COLETTETenso el cuerpo, no quiero estar conviviendo con su amante de cada noche, él no deja de recorrer mi cuerpo con esa mirada tan extraña y ella de sonreír con satisfacción, como si hubiera ganado una batalla de la que no estoy enterada. —¿Podemos hablar un momento a solas? —pido a Roan. Él observa la hora en su reloj de mano. —No creo que sea posible…No espero a que diga más, simplemente me dirijo a su oficina, siento y escucho sus pasos detrás de mí, entro y enseguida lo hace él, cerrando la puerta a sus espaldas. —¿Qué sucede? —me pregunta con un brillo intenso en los ojos. —Sé que ella es tú… no sé cómo llamarlo, te la follas y todo eso —mis mejillas arden—. Pero no quiero que ir a ningún lado con ella, no somos nada, y sé que no tengo el derecho de pedirte nada, pero si voy a fingir ser tu esposa, por lo menos finge que me respetas. —Ella va a ir y punto, eso no está a discusión. —Bien —me quito los aretes horribles que combinan con el atuendo—. Entonces me quedo, por
COLETTEUn escalofrío recorre mi espina dorsal sin que pueda hacer nada, la falta de aire comprime mis pulmones y necesito de todo mi esfuerzo para retroceder y marcharme de ese sitio, es por eso que tenía tanta urgencia por irse, porque quería follarla con esos tipos, las náuseas me atacan de nuevo y las manos se me hielan, es la maldición que suelta el padre de mis hijos lo que me hace reaccionar. —Maldición. Giro sobre mis talones y me marcho lo más rápido posible. —¡Colette! Duele. ¿Por qué es que duele si no somos nada y si no lo amo? Trago grueso aun con el nudo que se ha formado en mi garganta. Roan no deja de gritarme una y otra vez hasta que aumento la velocidad, no tengo la mínima intención de esperar a que me diga más cosas o excusas como las de siempre. —¡Renzo! Doy un respingo, la gente a nuestro alrededor se nos queda viendo, localizo a Renzo al otro lado de la pista, me escabullo entre la gente con ganas de llamar a un taxi que me lleve hasta la mansión y encerra
ROANHORAS ANTES—Debes hacer algo —la voz de Renzo me saca de mi ensimismamiento. Levanto la mirada y lo observo, él está más preocupado por esto que yo, me siento furioso, tenía un plan, uno que se fue por la borda en cuanto Colette decidió seguirnos y ver lo que vio, sus ojos se llenaron de agua que no derramó, pero eso fue suficiente para que me diera cuenta del dolor que destelló en ellos al pensar en cosas que no son lo que parecen. Pero mi rabia va más allá de eso, y es que no quiero desviarme de mis objetivos por ella. Colette ha demostrado tener un poder sobre mí, que ninguna mujer lo ha tenido antes, ni siquiera Lanai, y ahora estaban en juego muchas vidas, incluyendo las de mis hijos. Ella es una distracción para mí en estos momentos. —Lo sé. —Ella era el objetivo, no tú —dice lo mismo que pienso—. Cole no es un griego cualquiera, no es un hombre que se vaya por las ramas, es tan calculador como tú, el punto es que cualquiera puede pensar que quiere lastimarla por ser t
COLETTEMe remuevo inquieta, despierto con una especie de desazón en el pecho, algo se ha fracturado y no comprendo bien de qué va, pero algo me dice que esto me ahoga con el paso de cada segundo, me meto a la ducha y saliendo, suelto un grito al ver a Roan entrando a mi habitación, me preparo para pedirle que se marche, pero me detengo, al algo extraño en su mirada. Sus ojos azules parecen sin vida, no me mira, solo se sienta en la orilla de la cama mirando un punto invisible en la nada del piso, respiro profundo, me acerco a él, algo está mal, lo siento, lo respiro. —Roan —susurro su nombre con temor. Él levanta la mirada. —Nicolo Fiore murió anoche —dice en tono gélido, cargado de odio. Eso hace que baje mis defensas, porque se trata de su padre, así que me acerco a él dejando de lado todo el cúmulo de emociones que estalla dentro de mí. —Lo siento mucho —musito colocando mi mano sobre su hombro. —Es lo que es, solo quería avisarte que el funeral es hoy, toda la gente de la
