COLETTEHe pasado toda la tarde caminando de un lado a otro, esperando una respuesta positiva por parte de mis abogados, pero todos me dan el mismo resultado, todo a favor de él. Y es que por extraño que parezca, comienzo a creer en sus palabras, ya que cuando expongo el nombre de Roan Fiore, parece que hablo de un fantasma, porque ellos o me cuelgan o me aconsejan que no me meta en problemas. Lo poco que he investigado sobre esta familia es que es poderosa y muy millonaria, mucho más que los hombres con los que he trabajado, cosa que no ayuda mucho en mi situación. Hay momentos en los que maldigo el haberme atrevido a salvar su vida. Pero son palabras que no siento realmente, el último abogado con el que intento hacer algo o llegar a una solución, me da el aliento de seguir adelante. —¿Entonces cree que podamos llegar a una solución adecuada para que pueda recuperar a mis hijos? —el nerviosismo hace estragos en mí sistema. —Por supuesto —agrega con entusiasmo—. Dígame el nombre d
ROANHORAS ANTESObservo a Dalila, quien camina de un lado a otro dentro del despacho, observando cada uno de los retratos familiares de los Fiore, se detiene en uno en el que me encuentro con Renzo, su aura alegre y serena desaparece, leo su atmósfera y me doy cuenta de que tensa el cuerpo. —El capo me envió —comienza.Aparta la mirada del retrato, enseguida llaman a la puerta y entra Renzo, quien evita el contacto visual con ella luego de lanzarle una mirada llena de advertencia, jamás he sabido descifrar la relación entre ellos dos, nunca ha habido nada romántico, ella ha salido con hombres y él se ha follado a tantas putas que he perdido la cuenta. —Todo está listo —me dice y asiento. —Como te iba diciendo —interrumpe Dalila a propósito—. Tú y yo nos vamos a casar. Renzo me observa en silencio, esperando una respuesta mía al respecto. —Al parecer mi padre se ha tomado demasiado en serio el que yo tenga una esposa —sostengo con rencor—. Primero eran los hijos, y ya que los ten
COLETTELa ducha de agua caliente no me quita esta sensación de malestar en el pecho, sé lo que es vivir con mi tío y primos, por esa misma razón me fuí a estudiar al extranjero, en donde no solo poco a poco fui cortando los lazos con lo que quedaba de mi familia, sino, que los dejé sin dinero al haberme divorciado de Harvey, cosa que supe jamás me iban a perdonar. No encontré vuelos para Londres, por lo que Roan decidió ayudarme y prestarme su avión privado, cosa que agradecí, y ahora estoy metiendo lo que hace falta en solo una pequeña maleta de mano, porque pienso regresar. —Todo estará bien —me digo a mí misma. Estoy tan nerviosa, que las manos me tiemblan cuando agarro las cosas y estas se me resbalan sin que pueda hacer mucho al respecto. Le he vendido el alma al diablo con tal de salvar a Killian, mi bebé. Llaman a la puerta y entra Renzo con un ojo morado. —¿Qué te ha pasado? —pregunto sin poderme detener. —Una pelea con una gata, nada importante —su tono de voz se oscure
COLETTEIntento procesar cada palabra que me suelta Roan Fiore, pero con cada segundo que transcurre parece más una locura que una realidad, Killian afloja solo un poco su agarre de mi cuello, algo me dice que tendré marcas de ello por la mañana, le mira con cierto recelo, algo que siempre hace cuando un hombre intenta acercarse a mí. Arguye que él es el único hombre que puedo tener en la vida, y eso es otra cosa que tengo que pensar, Killian es celoso, no estoy muy segura de cómo va a tomar las cosas cuando se enteré de que el bebé perdido del que una vez le conté, no es uno, sino dos y están vivos, además, Osman y Declan no parecen del tipo muy amables con las personas, educados sí, pero no lo otro. El auto se sigue moviendo a gran velocidad, nos avisan que estamos llegando a otra parte en donde hay otro avión esperándonos, debido a que no sé que pasa con los griegos que nos pueden rastrear, o al menos eso es algo que le dijo Roan a sus hombres. —Mafia —susurro.—Italiana, soy el
