Shirley se encontraba frente a la puerta de James, el hermano gemelo de William y su amante desde hacía un par de años, con una maleta y furiosa. —¿A qué debo esta grata sorpresa? —le dijo cuando abrió la puerta y la vio—. ¿El estúpido de mi hermano ya se marchó a dirigir lo que me pertenece?—¡Ya, James! No estoy aquí para que desfogues tu coraje contra tu familia, estoy aquí porque… James no le permitió terminar, la empujó al interior de la casa, la agarró del cuello y la apretó contra la pared. —¿Con quién piensas que estás hablando? Yo no soy mi hermanito, no te confundas porque puedes acabar mal —amenazó con los dientes apretados—. Y no queremos eso, ¿cierto? Cuando aflojó la presión que hacía contra su cuello, Shirley se afanó en respirar. —Lo siento —musitó mientras se frotaba la garganta—, es que el estúpido de tu hermano me echó de la casa. Me dejó. James le hizo una señal con la cabeza para que entrara. Era un hombre de pocas palabras, con un aura oscura y su personal
La casa de la madre de William era impresionante. Aunque llamarlo casa sería mentir, más bien era una enorme mansión rodeada de jardines. Kathleen la miró anonadada desde la ventanilla del auto. —¿Te gusta? —escuchó que le preguntaba Will y ella asintió con rapidez—. Ha pertenecido a la familia por varias generaciones. Nuestro hijo la heredará. «Nuestro hijo», casi no podía creerlo. Todavía le costaba pensar que aquello era real. —Es hermosa, Will —murmuró, fascinada. —No más que tú —le pareció escuchar, pero cuando lo miró, él se encontraba serio y con la mirada al frente. Se frotó el oído con suavidad y negó con la cabeza. Se estaba volviendo loca, ya hasta comenzaba a imaginarse cosas. En cuanto el coche se detuvo, William salió con rapidez y se apresuró a abrirle la puerta. —Ella… ¿Tu madre se parece a ti? —preguntó en cuanto salió. Estaba muy nerviosa, quería caerle bien a la abuela de su hijo, darle una buena impresión. Si William había heredado su carácter de ella esta
Cuando salieron de la casa de su madre lo hicieron en silencio. William no podía dejar de arrepentirse de haberla llevado hasta allí y haberla expuesto a esa situación en su estado. Escuchar los sollozos contenidos de Kathleen a su lado y cómo no se atrevía ni a mirarlo le partía el alma. Quería hablar, decir cualquier cosa que la hiciera sentir mejor, pero se sentía perdido. —Quiero ir a casa —rompió el silencio ella—. Por favor, ¿podrías llevarme? —Ya casi llegamos, Kath, tranquila. —Sin percatarse de lo que hacía y por costumbre, colocó su mano sobre su pierna y la acarició. El jadeo que emitió fue lo que hizo apartar la mano—. Lo siento, no quería, yo…—Quiero ir a casa —repitió—. A la mía, con mi familia. —Lo siento, Kath, pero tenemos un contrato, no puedes echarte atrás ahora. De reojo vio como los ojos se le volvían a llenar de lágrimas y se maldijo por no saber actuar en ese tipo de situaciones. Cuando veía a una mujer llorando solo pensaba en dos cosas: o en abrir la ca
—¡Elena! —Shirley entró llorando a la casa de la madre de Will. En realidad nunca había soportado a esa vieja decrépita, por su culpa James no tenía lo que le pertenecía. Desde que los gemelos eran unos niños esa mujer siempre tuvo preferencias por William. Por ese motivo, manipuló a su suegro para que le legara todos los negocios a su exprometido. La única explicación que dieron para mantener al margen a James era que tenía un carácter irascible y que los inversionistas no confiaban en él. Eso solo ayudó a que ambos hermanos se distanciaran y que el rencor de James creciera. Por culpa de esos dos viejos mugrosos ella había tenido que sufrir cinco años de relación con un hombre al que no amaba. —Shirley, querida —la vieja insoportable llegó a su lado y le acarició el rostro para limpiarle las lágrimas falsas—. No hace falta que me cuentes nada, ya lo sé todo, estoy tan indignada. —Entonces sabes que tu hijo me engañó y con una pordiosera —sollozó sobre el hombro de Elena—. La ha
