Will vio a Kath enrojecer al escuchar la insistencia con que llamaban a la puerta.—Qué vergüenza —susurró—. Lo habrán escuchado todo.—Que lo escuchen, solo podrán decir que soy un hombre afortunado.Comenzaron a vestirse con rapidez, pero poco podían hacer para disimular lo ocurrido.El cabello de su esposa estaba despeinado, sus ojos brillaban y sus mejillas tenían ese tono rosado. Se veía preciosa, y la verdad no quería que nadie más que él la viera en ese estado, pero la insistencia con la que tocaban la puerta le decía que era algo importante.Cuando estuvieron presentables, William se dirigió a la puerta y abrió. Oliver se encontraba al otro lado, se notaba un poco avergonzado.—No quería interrumpir, amigo —dijo al ver la expresión de molestia que Will tenía—. Pero tu madre y tu hermano están aquí. El momento ha llegado, tu madre exige que entregues la herencia de tu padre y tu hermano anda dando órdenes como si fuera el dueño y señor de la empresa.—Está bien, dile al abogado
Su hermano se levantó y lo miró con odio.Los de seguridad se acercaron a él y tuvo que contenerse.—Lo que el señor Hudson quiere decir —explicó el abogado—. Es que, de forma legal, una vez invalidado el testamento, a James le corresponde usar el nombre de la empresa en caso de que quiera comenzar de cero. Además de un bonito almacén abandonado donde en la actualidad la empresa se encuentra registrada.»Sobre el dinero de la herencia, el señor Hudson ya hizo uso de él y en la cláusula dice muy claro que se debe devolver lo que haya en este momento. Y lo que hay es un dólar.Su abogado finalizó con una sonrisa.Oliver se apresuró a intervenir. Él también tenía preparada la información que le había pedido que recopilara.Les dio un gráfico tanto a su madre como a su hermano. Ninguno lo tomó y lo dejaron sobre la mesa. Ambos parecían incapaces de decir nada.—Si lo desean, ahí pueden ver el crecimiento financiero de la empresa desde que está en manos de William, la fortuna que él posee
—¡No puedo creer que esto esté pasando! —gritó Elena.Había llevado a su hijo James al antiguo despacho de su padre, en aquella zona podían hablar con mayor tranquilidad al ser menos transitada por los empleados.—Yo sí podía esperar algo así de mi hermano —siseó James con los dientes apretados y lleno de furia—. Si fue capaz de casarse con ella a pesar de tus objeciones, ese imbécil es capaz hasta de ponerse frente a una bala por esa mujer, está idiotizado. Lo que sí no puedo creer es que fueras incapaz de cerciorarte de que ese abogado hiciera las cosas bien.—¿Ahora la culpable soy yo? Tenía que ocuparme de muchas cosas en ese momento —se defendió—. William siempre fue muy generoso conmigo, todavía tengo suficiente dinero en el banco y mis joyas. ¡Esto es una desgracia! Esa mujer no descansará hasta vernos humillados.—Yo también tengo mis negocios —respondió su hijo—, no tan legales como a ti te gustaría, madre, pero no soy el inútil que crees.Elena sonrió a su hijo y se dirigió
Kath y William llegaron a casa cuando ya había anochecido.—Amor, ¿te importa que le enseñe a Mariana las fotos del ultrasonido? —le preguntó a su marido.La cocinera era lo más parecido a una madre que había tenido en mucho tiempo, y ahora que sabía que para Will también esa mujer fue un apoyo en su infancia, la quería mucho más.—Claro, cariño —dijo y le dio un beso—. Seguro le hace ilusión verlos. Yo iré a darme una ducha y a ponerme cómodo. No te demores mucho y te bañas conmigo, ¿sí?Su marido le puso esa mirada de chantaje a la que no se podía resistir y no pudo decirle que no.—Solo se lo muestro y ahora voy contigo.Will sonrió, feliz de salirse con la suya y comenzó a alejarse.Kath se dirigió a la cocina para ver si Mariana se encontraba allí y la vio terminando de preparar la cena. Se mostraba más seria que de costumbre, pero en cuanto la vio le sonrió.—Hola, mi niña, te ves muy contenta. ¿Has pasado el día fuera con el principito? Por cierto, por dónde anda. Estoy termina
