Kath y William llegaron a casa cuando ya había anochecido.—Amor, ¿te importa que le enseñe a Mariana las fotos del ultrasonido? —le preguntó a su marido.La cocinera era lo más parecido a una madre que había tenido en mucho tiempo, y ahora que sabía que para Will también esa mujer fue un apoyo en su infancia, la quería mucho más.—Claro, cariño —dijo y le dio un beso—. Seguro le hace ilusión verlos. Yo iré a darme una ducha y a ponerme cómodo. No te demores mucho y te bañas conmigo, ¿sí?Su marido le puso esa mirada de chantaje a la que no se podía resistir y no pudo decirle que no.—Solo se lo muestro y ahora voy contigo.Will sonrió, feliz de salirse con la suya y comenzó a alejarse.Kath se dirigió a la cocina para ver si Mariana se encontraba allí y la vio terminando de preparar la cena. Se mostraba más seria que de costumbre, pero en cuanto la vio le sonrió.—Hola, mi niña, te ves muy contenta. ¿Has pasado el día fuera con el principito? Por cierto, por dónde anda. Estoy termina
—¿A qué vino ese comportamiento? —le preguntó su esposo apenas entraron en la habitación.Ella no le habló enseguida, estaba furiosa.Le dio la espalda y comenzó a buscar ropa para darse una ducha.«Que ni sueñe que me voy a duchar con él», pensó.Sentía mucha ira y no era en contra de él. Era por culpa de esa mujer que desde que había llegado no dejaba de intentar metérsele por los ojos a su marido.Era bonita, tenía que reconocerlo. Muy bonita, con su cabello pelirrojo, sus pecas y esos ojos verdes…Sentía la mirada de William seguirla a través de la habitación mientras ella abría y cerraba los cajones.Cuando tuvo todo, se fue al baño, cerró la puerta y escuchó un grito.—Pero, Kath, ¡¿qué te pasa?! Casi me rompes la nariz.Su marido entró al baño y cruzó los brazos por encima de su pecho.—Vete, me quiero duchar. —Sin importarle que estuviera ahí comenzó a desnudarse y conforme lo hacía le lanzaba la ropa a él—. ¿Por qué sigues aquí?—Porque te recuerdo que la idea de la ducha fue
Esa noche volvió a ocurrir lo mismo.Estaban casi terminando de cenar cuando Bella apareció caminando como si nada.Kath le lanzó una mirada que decía: «te lo dije» y su esposo se puso serio.—Veo que ya puedes caminar —dijo William en voz alta, pero Bella no se dio por aludida y él repitió—: Bella, veo que ya puedes caminar sin problemas.La mujer, al ver que le hablaba a ella, se acercó caminando con sensualidad hasta colocarse junto a Will.Mariana y Kath se miraron, la cocinera frunció el ceño y negó con la cabeza, pero Kathleen ya no pensaba repetirlo más.Ella le había contado a su marido lo que pensaba, de lo que se había dado cuenta y lo incómoda que se sentía. Si aún sabiéndolo, a él no le importaba, no pensaba hacer nada más.Que asumiera las consecuencias.—Sí, el doctor dijo que no me había hecho daño y que seguro me dolía porque el golpe era reciente. Aunque me continúa doliendo aquí. —Señaló su muslo y se lo acarició subiéndose el uniforme.—Muy bien —pronunció Will con
Elena no podía creer el cambio que había dado su hijo James desde lo ocurrido con el testamento.Prácticamente se había mudado a la mansión y pasaba mucho tiempo a su lado.En la última semana no se había sentido muy bien y él la había estado cuidando todo el tiempo.—¿No has sabido nada de William? —preguntó—. No puedo descansar bien pensando en que un día llegará esa mujer a echarnos de aquí. Creo que por los nervios es que tengo mal el estómago.—Claro, mamá, es por eso. Ya te lo dijo el doctor que mandé a llamar, lo que tienes es nervioso.—Sí, hijo, seguro es eso. Voy a dormir un poco, no me siento demasiado bien.—Yo mismo te subiré la comida para que no tengas que bajar y te canses. —Elena le iba a decir que no tenía apetito, pero en aquel momento James era lo único que le quedaba y no pensaba hacer nada que hiciera que él se marchara.—Sí, hijo, si quieres puedes venir a comer conmigo. Y hablamos… De cualquier cosa.Su hijo por un momento la miró con burla, pero fue tan efímer
