía hizo que dudara de lo que siento por la madre de mis hijos. Esto no se puede quedar así, la mujer que amé con locura, por la que estuve dispuesto a hacer cualquier cosa para poner el mundo entero a sus pies, amó a otro, a mi enemigo, ella estuvo de acuerdo con él en todo este tiempo, es ella la carnada y yo como idiota caí en su trampa, ahora la tienen y no puedo hacer nada. Camino de un lado a otro, he ideado muchos planes para poder localizarla, debe odiarme, las imágenes de ella viendo como se dio cuenta de que estaba follando a Lanai, hacen que una sensación que quema en el pecho,
COLETTEPara cuando despierto, me siento un poco mejor, a mi lado descansa Killian, quien parece ser que no se ha apartado de mí en todo este tiempo que estuve inconsciente, mi bebé se remueve inquieto y se vuelve a acomodar mejor, estoy dentro de la misma habitación, corro al baño al sentir los deseos de vomitar y eso es lo que hago. Paso un buen tiempo haciéndolo hasta que me lavo los dientes y para cuando regreso, Killian ha despertado. —Bebé —le doy un beso en la mejilla—. ¿Estás bien? —Tengo hambre —pide. —Yo también, esperemos un poco más. —¿Por qué nos han encerrado? ¿Hicimos algo malo? Mi corazón se estruja, verlo con esa mirada cargada de incertidumbre hace que me sienta como la peor madre del mundo, por exponerlo a esta clase de peligros, nada hubiera pasado si no hubiera seguido a Roan aquella noche y verlo follando con Lanai, nada de esto estaría ocurriendo, solo espero que estos recuerdos no permanezcan en la memoria de mi hijo. —No hicimos nada malo, es solo que…
COLETTEMiro con ojos extraños al doctor que trajo Cole para una revisión, anota algo en su portapapeles para luego cruzar una mirada cómplice con el padre de Killian, después de los mareos y de las náuseas, agradezco que siquiera se tome la molestia de pedir ayuda médica para mí, algo que dudo haría, si no fuera la madre adoptiva de Killian. —¿Cómo se encuentra? —pregunta Cole en un tono despectivo. —Bien, es normal que sienta náuseas, mareos, e incluso desmayos, es parte del sistema de la mujer cuando está embarazada, aquí le dejaré un medicamento que no afectará al embarazo, es para mejorar y hacer menos frecuente esto —dice firmando algo en una hoja, misma que luego da a Cole. Este la mira con detenimiento, pero no dice nada más. El doctor me explica algunas cosas que yo ya sé, soy doctora general, así que tengo una idea de lo que me pasa y como tranquilizarme. Pero callo, es lo mejor en estos casos.Cuando se va y nos encontramos a solas, le da la hoja a uno de sus hombres, pi
COLETTEMiro la ciudad por debajo, luego de que saliéramos, Cole no quiso ir en auto, cosa que me pareció innecesaria, pero callo sintiendo su mirada todo el tiempo sobre mí, cada segundo que transcurre sometida en este silencio turbulento, hace que me quiera aventar al precipicio, si no tuviera hijos, lo haría, metafóricamente hablando. —¿Por qué lo hiciste? —pregunta de repente. Sé a lo que se refiere, pero no quiero mirarlo, si lo hago, una de las barreras que tanto trabajo me ha costado poner entre los dos, se derrumba. —¿Por qué decidiste venir? Roan es uno de los hombres más inteligentes que conozco, y él tiene razón, Killian no es tu hijo, no es tu sangre, en cambio, los gemelos Fiore, lo son —sus ojos se clavan en mi vientre—. Contando que estás esperando otro Fiore. Junto mis manos sobre mi vientre, como si eso pudiera proteger a mi bebé de lo que este hombre es capaz de hacer. —Ya te lo he dicho, y lo diré hasta que entiendas, Killian es mi hijo, desde que me enteré de
COLETTELos odio. Es el pensamiento que no me deja desde que me han encerrado en este sitio, me han obligado a vestirme con un vestido entallado, oscuro, escotado, no dejo de caminar de un lado a otro, esperando la guillotina, ambos mafiosos me han engañado, no tienen palabra para mí, Roan me metió en esto, si me hubiera dejado ir con mis hijos cuando supimos todo, nada de esto estaría pasando. No tengo idea de en dónde está Killian, y el recuerdo de su cara llena de horror cuando me llevaron y me alejaron de él, me pasa por la cabeza una y otra vez, haciendo que mi deseo de llorar vaya en aumento, me tienen encerrada en una habitación vacía, de la nada, la puerta se abre y entra un hombre de Cole, con mi hijo. Este corre a mis brazos y lo abrazo con fuerza. —No quiero que me dejes —suplica. —No lo haré —le prometo. —Papá dice que me vas a dejar —solloza y se me parte el corazón. Cole entra y nos observa con molestia, ¿qué le sucede? Es como si la versión que me mostró de él, no
ROANHORAS ANTESRabia, eso es lo que siento cuando veo las fotos que me ha mandado Cole, no tiene remitente, pero no hace falta ser muy listo para darme cuenta de que la obligó a hacerlo, pero eso no quita el hecho de que ella haya estado sentada sobre sus piernas y de que el hijo de perra la estuviera tocando, besando, esto es lo que sintió ella cuando me vio follando con Lanai, y es una mierda, solo tengo deseos de asesinarlo. Veo cada una de las fotos y las voy quemando, porque tener esto es como una tortura personal, como algo que no quiero volver a ver, si lo hago, el mundo arderá y destruiré la pirámide dela mafia con mis propias manos. —No te molestes, no tiene caso, no hay nada que puedas hacer por ahora —me dice Renzo. Él tiene toda la razón, el problema es que ya nunca me podré sacar de la mente, estas imágenes. Me pongo de pie, me sirvo un trago con la intención de que esto acabe de una vez por todas, de que la desazón se me desaparezca, pero al parecer la reacción es p