BOSSLa amo. Eso eso es en lo primero que pienso cuando la observo, casi la pierdo, los doctores han hecho todo lo posible porque ella esté bien, y lo agradezco aunque no lo demuestro, han sido las horas más difíciles de toda mi miserable vida, el saber que casi se me va de las manos hace que sienta el imperioso deseo de asesinar a todos y de explotar el mundo entero. —Te amo —susurro estando a solas. La necesito a mi lado, no la quiero perder, pero en este mundo hay veces en las que se tiene que tomar una decisión, no siempre es la mejor, pero es lo que hay. Ella es mi esposa, pero solo porque un papel tiene su firma, no nos une lo que más me interesa de ella; el amor. Y ese es un lazo que quise formar entre los dos por las buenas, traté de ser cariñoso, atento, de poner el mundo a sus pies, no obstante, al parecer, sacarle de la mente y del corazón a Renzo Martini, iba a ser una tarea casi imposible si iba por ese camino, así que decidí hacerlo por las malas, lo más rápido posib
BOSSEstoy presente mientras le hacen las preguntas necesarias a Dalila, mientras lo hace, la observo, ella es tan hermosa aún despierta, sus labios, sus ojos de muñeca, su cabello largo y rubio como los rayos del sol, su tez clara parece un poco pálida a comparación del pasado, pero no importa. Me arriesgué, lo hice y aquí estoy. Teniendo en cuenta que casi la pierdo y se me va de las manos, me considero una persona afortunada en definitiva. Guardo silencio cuando el doctor pasa a terminar con las preguntas físicas, pasando al tema que me interesa y ese es su mente. —¿Qué es lo que me pasó? —pregunta ella. Doy un paso adelante, quiero que me mire, y que lo haga sin pensar en que ama a otro hombre que ya no recuerda. —Tuviste un accidente en un ataque en contra de la Bratva, un italiano hizo que perdieras el equilibrio y cayeras, te golpeaste la cabeza en el combate y perdiste el conocimiento —miento.Ella relaja el cuerpo, un indicio claro de que confía en mí, más que cualquier p
DALILAÉl me violó. Por culpa de este hombre perdimos a nuestro bebé, siento que la rabia poco a poco me consume, pero también el dolor se acrecienta en mi interior, me duele el pecho y la barbilla me tiembla, detallo al hombre que aparece en la foto, su cabello oscuro y sus ojos grises, tiene una mirada de hijo de puta; Renzo Martini, me suena tan familiar ese nombre, seguro que lo habré escuchado por alguna parte. La sensación ácida de mi estómago se me sube por la garganta, recuerdo que estaba embarazada, también que me hacía mucha ilusión tener un hijo, ahora recuerdo que ese sueño se esfumó por culpa del capo de la mafia italiana. —Dalila —me llama Maxim—. Lo siento, pero esto era necesario, los golpes dejan secuelas y quiero evitar que tengas pérdida de memoria. Ya me lo han repetido mil veces, lo comprendo, porque siento que lo que dice es sincero, y porque esta es la organización a la que pertenezco, al principio me sentí un poco desorientada, luego todos los recuerdos e im
RENZOHORAS ANTES—¿Estás seguro de lo que piensas hacer? La voz de Roan al otro lado de la línea, se escucha tan lejana, llevo más de una hora hablando con él, sabiendo que todo esto es lo que deseo, es la primera vez en años que una nueva contienda entre la mafia italiana y la rusa, da origen. —Ella es mía —gruño con seguridad. Lo es, Dalila es mía, ya perdí a dos hijos, una esposa que fue más una compañera dentro de la organización, no pienso perder ahora a la mujer que más amo en la vida. Esa no es una maldita opción. —Siempre lo ha sido, ten cuidado. —Lo tendré. —Renzo. Nos quedamos en silencio un par de segundos. —No mueras. —No, no lo haré —cuelgo. Y lo digo muy en serio, no pienso morir, no sin antes haberme follado a Dalila sobre la sangre de Maxim, el Boss ha sacado mi peor cara, mi peor parte, y ahora me encuentro dentro de un maldito avión de guerra con la intención de recuperar eso que es mío y de nadie más. Miro por una de las ventanillas, mientras sostengo mi
