COLETTE BAKER No puedo distinguir su rostro con claridad, la oscuridad que nos rodea hace imposible la tarea, sus manos recorren mi cuerpo con ansia animal, el latir de mi corazón se eleva con el paso de los segundos, sus besos son regados por cada espacio de mi piel y justo cuando siento que todo será lento, no lo es, la embestida final que rompe la barrera hace que grite de dolor, me aferro a sus hombros en un momento de escape. Estoy tan aturdida con las olas de placer, que me cuesta detener su ritmo. —Me duele —me quejo. —Shhh —es apenas un susurro débil que no distingo. Entra y sale de mí en medio de un vaivén de emociones, jadeo mientras me penetra hasta que termina por correrse en mi interior. Dejándome llena y feliz, porque le amo, porque Harvey es todo lo que necesito en esta vida. 9 MESES DESPUES El agudo aguijón que atraviesa mi pecho, comprime el aire a mi alrededor y lo convierte en una sofocante neblina. —No lo dirás en serio, Harvey —mi voz tiende de un hil
COLETTE BAKER El hombre se gira dejándose caer más sobre el suelo, está apenas consciente, limpió la herida y comienzo con la extracción de las balas, luego de detener un poco el sangrado, toco su frente y siento su piel ardiendo como lava. —Tienes fiebre, esto ayudará, pero necesitamos llevarte al hospital, soy doctora, tranquilo —balbuceo. Intento alejar mi mano de su toque y noto que levanta su mano, envolviendo la mía con la suya, sus ojos penetrantes se anclan en los míos, sus pupilas están dilatadas y sus labios secos. —Lanai… —susurra en tono hosco. —Te pondrás bien —miro a mi alrededor—. No tengo anestesia, por lo que dolerá. Mi mano tiembla un poco, cierro los ojos y respiro profundo, lo he hecho miles de veces, tranquila, comienzo con un corte recto con el bisturí, extraigo lo que queda de una. —Estás embarazada —su voz suena hueca y pastosa. Él observa fijamente mi enorme vientre. —Soy médico, tranquilo, sé lo que hago —le aseguro terminando. Él no volvió a quejar
COLETTELos recuerdos del día en el que me casé, vienen a mí como si fuesen memorias de un pasado lejano, uno en el que me duele recordar que por un solo segundo fui feliz al lado del hombre que mi tío Norman, creyó que era el indicado para mí. Todo mi cuerpo me duele, me siento entumecida, lo mismo que la mujer más estúpida del planeta, es el único sentimiento al que me aferro, lentamente abro los ojos, ahora soy como un lienzo en blanco, poco a poco, esa nada de la que tanto hablaba cuando era niña y perdí a mis padres, se transforma en una neblina a mi alrededor, la misma que después se transforma en oscuridad. Lamo mis labios con parsimonia, poco a poco mi entorno se registra en mi mente, las paredes blancas, el olor a hospital que me resulta tan familiar, es una mezcla entre blanqueador y antiséptico, la sola palabra me resulta complicada, el recuerdo de aquel hombre en el callejón, estaba herido, le saqué las balas, luego regresaron esos hombres vestidos de negro e intentaron
COLETTEGrandes manos se mueven a mi alrededor, tocando mi cuerpo, pierdo la lucha de abrir los ojos al instante, las emociones giran dentro de mí, el aire es tan sofocante que me quema la garganta. Mis articulaciones se desgarran y todas las imágenes vienen a mi mente como un estallido de guerra. —La perderemos si no despierta —escucho una voz femenina. —Estará bien —la voz ronca que le sigue hace que me desespere. Siento un vacío en mi interior, uno que no es llenado ni por mis miedos aflorados en ese justo instante. —¡La perdemos! Dolor y entumecimiento, estoy cansada, me dejo llevar por la suavidad de un par de garras invisibles y gélidas. —¡Se nos va! Traigan el desfibrilador.—¡Doctor! Todo me da vueltas, me pierdo de nuevo en medio de esa densa neblina hasta que poco a poco mis párpados se abren lentamente y observo mi entorno, estudiando cada cosa que aparece ante mi mirada perdida. A lo lejos, el llanto de un bebé me devuelve a la realidad y me saca de mi sueño, incorp