Consiguieron llegar al garaje sin ser detectados.El hombre encendió una pequeña linterna para poder ver a su alrededor.El lugar era muy espacioso y había varios automóviles.—Cuales son los que usan —gruñó el desconocido a su lado.Bella señaló primero al lugar en el que estaba el coche que generalmente usaba el señor Hudson.—Ese de ahí es el que agarra cuando sale a trabajar y este —dijo señalando al nuevo—, es el que lleva su esposa las pocas veces que sale o cuando van juntos. ¿Qué vas a hacer?El hombre la miró, pero no pudo verle el rostro con la poca luz de la linterna.Aunque por la voz, sabía que no lo conocía. Quizá lo mejor era eso, cuanto menos supiera mejor.—¿Tú que crees? —le dijo y le dio una palmadita en el trasero. Bella aguantó la rabia, ya no estaba en el prostíbulo para ser tratada así, pero le tocó callarse—. Haré lo que me pidieron y por lo que se me paga.Bella se apartó lo más que pudo y se quedó esperando en la oscuridad mientras el hombre se iba a acercand
Bella intentó salir detrás del matrimonio, pero Clarisse la interceptó y se colocó en su camino.—¿Dónde crees que vas? ¿Piensas que no me di cuenta de cómo vas detrás del señor Hudson?—Déjame pasar, tengo algo que hacer —dijo decidida.Solo quería asegurarse de que él señor Hudson no agarraba ninguno de los coches que aquel hombre manipuló la noche anterior.Una vez que se quedara tranquila, vería la forma de acercarse a su esposa y confesarle todo.—Claro, tienes que ir a enseñarle tus piernas al señor Hudson, pues lo harás sobre mi cadáver. Tú, pedazo de…, ya sabes, no te acercarás al marido de mi amiga porque antes te desgreño. ¡Ah, y tampoco a Raimon!Bella se frotó el rostro, desesperada.—¡Quítate, Clarisse! —Intentó hacerla a un lado, pero la mujer estaba empecinada con no dejarla pasar.—En cuanto entre la señora le diré que ibas detrás de su esposo. ¿Por qué eres así? Búscate el tuyo, ella sufrió mucho para que llegue una como tú a intentar fastidiar su relación.—¡Solo quí
Cuando Kath despertó se encontraba cobijada entre los brazos de uno de los guardias.Este corría entrando a urgencias y gritaba pidiendo un doctor.Aturdida, sintió como la colocaban en una camilla y el guardia le explicaba con brevedad al médico lo que estaba sucediendo.—Will, mi marido —intentó decir cuando una nueva contracción le recorrió el vientre y se encogió en la camilla.Se la llevaron enseguida mientras le pedían que se calmara, pero ella no podía dejar de preguntar por su esposo y nadie le daba respuesta.—Tiene que calmarse, señora —le dijo una enfermera—. Hágalo por su bebé.Los ojos se le llenaron de lágrimas al sentir de nuevo el terrible pinchazo en el vientre.—No permita que los pierda —rogó—. Por favor, no puedo perderlos.Su sueño no se cumpliría, Will debía estar bien.Fue solo una pesadilla, él se lo había dicho, todo debía serlo. Quizá todavía estaba en la cama.Los doctores comenzaron a hacerle pruebas y en cuanto vieron lo que ocurrían, le colocaron una medi
—Señora Hudson —dijo Benjamín con calma y un tono demasiado amable—. Usted acabó hospitalizada por un incidente que le causó demasiado estrés. El doctor ha recomendado mucho que no se altere. Descanse.—Dígame la verdad —le exigió—. Es… Es una orden.—Está bien —suspiró al darse cuenta de que ella no se rendiría—, pero debe permanecer calmada.Cuando Benjamín comenzó a explicarle, Kath no sabía lo que esperar.Le explicó que en el momento de lo ocurrido él y otros dos guardias la trajeron al hospital.El resto se quedó para investigar lo sucedido.—¿Eso quiere decir que no saben nada? —preguntó ella al ver que solo le contaba detalles y que no le daba información alguna.—No, no quise decir eso… Pero es mejor que usted descanse y se quede tranquila. Nosotros lo resolveremos.—¿De la misma forma que evitaron que ocurriera? ¿De esa forma? —lo atacó Kathleen sin poder soportarlo más.—Tiene razón, ocurrió delante de nuestras narices y no lo vimos. Lo siento muchísimo, señora Hudson.Kath