COLETTENo lo tenía planeado, esto era lo último en lo que pensé, y es que al entrar en el núcleo de esta familia, encontrarme con Harvey, era inevitable y una de las cosas que menos me importaba, las preguntas saltan a la luz cuando me interrogo si es que él también está enterado de que su nuevo interés amoroso, es parte de una mafia peligrosa. Desciendo la mirada, como si eso fuera a evitar lo que se viene, conozco mejor que nadie a Harvey, y sé que cuando algo no le parece, comienza a ponerse en plan molesto. —Colette —repite mi nombre y la piel se me eriza. De soslayo me doy cuenta de que Roan cierra la carpeta con los documentos que acabo de firmar, vendiéndole mi alma, al percatarse de que la mirada de su hermana va directo a esta misma. —Harvey —sostengo su nombre y le miro. —¿Qué haces aquí? —No tengo por qué responder —refuto y me pongo de pie. Sus ojos se abren con sorpresa y recorre mi cuerpo con la mirada lasciva, como si le costara trabajo entender que se trata de
ROANMiedo. Esa palabra nunca existió en mi vocabulario, no fuí criado para temer al enemigo, sino, para aplastarlo, no para esconderme como una rata, sino, para enfrentar, aniquilar y quitar del camino de los míos lo que nos estorba. Hasta ahora. Es la primera vez que siento miedo, uno atroz de perder a mi hijo, Colette tiene razón, no soy su padre, sin embargo, esta sensación extraña en el pecho no me abandona, es como si me estuvieran quitando miembro por miembro, pedazo por pedazo y sin anestesia. En cuanto Declan estuvo en el suelo convulsionando, Colette entró en pánico, Renzo intentó ayudar de inmediato pero ella lo detuvo diciendo que era mejor dejarlo y colocó algo debajo de su lengua, la sangre de mi hijo salía de su nariz a chorros, y de sus orejas. Una vez terminó, lo trajimos al hospital de la mafia, mis hombres acordonaron la zona y Renzo se comunicó con mi sistema aéreo para evitar una nueva emboscada como en el pasado, en el que Colette perdió a sus hijos y creí qu
COLETTEReviso una y otra vez con el corazón acelerado, los resultados que me muestra Roan, las manos me tiemblan creyendo que he entrado a una nueva pesadilla, una en donde la vida me vuelve a poner una prueba. Esto no puede estar pasando, es decir, mis hijos no pueden ser de él, no pueden. Siento que no puedo respirar, el aire comprime mis pulmones y la sensación de hormigueo regresa invadiendo por todo mi cuerpo, no, me niego a que eso sea verdad, porque eso solo significaría que él nunca me va a regresar a mis hijos. Levanto la mirada y la cruzo con la de él, quien no deja de ver a Declan en la cama, mientras duerme. —Cuando los vi por primera vez —rompe el silencio que nos envuelve—. Creí que solo había sido mi imaginación al creer que se parecían un poco a mí, me recordaron cuando era niño. Retrocedo un par de pasos. —Ahora todo tiene las respuestas, se parecían a mí porque son mis hijos —recorre su mirada hacia mí. —No… eso no puede ser… yo jamás… —La noche de tu boda, d
COLETTEMe quedo como estatua al darme cuenta de lo que está sucediendo, los labios de Roan son suaves, el beso es intenso, él lucha por meter su lengua a mi boca, no lo permito, porque está dormido y no sabe lo que hace con ello, coloco las palmas de mis manos sobre su pecho con la intención de que se aparte, no lo hace, su agarre es demasiado fuerte. Me siento en medio de una cárcel, en donde sus brazos son los barrotes impenetrables e irrompibles que me mantienen prisionera, el aire me falta. —Roan… Me cuesta trabajo pronunciar su nombre y cuando lo logro, él aprovecha para profundizar su beso, metiendo su lengua hasta mi garganta, es feroz, lleno de hambre y magnetismo sexual, no hay escapatoria. —¡Dios! Una voz femenina a mis espaldas me hace reaccionar, las luces se encienden y de pronto alguien nos aparta, Roan despierta al instante en el que yo me aparto con el corazón latiendo con fuerza descomunal. Mi pecho sube y baja, soy incapaz de hacer o decir algo, a quien veo es