COLETTETRES AÑOS DESPUÉS.Meto las últimas cosas que me faltan en la maleta, el vuelo que me espera es largo, pero amo mi trabajo y quiero hacer lo mejor. Han pasado tres años desde que perdí a mi hijo, tres años en los que mi vida ha dado un vuelvo enorme, algunas cosas cambiaron, como el hecho de que ahora viva en Inglaterra y no en Italia como había tenido planeado. A las primeras semanas de mi estancia en ese país, intenté sobrevivir, pero mi tío un día solo hizo una llamada que me obligó a cambiarme de país, así como de apellido, ya no era una Baker, sino, una Jane, como el apellido de soltera de mi madre. “¡Maldita insensata! Regresa ahora mismo, tienes que estar con tu marido, o juro, que si no regresas por tu propio pie, yo mismo te traeré a rastras, no puedes hacernos esto”Esas fueron las palabras de mi tío que me impulsaron a abandonar Italia y buscar refugio en Inglaterra, en donde había estudiado años atrás la universidad, gracias a una beca que me gané por mis propios
COLETTEEn cuanto abrazo al hombre, me aparto de él, mirando por encima de mi hombro como Harvey se aleja y ya está incluso caminando al lado con la rubia, quien el reclama algo, él solo niega con la cabeza, vuelvo a llenar de aire mis pulmones, sintiendo que las cosas van mejorando, puede que creyera quién era, pero al ver que abrazaba a otro, se retractó, borrando de su mente cualquier idea de que estuviera de regreso. —Lo siento mucho —me repongo y pongo distancia entre los dos. El tipo es alto, delgado, pero fornido, su cabello negro como la tinta, y un par de ojos grises como el humo, intensos, oscuros, su mirada es cruda y de pronto me siento demasiado intimidada. —No lo vuelva a hacer —su tono denota un tinte de autoridad que sella mis labios. —Le pido de nuevo, una disculpa, lo confundí con alguien —miento ajustando la correa de mi bolso. —Bien. El jefe me ha mandado por usted, espero que pueda ayudarlo. —¿Él lo ha mandado por mí? No era necesario, pude haber venido por
COLETTEMe quedo en silencio, escuchando cada una de las acusaciones de la mujer que se me presenta al frente, la rubia de ojos azules me fulmina con la mirada, el odio que emana de su mirada es tanto, que eriza mi piel. El ambiente se convierte en una nube brumosa que me deja sin aliento, retrocedo un paso. —Angela, comportate a la altura de una Fiore, no es ella —la voz de Renzo me saca de mi ensimismamiento. La mujer relaja las facciones de su rostro, sus hombros caen, sus ojos vuelven a recorrerme con estudiada intención, aparta el cabello rubio que cubre su pecho y se cruza de brazos, optando por una postura rígida pero más serena. —Ella es Angela Fiore, la hermana menor de Roan —habla Renzo y asiento. —Un placer —recupero mi voz—. Soy… —No la quiero aquí —me interrumpe rechinando los molares. Bajo la mano que había estirado para saludarla, frunciendo el ceño busco la ayuda de Renzo, quien se le queda mirando de un modo que no sé descifrar. —Eso no lo decides tú —espeta co
COLETTEEl corazón me late con fuerza descomunal, mis sentidos caen en picada y los recuerdos del pasado vienen a mí como memorias casi fotográficas que mi mente ha estado guardando todo este tiempo, el tiempo se detiene a nuestro alrededor, siento que el contacto con su cuerpo quema mi piel, poco a poco aflojo el agarre en su brazo, en especial porque ahora su mirada es amenazante como el infierno. El aire se me atasca en la garganta y me encuentro siendo incapaz de articular una sola palabra. No, no puede ser él, me parece que estoy divagando, como no parece tener la intención de decir nada, espabilo y regreso a esta nueva realidad que casi me saca de mi meta. —Lo siento —trago grueso—. Lo he confundido con alguien más. Le ofrezco una sonrisa sincera, pero él parece que no le agrada porque enseguida entrecierra los ojos, luego le lanza una mirada desafiante a Renzo y se aparta de mí con un movimiento brusco. —Yo me encargo esta vez, Colette —anuncia Renzo a mis espaldas, preparad