DALILA—Te amo. Me quedo con esa palabra que significó tanto para mí en el pasado, cuando Renzo y yo pensábamos que estábamos destinados a terminar juntos, no es así. Las cosas planeadas raras veces llevan a ninguna parte y me dejé llevar por mis instintos, un grave error que ahora estoy pagando, las imágenes de Anasyn siendo golpeada brutalmente por los hombres de Maxim, hacen que me remueva inquieta, poco a poco recuerdo todo. —Esto es solo el comienzo —dijo Maxim. Entonces abro los ojos de golpe, dándome cuenta de que estoy dentro de la que es mi habitación, el aire es fresco y siento un deseo inmenso por salir corriendo, hace mucho que no me sucedían estas cosas. Es como estar cayendo en un pozo sin fondo, sin que nadie me pueda salvar. El ahogamiento entre mis pensamientos turbios es lo que me mantiene con los pies sobre la tierra a veces. No en esta ocasión, pese a que fueron solo un par de segundos, me pude dar cuenta de que estaban pateando de manera brutal a Anasyn, ella
NARRADOR OMNISCIENTE—Dulces sueños, mi Dalila. Esas fueron las últimas palabras que escuchó Dalila, justo cuando sintió que la sustancia experimental de la que le había hablado Maxim, entrara en su sistema, al principio se sintió como un pinchazo de aguja, pero cuando él ya hubo terminado de introducirle toda la sustancia, el dolor comenzó, era como un estallido interno que le hacía pensar que estaba teniendo un derrame cerebral. Cosa que nunca había sentido, pero quiso unir esa sensación a la ocasión. Él le había dicho que aquella sustancia modificaba los pensamientos de una persona para después modificarlos a su antojo, en el pasado ya había escuchado acerca de que la mafia griega estaba haciendo experimentos con varias sustancias que todavía no se vendían en el mercado, pero que estaba segura de que ya estaban pensando en introducirlas en el gobierno. Los altos mandos lo pagarían por los millones que fuera y poder hacer de estas sustancias como una bomba su favor. Incluso en el
DALILAPASADOMi padre dice que nací para gobernar, pero no comprendo sus palabras, solo sé que me carga entre sus brazos con un ligero temblor de barbilla, mientras me besa la coronilla, sus ojos se han llenado de agua, pero no llora, no puede, él dice que cuando naces dentro de una familia italiana como esta, está mal visto que una mujer llore, porque nos hace débiles ante los demás. Llegamos hasta una de las entradas de un enorme palacio, así es como lo veo, con enormes ventanales y varias puertas, muchos hombres vestidos de negro caminan de un lado a otro, como si estuvieran revisando el aire invisible que se burla de ellos. —Tienes que portarte bien, ¿quieres? No me gusta el tono que ha empleado últimamente, me hace pensar que se está despidiendo de mí y no me gusta, él es todo lo que tengo y comienzo a tener miedo, solo tengo tres años y ya quiero salir corriendo de este sitio, el cual ya no me parece tan bello como los de los cuentos de hadas que me narra cuando estoy a punt
BOSSLa amo. Eso eso es en lo primero que pienso cuando la observo, casi la pierdo, los doctores han hecho todo lo posible porque ella esté bien, y lo agradezco aunque no lo demuestro, han sido las horas más difíciles de toda mi miserable vida, el saber que casi se me va de las manos hace que sienta el imperioso deseo de asesinar a todos y de explotar el mundo entero. —Te amo —susurro estando a solas. La necesito a mi lado, no la quiero perder, pero en este mundo hay veces en las que se tiene que tomar una decisión, no siempre es la mejor, pero es lo que hay. Ella es mi esposa, pero solo porque un papel tiene su firma, no nos une lo que más me interesa de ella; el amor. Y ese es un lazo que quise formar entre los dos por las buenas, traté de ser cariñoso, atento, de poner el mundo a sus pies, no obstante, al parecer, sacarle de la mente y del corazón a Renzo Martini, iba a ser una tarea casi imposible si iba por ese camino, así que decidí hacerlo por las malas, lo más rápido posib
