ROANMiedo. Esa palabra nunca existió en mi vocabulario, no fuí criado para temer al enemigo, sino, para aplastarlo, no para esconderme como una rata, sino, para enfrentar, aniquilar y quitar del camino de los míos lo que nos estorba. Hasta ahora. Es la primera vez que siento miedo, uno atroz de perder a mi hijo, Colette tiene razón, no soy su padre, sin embargo, esta sensación extraña en el pecho no me abandona, es como si me estuvieran quitando miembro por miembro, pedazo por pedazo y sin anestesia. En cuanto Declan estuvo en el suelo convulsionando, Colette entró en pánico, Renzo intentó ayudar de inmediato pero ella lo detuvo diciendo que era mejor dejarlo y colocó algo debajo de su lengua, la sangre de mi hijo salía de su nariz a chorros, y de sus orejas. Una vez terminó, lo trajimos al hospital de la mafia, mis hombres acordonaron la zona y Renzo se comunicó con mi sistema aéreo para evitar una nueva emboscada como en el pasado, en el que Colette perdió a sus hijos y creí qu
COLETTEReviso una y otra vez con el corazón acelerado, los resultados que me muestra Roan, las manos me tiemblan creyendo que he entrado a una nueva pesadilla, una en donde la vida me vuelve a poner una prueba. Esto no puede estar pasando, es decir, mis hijos no pueden ser de él, no pueden. Siento que no puedo respirar, el aire comprime mis pulmones y la sensación de hormigueo regresa invadiendo por todo mi cuerpo, no, me niego a que eso sea verdad, porque eso solo significaría que él nunca me va a regresar a mis hijos. Levanto la mirada y la cruzo con la de él, quien no deja de ver a Declan en la cama, mientras duerme. —Cuando los vi por primera vez —rompe el silencio que nos envuelve—. Creí que solo había sido mi imaginación al creer que se parecían un poco a mí, me recordaron cuando era niño. Retrocedo un par de pasos. —Ahora todo tiene las respuestas, se parecían a mí porque son mis hijos —recorre su mirada hacia mí. —No… eso no puede ser… yo jamás… —La noche de tu boda, d
COLETTEMe quedo como estatua al darme cuenta de lo que está sucediendo, los labios de Roan son suaves, el beso es intenso, él lucha por meter su lengua a mi boca, no lo permito, porque está dormido y no sabe lo que hace con ello, coloco las palmas de mis manos sobre su pecho con la intención de que se aparte, no lo hace, su agarre es demasiado fuerte. Me siento en medio de una cárcel, en donde sus brazos son los barrotes impenetrables e irrompibles que me mantienen prisionera, el aire me falta. —Roan… Me cuesta trabajo pronunciar su nombre y cuando lo logro, él aprovecha para profundizar su beso, metiendo su lengua hasta mi garganta, es feroz, lleno de hambre y magnetismo sexual, no hay escapatoria. —¡Dios! Una voz femenina a mis espaldas me hace reaccionar, las luces se encienden y de pronto alguien nos aparta, Roan despierta al instante en el que yo me aparto con el corazón latiendo con fuerza descomunal. Mi pecho sube y baja, soy incapaz de hacer o decir algo, a quien veo es
COLETTE—Mierda.La mirada de Roan y el tono en el que ha maldecido, hace que me ponga en alerta, él ordena algo en italiano y de pronto toda la casa entra en un estado crítico, uno en el que no sé qué es lo que va a pasar, llega una mujer y se lleva a los gemelos. —¿A dónde los llevan? —intento protegerlos. Pero llega otra mujer y me arrebatan a Killian. —¡Mami! —¡Killian! Trato de ir por él, pero Roan se interpone en mi camino, girando las ruedas de su silla. —Estará bien, él estará con los gemelos, ahora, andando. Me indica con la mirada que lo siga, no quiero, pero lo hago de todos modos, los hombres armados de Roan pasan junto a nosotros y corren, otros se preparan como si estuvieran esperando un ataque. Tal y como si estuviéramos viviendo en una guerra. Saliendo de la mansión nos dirigen hacia un auto, en cuanto la puerta de Roan se cierra de golpe, este va a toda velocidad, mi corazón se sale de mi pecho y busco por la ventanilla un rastro de mis hijos. —Apártate de la