Kathleen se encerró en la habitación después de que las palabras que William le dijo a Shirley la hirieran. Sabía que se estaba comportando de forma estúpida, pero él tenía el poder de hacerle creer que la veía como alguien importante. Cuando le grito a Shirley que nunca habría tenido nada con ella y que solo era su empleada, sintió como si la hubieran golpeado en el pecho. Ni las cosas hirientes que decía esa mujer o la madre de Will, le habían provocado tanto dolor como ese desengaño. La culpable no era otra que ella. El que la hubiera traído a su casa, que la tomara de la mano y la defendiera, solo había provocado que sus sentimientos tomaran alas de nuevo y creyera que era posible. Que tal vez él…Se escondió en el baño por si venía a reclamarle por haber escuchado la conversación, pero Will no llegó, así que se tomó una ducha y acabó por dormirse mientras dejaba salir entre lágrimas todo lo que había ocurrido ese día. No esperó que, al abrir los ojos, lo iba a encontrar a él m
Había pasado una semana desde que Kath se fue a vivir con William y, exceptuando cuando la llevó al doctor para que le dieran su tratamiento, sus cortas charlas habían sido por mensaje. En el hospital le aconsejaron mantenerse en reposo durante siete días y ya se habían cumplido. Clarisse, una de las empleadas de Will, había sido su sombra todo el tiempo. Casi le había faltado mantenerse a su lado cuando iba al baño. Por más que el reposo le hubiera resultado muy agobiante, debía reconocer que se encontraba mucho mejor. Se sentía llena de energía y extrañaba con todo su ser a William.Cuando despertaba él ya se había marchado a trabajar y la saludaba con un mensaje para saber cómo descansó. A lo largo del día hacía lo mismo para saber cómo se encontraba, si se había tomado los medicamentos, si había comido, si estaba bien, si necesitaba algo… ¡A él! Kath lo necesitaba a él, pero jamás se lo diría. No entendía por qué la había llevado a vivir a su casa si pensaba dejarla sola. Él le
A James le sorprendió ver el aspecto de la mujer que traía de cabeza a su hermanito el perfecto. Estaba acostumbrado a las bellezas con las que había salido Will, que esperaba tener frente a él a alguien mucho más despampanante que Shirley. Sin embargo, la mujer que se encontraba frente a él, mirándolo con ojos soñadores, era bastante común y anodina. Lo más significativo que podía sacar de ella era que tenía una bonita figura de reloj de arena, pero a él le gustaban las féminas más llamativas, más llena de curvas, esa chica ni pecho tenía e iba demasiado cubierta.No entendía por qué su hermano había roto sus principios por alguien tan corriente y poca cosa, pero tampoco se iba a volver loco buscando los motivos. Estaba allí para seducirla. Al principio creyó que se encontraría a la típica mujer sin escrúpulos que había encandilado a su gemelo con sus encantos. Pensó que podría llevarla a su terreno de la misma forma en que lo hizo con Shirley. Pero en cuanto la vio y se percató de
William llegó a su casa casi las dos de la madrugada.Esa noche había decidido salir con Oliver en un intento de disfrutar de su soltería y sacarse de la mente a Kath. El que seguía siendo su amigo a pesar de que lo golpeara, le organizó una cita con la amiga de su pareja. Aunque fue un completo desastre. La mujer era simpática, muy agradable y tenía buena conversación, pero él solo podía pensar en la reticente mamá de su futuro hijo. ¿Qué le ocurría? Intentó fijarse en cada mujer que se le acercaba y en todas ellas encontraba un «pero». Es linda, pero no tiene su cabello, es agradable, pero no se le ruborizan las mejillas como a ella, es bonita, pero… Pero no es Kath. Estaba agotado de no poder dormir, pasaba las noches en vela pensando que ella estaba en su cama y a unos pasos de él. Cada noche se metía en su habitación como un vulgar ladrón solo por observarla dormir. Parecía un acosador, no quería ni imaginar qué pasaría si ella se diera cuenta del insano deseo que sentía cada