DALILAHa pasado una semana desde el ataque de los italianos en contra de nuestra fortaleza, tuvimos que huir como ratas porque eran demasiados, pero eso no me borró del rostro la satisfacción de haber apuñalado al Capo, cosa que me aplaudió Maxim, mi esposo, horas antes mientras se comía mi coño. Lo odio, pero al mismo tiempo cuando sentí su cercanía en aquella ocasión, algo se disparó en mi sistema, estaba nerviosa, ansiosa, algo en el fondo me empujaba a querer salvarle la vida, llena de rabia por pensar de ese modo del hombre que me arruinó, lo apuñalé, solo así pude silenciar las voces en mi cabeza. —Creo que me estoy volviendo loca —me digo a mí misma en medio de un susurro. No quiero tener esa clase de pensamientos, y es por ello que niego con la cabeza y me concentro en el presente, no hemos tenido noticias de ellos, pero mi marido dice que alguien dentro de nuestra organización nos traicionó, porque días después se encontró con la enferma noticia de que habían violado el si
BOSSHORAS ANTESEl agua fría cae sobre mí, me he duchado en una de las habitaciones que no es la que comparto con Dalila, no entiendo qué es lo que pasa, se supone que debería de estar feliz porque por fin tengo a la chica de mi lado, por fin, esa niña de ojos grises y cabellos como el sol, que prometió que cuando fuéramos grandes se casaría conmigo, lo es, ella es mía, para cuidarla, para amarla, y aun así se siente como la mierda. El haberla visto que ella me defendía de Renzo en el ataque, hizo que creyera en nosotros, ese sentimiento se fue afirmando al ver cómo lo apuñalaba una y otra vez, escuché lo que le dijo, lo culpó por haberla violado y porque por su culpa ´perdió al hijo que ella cree que fue nuestro, noté la contrariedad en el rostro de Renzo, la confusión, y aunque trató de hacerle saber que lo que decía no tenía ningún sentido, no lo logró. Eso solo hizo que ella le mirara con una intensidad llena de odio que me regaló el triunfo silencio por encima de él. Han pasad
DALILAMe quedo callada en cuanto dice eso, me siento extraña, es como si no confiara en él, pero al mismo tiempo sí, y eso es lo que más me confunde, se podría comparar como si dos versiones de mí misma estuvieran dentro de mi mente, cada una luchando por salir. Me muerdo el labio inferior y trato de respirar hondo. —Anoche, dijiste que este bebé no era tuyo —reafirmo lo que sostuvo con una mirada cruel, como si me odiara. Maxim cierra los ojos por un instante y luego los abre, ya no hay rastro del odio o del dolor que anoche destellaba en sus ojos grises. —A veces digo cosas sin sentido —merma el espacio entre los dos y coloca la palma de su mano sobre mi vientre—. Este bebé es mío, es nuestro y quiero que sepas que estoy dispuesto a dar mi vida por él, que de eso no te quede duda, tú y él o ella, son lo más importante que tengo en mi vida, no les voy a fallar. Siento tranquilidad, y no puedo evitar sonreír, él parece relajar su cuerpo y me tomo el atrevimiento de agarrar su ros
DALILAEn menos de un segundo mi vida ha cambiado, y el culpable es el hombre que me está asesinando con la mirada, me ha amarrado las manos, prácticamente me ha amarrado también al asiento para que no tenga la intención de escapar, como si pudiera hacerlo, joder, me duele el hecho de que Maxim esté muerto por culpa de él, la barbilla me tiembla y mis ojos se llenan de lágrimas, perder al hombre que amo, se siente como la peor puñalada llena de veneno en el pecho. —Deja de llorar —su voz detona odio. No le miro, no quiero hacerlo, tampoco deseo escucharlo, solo tengo que tranquilizarme y pensar en el modo de escapar, porque pienso hacerlo en cuanto se me presente la mínima oportunidad. —Dalila —dice mi nombre con familiaridad, como si nos conociéramos de años. —Deja de llamarme así —espeto con amargura, sorbiendo mi nariz —¿Por qué? —Hablas como si nos conociéramos de años, con tanta familiaridad —rechino los dientes. —Y eso es porque es cierto, nosotros nos amamos, es el Boss