COLETTEIntento cerrar la puerta de una habitación que no conozco y que tampoco me han asignado, cuando una mano fuerte me lo impide, Renzo me empuja para darle el paso a Roan, quien mueve su silla de ruedas al interior, sus ojos viajan por mi cuerpo y yo retrocedo con toda la intención de que me deje en paz. Pero con cada paso que doy, él merma el espacio hasta que mis piernas chocan contra la esquina de la cama y caigo de bruces sobre el suave colchón. —Déjanos a solas —le ordena a Renzo. Este nos mira de hito en hito, como si supiera algo que nosotros no, asiente y sale de la habitación, cerrando a su paso. —¿Por qué escapas? —Porque no quiero ser parte de tu pequeña mafia —apunto con los puños cerrados. —Firmaste un trato —sentencia con voz gélida—. No puedes retractarte ahora. Ahora soy yo quien se muerde el labio inferior y evito mirarlo a los ojos, pero él me obliga a verlo cuando atrapa mi rostro con una mano. —Nunca más vuelvas a voltearte cuando te estoy hablando. —
ROANHan pasado demasiadas cosas en estos días, desde que llegó Colette Baker a mi vida, no he tenido calma, y es que aunque ya han pasado poco más de dos meses desde que me enteré que soy el padre real de los gemelos, de que la mostré al mundo como mi futura mujer en la mafia, he estado ausente. Por las noches, veo una y otra vez los resultados de las pruebas que me he hecho, muchos en distintas instituciones médicas, con otros doctores solo para estar seguro del resultado, el cual nunca cambia y siempre es el mismo, soy el padre, ellos son mi sangre, mi carne, míos y de nadie más. Bebo lo que queda de mi trago mientras que los recuerdos de aquella noche en la que pensé que se trataba de una puta, la follé como tal. PASADODiviso su silueta pese a las sombras de la oscuridad, no aguanto más, ella es hermosa, tengo un vistazo breve de su rostro cuando un rayo de luna se cuela por la ventana. Ella lleva un atuendo sexy, un Baby Doll rosado con encaje negro. —Eres hermosa. Mi voz e
COLETTELas cosas no están bien entre el padre de mis hijos y yo, no sé por qué lo besé, solo fue un impulso que me costó trabajo contener, a veces pienso que estar tanto tiempo encerrada en una jaula en donde la mafia italiana es la que gobierna, hace que me sienta asfixiada y mata lento todas las neuronas que me quedan. En algo tuvo razón Roan, esto no es como el mundo real, en el que ai te equivocas te puedes redimir o lo puedes arreglar, no, aquí fallas y te matan, no es algo que me deje ver la vida como siempre la planeé, en especial cuando siempre estoy rodeada de hombres armados que siguen cada uno de mis pasos y estudian cada uno de mis movimientos. Roan me ha pedido que arregle todo lo de la boda en menos de una semana, ¿por qué hay prisa? Tenía la esperanza de que se aburriera del plan o que cambiara su estrategia para con su familia y organización, estaba equivocada. Hay veces en las que siento que me odia, y ahora, en un abrir y cerrar de ojos, un rubio de ojos azules q
COLETTEMe trago el nudo que se forma en mi garganta y que hace que mi corazón se acelere poco a poco. Las imágenes de Roan teniendo sexo con Kristine, hacen que me dé náuseas, no somos nada, me recuerdo, esto es una mera actuación, él no me ama y yo no lo amo, además, esto lo hice por mis hijos. Todo me da vueltas y es Elio quien me sostiene para no caerme de bruces. —¿Te encuentras bien, prima? —me pregunta y asiento. —Sí, yo… solo buscaba aire puro —mis palabras se sienten pesadas. —Parece que has bebido mucho, ¿en dónde está tu marido? No puedo creer que mi primo haya sido capaz de dejarte sola en tu propia boda —arguye y me ayuda a tomar asiento en una de las bancas que están en el jardín. —Gracias.—Lo que sea que hayas tomado, no le va a agradar —su mirada se oscurece de un modo que me eriza la piel. Una punzada en el pecho me invade. —Sea lo que sea, no importa —me ladeo un poco. —Dios, ¿cuánto bebiste? —No bebo, solo fue una copa de Champaña. —¿Te la dio Dalila? —Sí