COLETTELa ducha de agua caliente no me quita esta sensación de malestar en el pecho, sé lo que es vivir con mi tío y primos, por esa misma razón me fuí a estudiar al extranjero, en donde no solo poco a poco fui cortando los lazos con lo que quedaba de mi familia, sino, que los dejé sin dinero al haberme divorciado de Harvey, cosa que supe jamás me iban a perdonar. No encontré vuelos para Londres, por lo que Roan decidió ayudarme y prestarme su avión privado, cosa que agradecí, y ahora estoy metiendo lo que hace falta en solo una pequeña maleta de mano, porque pienso regresar. —Todo estará bien —me digo a mí misma. Estoy tan nerviosa, que las manos me tiemblan cuando agarro las cosas y estas se me resbalan sin que pueda hacer mucho al respecto. Le he vendido el alma al diablo con tal de salvar a Killian, mi bebé. Llaman a la puerta y entra Renzo con un ojo morado. —¿Qué te ha pasado? —pregunto sin poderme detener. —Una pelea con una gata, nada importante —su tono de voz se oscure
COLETTEIntento procesar cada palabra que me suelta Roan Fiore, pero con cada segundo que transcurre parece más una locura que una realidad, Killian afloja solo un poco su agarre de mi cuello, algo me dice que tendré marcas de ello por la mañana, le mira con cierto recelo, algo que siempre hace cuando un hombre intenta acercarse a mí. Arguye que él es el único hombre que puedo tener en la vida, y eso es otra cosa que tengo que pensar, Killian es celoso, no estoy muy segura de cómo va a tomar las cosas cuando se enteré de que el bebé perdido del que una vez le conté, no es uno, sino dos y están vivos, además, Osman y Declan no parecen del tipo muy amables con las personas, educados sí, pero no lo otro. El auto se sigue moviendo a gran velocidad, nos avisan que estamos llegando a otra parte en donde hay otro avión esperándonos, debido a que no sé que pasa con los griegos que nos pueden rastrear, o al menos eso es algo que le dijo Roan a sus hombres. —Mafia —susurro.—Italiana, soy el
COLETTENo lo tenía planeado, esto era lo último en lo que pensé, y es que al entrar en el núcleo de esta familia, encontrarme con Harvey, era inevitable y una de las cosas que menos me importaba, las preguntas saltan a la luz cuando me interrogo si es que él también está enterado de que su nuevo interés amoroso, es parte de una mafia peligrosa. Desciendo la mirada, como si eso fuera a evitar lo que se viene, conozco mejor que nadie a Harvey, y sé que cuando algo no le parece, comienza a ponerse en plan molesto. —Colette —repite mi nombre y la piel se me eriza. De soslayo me doy cuenta de que Roan cierra la carpeta con los documentos que acabo de firmar, vendiéndole mi alma, al percatarse de que la mirada de su hermana va directo a esta misma. —Harvey —sostengo su nombre y le miro. —¿Qué haces aquí? —No tengo por qué responder —refuto y me pongo de pie. Sus ojos se abren con sorpresa y recorre mi cuerpo con la mirada lasciva, como si le costara trabajo entender que se trata de
ROANMiedo. Esa palabra nunca existió en mi vocabulario, no fuí criado para temer al enemigo, sino, para aplastarlo, no para esconderme como una rata, sino, para enfrentar, aniquilar y quitar del camino de los míos lo que nos estorba. Hasta ahora. Es la primera vez que siento miedo, uno atroz de perder a mi hijo, Colette tiene razón, no soy su padre, sin embargo, esta sensación extraña en el pecho no me abandona, es como si me estuvieran quitando miembro por miembro, pedazo por pedazo y sin anestesia. En cuanto Declan estuvo en el suelo convulsionando, Colette entró en pánico, Renzo intentó ayudar de inmediato pero ella lo detuvo diciendo que era mejor dejarlo y colocó algo debajo de su lengua, la sangre de mi hijo salía de su nariz a chorros, y de sus orejas. Una vez terminó, lo trajimos al hospital de la mafia, mis hombres acordonaron la zona y Renzo se comunicó con mi sistema aéreo para evitar una nueva emboscada como en el pasado, en el que Colette perdió a sus hijos y creí qu