—¿A qué vino ese comportamiento? —le preguntó su esposo apenas entraron en la habitación.Ella no le habló enseguida, estaba furiosa.Le dio la espalda y comenzó a buscar ropa para darse una ducha.«Que ni sueñe que me voy a duchar con él», pensó.Sentía mucha ira y no era en contra de él. Era por culpa de esa mujer que desde que había llegado no dejaba de intentar metérsele por los ojos a su marido.Era bonita, tenía que reconocerlo. Muy bonita, con su cabello pelirrojo, sus pecas y esos ojos verdes…Sentía la mirada de William seguirla a través de la habitación mientras ella abría y cerraba los cajones.Cuando tuvo todo, se fue al baño, cerró la puerta y escuchó un grito.—Pero, Kath, ¡¿qué te pasa?! Casi me rompes la nariz.Su marido entró al baño y cruzó los brazos por encima de su pecho.—Vete, me quiero duchar. —Sin importarle que estuviera ahí comenzó a desnudarse y conforme lo hacía le lanzaba la ropa a él—. ¿Por qué sigues aquí?—Porque te recuerdo que la idea de la ducha fue
Esa noche volvió a ocurrir lo mismo.Estaban casi terminando de cenar cuando Bella apareció caminando como si nada.Kath le lanzó una mirada que decía: «te lo dije» y su esposo se puso serio.—Veo que ya puedes caminar —dijo William en voz alta, pero Bella no se dio por aludida y él repitió—: Bella, veo que ya puedes caminar sin problemas.La mujer, al ver que le hablaba a ella, se acercó caminando con sensualidad hasta colocarse junto a Will.Mariana y Kath se miraron, la cocinera frunció el ceño y negó con la cabeza, pero Kathleen ya no pensaba repetirlo más.Ella le había contado a su marido lo que pensaba, de lo que se había dado cuenta y lo incómoda que se sentía. Si aún sabiéndolo, a él no le importaba, no pensaba hacer nada más.Que asumiera las consecuencias.—Sí, el doctor dijo que no me había hecho daño y que seguro me dolía porque el golpe era reciente. Aunque me continúa doliendo aquí. —Señaló su muslo y se lo acarició subiéndose el uniforme.—Muy bien —pronunció Will con
Elena no podía creer el cambio que había dado su hijo James desde lo ocurrido con el testamento.Prácticamente se había mudado a la mansión y pasaba mucho tiempo a su lado.En la última semana no se había sentido muy bien y él la había estado cuidando todo el tiempo.—¿No has sabido nada de William? —preguntó—. No puedo descansar bien pensando en que un día llegará esa mujer a echarnos de aquí. Creo que por los nervios es que tengo mal el estómago.—Claro, mamá, es por eso. Ya te lo dijo el doctor que mandé a llamar, lo que tienes es nervioso.—Sí, hijo, seguro es eso. Voy a dormir un poco, no me siento demasiado bien.—Yo mismo te subiré la comida para que no tengas que bajar y te canses. —Elena le iba a decir que no tenía apetito, pero en aquel momento James era lo único que le quedaba y no pensaba hacer nada que hiciera que él se marchara.—Sí, hijo, si quieres puedes venir a comer conmigo. Y hablamos… De cualquier cosa.Su hijo por un momento la miró con burla, pero fue tan efímer
Consiguieron llegar al garaje sin ser detectados.El hombre encendió una pequeña linterna para poder ver a su alrededor.El lugar era muy espacioso y había varios automóviles.—Cuales son los que usan —gruñó el desconocido a su lado.Bella señaló primero al lugar en el que estaba el coche que generalmente usaba el señor Hudson.—Ese de ahí es el que agarra cuando sale a trabajar y este —dijo señalando al nuevo—, es el que lleva su esposa las pocas veces que sale o cuando van juntos. ¿Qué vas a hacer?El hombre la miró, pero no pudo verle el rostro con la poca luz de la linterna.Aunque por la voz, sabía que no lo conocía. Quizá lo mejor era eso, cuanto menos supiera mejor.—¿Tú que crees? —le dijo y le dio una palmadita en el trasero. Bella aguantó la rabia, ya no estaba en el prostíbulo para ser tratada así, pero le tocó callarse—. Haré lo que me pidieron y por lo que se me paga.Bella se apartó lo más que pudo y se quedó esperando en la oscuridad mientras el hombre se iba a acercand