COLETTEEl corazón me late con demasiado frenesí, el agua corre por todo mi cuerpo y las manos masculinas que me apretujan los pechos, hacen que me sienta débil. —Shhh, soy yo —Roan besa mi cuello. No hace falta que me lo diga, lo siento, siempre ha sido así desde que llegué. Un suave gemido brota de mi garganta cuando me aplasta contra la pared, mis pechos quedan expuestos por la superficie plana. —Joder, eres tan adictiva, Colette —sus manos van hasta mi trasero—. Me parece que ya es momento de que sientas como te hago por completo mía. Trato de reprimir un gemido que me enloquece, es imposible, en cuanto me gira, nuestras bocas se encuentran y su lengua baila con la mía. —Roan… —Ese es el nombre que quiero que repitas cuando te folle —mordisquea mi cuello. Por un segundo pienso que me llevará a la cama, no es así, al contrario, me gira de nuevo, esta vez mis pechos son aplastados de manera brutal contra la pared de baldosas, sus manos recorren las curvaturas de mis caderas
COLETTEHa pasado una semana desde que me tienen encerrada, apenas y me dejan salir al jardín para tomar aire libre con mis hijos, y cuando llega a suceder, siempre estamos rodeados por los hombres de Roan, quienes nos siguen a cada paso que damos, según Dalila, quien se ha hecho la única persona con la que hablo, ya que me entrena, ahora que es el capo, su responsabilidad con la organización es más poderosa, por ello casi no lo he visto. Practicar con ella defensa personal, es una de las condiciones para poder salir con mis hijos al parque una vez por semana, así que es algo que hago a regañadientes, no me siento a gusto, mucho menos cuando no puedo ejercer mi profesión, por la que tanto estudié. De cualquier modo, la interacción más cercana que llegamos a tener Roan y yo, es cuando por las noches se cuela en mi habitación y me folla como si no hubiera mañana, agotando la reserva de mis energías. Renzo dice que Cole me quiere, ¿por qué a mí? No soy parte de la organización, eso fue
ROANNo importa lo que haga, veo toda mi vida pasar frente a mis ojos sin que pueda hacer algo al respecto, cuando vi a Lanai delante de mí, me costó trabajo comprender que era real, que ella estaba aquí, frente a frente, respirando, viva… ella no está muerta como llevo creyendo todos estos años, los cuales estuvieron llenos de tortura, es la mujer que siempre he amado, por la que he luchado imparable contra los griegos, es ella. —Lanai —susurro. —Roan —menciona mi nombre y algo se remueve en mi pecho. Me pongo de pie con la intención de tocarla, pero recuerdo que Colette está a mi lado, demasiado tarde, porque en cuanto intento verla, ella ya se está yendo del comedor sin decir una sola palabra, quisiera correr detrás de ella, pero primero tengo que arreglar este asunto, primero tengo que hablar con Lanai. —No estás muerta —entra Renzo y la mira con desconfianza. Se voltea y le mira risueña como en el pasado. —Ha pasado tanto tiempo, Renzo, mirate, eres todo un mafioso —sonríe,
COLETTESiendo sincera, me parece que no debí haber entrado sin preguntar, maldita costumbre, y eso lo compruebo al ver que Roan está besando de manera hambrienta y sexual, a Lanai, la mujer que él ama. Una nueva opresión en el pecho me asora, mis mejillas arden y susurro su nombre, él ancla sus ojos en mí, apartando por puro reflejo a su amor, a lo que ella frunce el ceño, en el fondo, sabía que Roan no era mío, que todo es una vil farsa y que esto es solo el comienzo. Lo hace para no lastimarme. —Colette —gruñe mi nombre. Trago grueso, esto es algo que me temía, simplemente no estaba preparada para la realidad, una que suele ser tan diferente. —Lo siento —logro articular—. No volverá a suceder. —¿Sucede algo? —me pregunta solo por compromiso. —No —niego con la cabeza—. Disculpen. Sigan con lo suyo. Estoy a nada de irme cuando la voz de su chica me detiene. —Tú debes ser Colette Baker —anuncia con una sonrisa que va de oreja a oreja—. Es un placer, antes de llegar aquí pasé c