¡No puedo estar embarazada!

Habían transcurrido tres semanas desde la mañana en que Kath acudió a la empresa y presentó su dimisión.

Reconocía que había actuado por impulso y también por cobardía, ella no se creía capaz de enfrentar sus sentimientos, y por ese motivo ahora su familia y ella pagarían las consecuencias.

Los primeros días, William intentó localizarla. Le envió mensajes y llamadas, pero, para su suerte, no volvió a presentarse en su casa. Su exjefe quería una explicación que ella no estaba preparada para dar. Aunque terminó por aceptar su falta de respuesta y se rindió.

Eso debía haberla hecho sentir más tranquila, pero no era así. Los sentimientos no se marchaban de un día para otro y ella continuaba extrañando los momentos que pasaron juntos. Para su suerte, esos pensamientos solo llegaban en las noches cuando caía agotada en la cama.

Día tras día, había estado presentando su hoja de vida, acudiendo a entrevistas y el resultado siempre era el mismo: Una negativa.

Se le acababa el dinero porqu
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