Bella intentó salir detrás del matrimonio, pero Clarisse la interceptó y se colocó en su camino.—¿Dónde crees que vas? ¿Piensas que no me di cuenta de cómo vas detrás del señor Hudson?—Déjame pasar, tengo algo que hacer —dijo decidida.Solo quería asegurarse de que él señor Hudson no agarraba ninguno de los coches que aquel hombre manipuló la noche anterior.Una vez que se quedara tranquila, vería la forma de acercarse a su esposa y confesarle todo.—Claro, tienes que ir a enseñarle tus piernas al señor Hudson, pues lo harás sobre mi cadáver. Tú, pedazo de…, ya sabes, no te acercarás al marido de mi amiga porque antes te desgreño. ¡Ah, y tampoco a Raimon!Bella se frotó el rostro, desesperada.—¡Quítate, Clarisse! —Intentó hacerla a un lado, pero la mujer estaba empecinada con no dejarla pasar.—En cuanto entre la señora le diré que ibas detrás de su esposo. ¿Por qué eres así? Búscate el tuyo, ella sufrió mucho para que llegue una como tú a intentar fastidiar su relación.—¡Solo quí
Cuando Kath despertó se encontraba cobijada entre los brazos de uno de los guardias.Este corría entrando a urgencias y gritaba pidiendo un doctor.Aturdida, sintió como la colocaban en una camilla y el guardia le explicaba con brevedad al médico lo que estaba sucediendo.—Will, mi marido —intentó decir cuando una nueva contracción le recorrió el vientre y se encogió en la camilla.Se la llevaron enseguida mientras le pedían que se calmara, pero ella no podía dejar de preguntar por su esposo y nadie le daba respuesta.—Tiene que calmarse, señora —le dijo una enfermera—. Hágalo por su bebé.Los ojos se le llenaron de lágrimas al sentir de nuevo el terrible pinchazo en el vientre.—No permita que los pierda —rogó—. Por favor, no puedo perderlos.Su sueño no se cumpliría, Will debía estar bien.Fue solo una pesadilla, él se lo había dicho, todo debía serlo. Quizá todavía estaba en la cama.Los doctores comenzaron a hacerle pruebas y en cuanto vieron lo que ocurrían, le colocaron una medi
—Señora Hudson —dijo Benjamín con calma y un tono demasiado amable—. Usted acabó hospitalizada por un incidente que le causó demasiado estrés. El doctor ha recomendado mucho que no se altere. Descanse.—Dígame la verdad —le exigió—. Es… Es una orden.—Está bien —suspiró al darse cuenta de que ella no se rendiría—, pero debe permanecer calmada.Cuando Benjamín comenzó a explicarle, Kath no sabía lo que esperar.Le explicó que en el momento de lo ocurrido él y otros dos guardias la trajeron al hospital.El resto se quedó para investigar lo sucedido.—¿Eso quiere decir que no saben nada? —preguntó ella al ver que solo le contaba detalles y que no le daba información alguna.—No, no quise decir eso… Pero es mejor que usted descanse y se quede tranquila. Nosotros lo resolveremos.—¿De la misma forma que evitaron que ocurriera? ¿De esa forma? —lo atacó Kathleen sin poder soportarlo más.—Tiene razón, ocurrió delante de nuestras narices y no lo vimos. Lo siento muchísimo, señora Hudson.Kath
—En este momento no podría decirle con certeza la gravedad de los daños, eso lo sabremos cuando despierte —le explicó el doctor—. Aunque los golpes visibles parezcan muy aparatosos, en realidad el señor Hudson no ha sufrido ninguna rotura de huesos.»Algunas de las heridas han sido provocadas por el mismo cinturón de seguridad, pero son superficiales y gracias a que lo llevaba puede decir que está vivo.—¿Quiere decir que se recuperará pronto? —La esperanza de Kathleen se renovó y una sonrisa se asomó a su rostro, pero desapareció en cuanto la expresión del doctor cambió.—El mayor daño se lo llevó su cabeza, por la zona del golpe debió chocar con la puerta provocando el primer impacto. Por la fuerza y la velocidad, su cerebro ha sufrido un movimiento que ha podido afectar gravemente a las células nerviosas. Hasta que la inflamación en su cabeza no remita y despierte, no podremos saber con exactitud la magnitud de los daños.—Entiendo doctor —susurró, los recuerdos le andaban dando v