COLETTEReviso una y otra vez con el corazón acelerado, los resultados que me muestra Roan, las manos me tiemblan creyendo que he entrado a una nueva pesadilla, una en donde la vida me vuelve a poner una prueba. Esto no puede estar pasando, es decir, mis hijos no pueden ser de él, no pueden. Siento que no puedo respirar, el aire comprime mis pulmones y la sensación de hormigueo regresa invadiendo por todo mi cuerpo, no, me niego a que eso sea verdad, porque eso solo significaría que él nunca me va a regresar a mis hijos. Levanto la mirada y la cruzo con la de él, quien no deja de ver a Declan en la cama, mientras duerme. —Cuando los vi por primera vez —rompe el silencio que nos envuelve—. Creí que solo había sido mi imaginación al creer que se parecían un poco a mí, me recordaron cuando era niño. Retrocedo un par de pasos. —Ahora todo tiene las respuestas, se parecían a mí porque son mis hijos —recorre su mirada hacia mí. —No… eso no puede ser… yo jamás… —La noche de tu boda, d
COLETTEMe quedo como estatua al darme cuenta de lo que está sucediendo, los labios de Roan son suaves, el beso es intenso, él lucha por meter su lengua a mi boca, no lo permito, porque está dormido y no sabe lo que hace con ello, coloco las palmas de mis manos sobre su pecho con la intención de que se aparte, no lo hace, su agarre es demasiado fuerte. Me siento en medio de una cárcel, en donde sus brazos son los barrotes impenetrables e irrompibles que me mantienen prisionera, el aire me falta. —Roan… Me cuesta trabajo pronunciar su nombre y cuando lo logro, él aprovecha para profundizar su beso, metiendo su lengua hasta mi garganta, es feroz, lleno de hambre y magnetismo sexual, no hay escapatoria. —¡Dios! Una voz femenina a mis espaldas me hace reaccionar, las luces se encienden y de pronto alguien nos aparta, Roan despierta al instante en el que yo me aparto con el corazón latiendo con fuerza descomunal. Mi pecho sube y baja, soy incapaz de hacer o decir algo, a quien veo es
COLETTE—Mierda.La mirada de Roan y el tono en el que ha maldecido, hace que me ponga en alerta, él ordena algo en italiano y de pronto toda la casa entra en un estado crítico, uno en el que no sé qué es lo que va a pasar, llega una mujer y se lleva a los gemelos. —¿A dónde los llevan? —intento protegerlos. Pero llega otra mujer y me arrebatan a Killian. —¡Mami! —¡Killian! Trato de ir por él, pero Roan se interpone en mi camino, girando las ruedas de su silla. —Estará bien, él estará con los gemelos, ahora, andando. Me indica con la mirada que lo siga, no quiero, pero lo hago de todos modos, los hombres armados de Roan pasan junto a nosotros y corren, otros se preparan como si estuvieran esperando un ataque. Tal y como si estuviéramos viviendo en una guerra. Saliendo de la mansión nos dirigen hacia un auto, en cuanto la puerta de Roan se cierra de golpe, este va a toda velocidad, mi corazón se sale de mi pecho y busco por la ventanilla un rastro de mis hijos. —Apártate de la
COLETTEIntento cerrar la puerta de una habitación que no conozco y que tampoco me han asignado, cuando una mano fuerte me lo impide, Renzo me empuja para darle el paso a Roan, quien mueve su silla de ruedas al interior, sus ojos viajan por mi cuerpo y yo retrocedo con toda la intención de que me deje en paz. Pero con cada paso que doy, él merma el espacio hasta que mis piernas chocan contra la esquina de la cama y caigo de bruces sobre el suave colchón. —Déjanos a solas —le ordena a Renzo. Este nos mira de hito en hito, como si supiera algo que nosotros no, asiente y sale de la habitación, cerrando a su paso. —¿Por qué escapas? —Porque no quiero ser parte de tu pequeña mafia —apunto con los puños cerrados. —Firmaste un trato —sentencia con voz gélida—. No puedes retractarte ahora. Ahora soy yo quien se muerde el labio inferior y evito mirarlo a los ojos, pero él me obliga a verlo cuando atrapa mi rostro con una mano. —Nunca más vuelvas a voltearte cuando te estoy hablando. —