BOSSEstoy presente mientras le hacen las preguntas necesarias a Dalila, mientras lo hace, la observo, ella es tan hermosa aún despierta, sus labios, sus ojos de muñeca, su cabello largo y rubio como los rayos del sol, su tez clara parece un poco pálida a comparación del pasado, pero no importa. Me arriesgué, lo hice y aquí estoy. Teniendo en cuenta que casi la pierdo y se me va de las manos, me considero una persona afortunada en definitiva. Guardo silencio cuando el doctor pasa a terminar con las preguntas físicas, pasando al tema que me interesa y ese es su mente. —¿Qué es lo que me pasó? —pregunta ella. Doy un paso adelante, quiero que me mire, y que lo haga sin pensar en que ama a otro hombre que ya no recuerda. —Tuviste un accidente en un ataque en contra de la Bratva, un italiano hizo que perdieras el equilibrio y cayeras, te golpeaste la cabeza en el combate y perdiste el conocimiento —miento.Ella relaja el cuerpo, un indicio claro de que confía en mí, más que cualquier p
DALILAÉl me violó. Por culpa de este hombre perdimos a nuestro bebé, siento que la rabia poco a poco me consume, pero también el dolor se acrecienta en mi interior, me duele el pecho y la barbilla me tiembla, detallo al hombre que aparece en la foto, su cabello oscuro y sus ojos grises, tiene una mirada de hijo de puta; Renzo Martini, me suena tan familiar ese nombre, seguro que lo habré escuchado por alguna parte. La sensación ácida de mi estómago se me sube por la garganta, recuerdo que estaba embarazada, también que me hacía mucha ilusión tener un hijo, ahora recuerdo que ese sueño se esfumó por culpa del capo de la mafia italiana. —Dalila —me llama Maxim—. Lo siento, pero esto era necesario, los golpes dejan secuelas y quiero evitar que tengas pérdida de memoria. Ya me lo han repetido mil veces, lo comprendo, porque siento que lo que dice es sincero, y porque esta es la organización a la que pertenezco, al principio me sentí un poco desorientada, luego todos los recuerdos e im
RENZOHORAS ANTES—¿Estás seguro de lo que piensas hacer? La voz de Roan al otro lado de la línea, se escucha tan lejana, llevo más de una hora hablando con él, sabiendo que todo esto es lo que deseo, es la primera vez en años que una nueva contienda entre la mafia italiana y la rusa, da origen. —Ella es mía —gruño con seguridad. Lo es, Dalila es mía, ya perdí a dos hijos, una esposa que fue más una compañera dentro de la organización, no pienso perder ahora a la mujer que más amo en la vida. Esa no es una maldita opción. —Siempre lo ha sido, ten cuidado. —Lo tendré. —Renzo. Nos quedamos en silencio un par de segundos. —No mueras. —No, no lo haré —cuelgo. Y lo digo muy en serio, no pienso morir, no sin antes haberme follado a Dalila sobre la sangre de Maxim, el Boss ha sacado mi peor cara, mi peor parte, y ahora me encuentro dentro de un maldito avión de guerra con la intención de recuperar eso que es mío y de nadie más. Miro por una de las ventanillas, mientras sostengo mi
DALILAHa pasado una semana desde el ataque de los italianos en contra de nuestra fortaleza, tuvimos que huir como ratas porque eran demasiados, pero eso no me borró del rostro la satisfacción de haber apuñalado al Capo, cosa que me aplaudió Maxim, mi esposo, horas antes mientras se comía mi coño. Lo odio, pero al mismo tiempo cuando sentí su cercanía en aquella ocasión, algo se disparó en mi sistema, estaba nerviosa, ansiosa, algo en el fondo me empujaba a querer salvarle la vida, llena de rabia por pensar de ese modo del hombre que me arruinó, lo apuñalé, solo así pude silenciar las voces en mi cabeza. —Creo que me estoy volviendo loca —me digo a mí misma en medio de un susurro. No quiero tener esa clase de pensamientos, y es por ello que niego con la cabeza y me concentro en el presente, no hemos tenido noticias de ellos, pero mi marido dice que alguien dentro de nuestra organización nos traicionó, porque días después se encontró con la enferma noticia de que habían violado el si