Cuando William despertó no sabía dónde se encontraba, ni qué había ocurrido.Por suerte, los recuerdos fueron llegando poco a poco.—¿Recuerda su nombre? —le preguntó el doctor.Él no contestó enseguida, sí recordaba su nombre, pero quería saber cómo estaba Kathleen.—Mi esposa —murmuró con la voz rasposa—. ¿Dónde está mi esposa?El doctor sonrió como si su pregunta le resultara graciosa.—Parece ser que ambos tienen la misma costumbre, su esposa también tiene revolucionado a todo el hospital porque no quiere quedarse en su habitación y pregunta cada cinco minutos por usted.—Traiga a mi esposa, quiero verla —repitió.Le dolía la cabeza y el cuerpo, pero la primera imagen que llegó a su mente fue la de Kathleen despidiéndolo en la casa con la expresión triste y preocupada.—Cuando termine de reconocerlo, aunque por lo que puedo observar, sus recuerdos están bien. ¿Cómo se llama?—William Hudson —gruñó—. Mi coche se quedó sin frenos y lo siguiente que recuerdo es ver su cara preguntánd
William estuvo ingresado más de un mes en el hospital porque, aunque en principio sus lesiones no resultaron de gravedad, sí le dejaron algunas secuelas que tardaban en sanar.En cuanto el embarazo de Kath se normalizó y dejó de estar en riesgo de perder a los bebés, ella tomó el control de la casa, de la seguridad y de cuidar a su marido.Por más que Will se quejó, que exigió que dejaran de ocultarle las cosas y que gritó a diestro y siniestro que él era el jefe, ni todos sus gruñidos lograron que los problemas interfirieran en su recuperación.Después del incidente, Bella fue detenida, pero la mujer tenía tanto miedo que no quería hablar ni decir los motivos que la habían llevado a provocar el accidente de su esposo.Al final, fueron los mensajes de su teléfono los que delataron a su cómplice, pero antes de que saliera su orden de captura, los padres de ella habían denunciado su desaparición.En ese momento Shirley se encontraba en búsqueda y captura por intento de homicidio, pero n
—¡Ya estamos en casa! —dijo Kathleen saludando a los empleados que se habían acercado a recibirlos con mucha alegría.—Que bueno que ya hayan llegado, estábamos muy preocupados por usted señor Hudson. —Apareció Clarisse, Kath llevaba semanas sin verla, los guardias le habían prohibido ir al hospital.—Yo también me alegro de estar en casa —contestó William.—Señor Hudson, que bueno que no haya estirado la pata y que su esposa y los bebés estén bien. Pasamos mucho miedo cuando se desmayó. La tendría que haber visto cuando se enteró del accidente…—Raimon, ¿por qué no vas a traerme unas flores para la habitación de William? Anda, ve y calla —murmuró Kathleen, pero su esposo muy interesado no le dejó marchar.—Ah, Raimon, mi empleado preferido y el más hablador de todos. No necesito flores, mejor ven, me hace falta una charla de amigos.El jardinero miró a Kath y a Will sin saber bien a quién obedecer.—Ve, Raimon, se rindió Kath.Tarde o temprano William se enteraría de lo cerca que hab
Cuando Kath llegó a la mansión de los Hudson acompañada de sus guardias, fue el mismo mayordomo que llamó por teléfono el que abrió la puerta.—Señora Hudson, que bueno que decidió venir, ¿y su marido? —el hombre la dejó pasar a ella y fue a pedirle a los guardias que se quedaran en el exterior, pero Benjamín dio un paso al frente—. Es mejor que esperen fuera, es un asunto delicado —dijo el mayordomo.Kath no sabía qué pensar de la actitud de Thomas, realmente parecía muy nervioso, pero ella no pensaba arriesgarse a entrar a esa casa sin ellos.—Mis guardias vienen conmigo, o nos vamos todos y el asunto se queda sin solucionar. No sé qué prefiera, pero sin ellos no entro —ordenó Kathleen con voz grave y decidida.Thomas se frotó las manos y la miró implorante.—Está bien, señora Hudson, pero a la habitación solo pasará usted, ellos esperarán en el pasillo. No quiero problemas, yo llamé al señor Hudson sin tener autorización y no quiero que eso me cause inconvenientes. Es mi puesto de