Will condujo esperanzado para visitar a Kath, pero antes de ir, decidió tomar un rumbo distinto y hacer una parada en el camino.En ese momento no sabía cómo, solo tenía claro que debía solucionarlo porque la vida sin ella se había tornado demasiado lúgubre. Su corazón le decía que ella le amaba, por más que la mente le creara demasiadas dudas.Se alejó de su destino para adentrarse en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Se detuvo frente a una joyería y sonrió.Desde que Oliver le había comentado lo de su supuesta boda, una idea no había dejado de rondarle en la cabeza, pero antes debía convencer a Kath y hablar con Shirley. No sabía si ella estaba al tanto de los planes de su madre, pero no quería provocarle más daño del que ya le había hecho. Él sabía lo que dolía un corazón roto, lo estaba sufriendo a diario y no le deseaba a su expareja ese mal y menos una humillación. Necesitaba enfrentarla y hacerle entender que entre ellos todo se había acabado, pero que siempre cuida
Kath había ido a la revisión con el doctor ese día.Era la primera vez que acudía sin Will, pero no se sorprendió cuando un chofer enviado por él llegó hasta su casa para llevarla.«No se olvida de sus hijos», pensó Kath y sintió como el peso de la preocupación que había tenido desde que se marchó comenzaba a desaparecer. Tenía que dejar de desconfiar de William, él no los abandonaría como le sugirió su madre. Sería un buen padre.Al menos esperaba que no lo hiciera mientras durara el embarazo. No lo estaba llevando nada bien. La nueva doctora que la atendió ese día, le había insistido en que debía vivir más relajada y con menos estrés porque eso estaba afectando a su embarazo.Sí, William no la había acompañado en esa ocasión, pero se había asegurado de que cambiaran el anterior doctor por una mujer. Ese hombre y sus celos.Kath no pudo evitar esbozar una sonrisa mientras cambiaba una y otra vez de canal en la televisión. Era extraño vivir sin gente alrededor, sin su familia, pero ne
—¡Sí! —gritó y al momento se arrepintió—. ¡No!, levántate, Will. ¿Estás loco? La bigamia está prohibida y te recuerdo que tú vas a casarte con Shirley.William no se levantó, continuó en la misma postura y sin apartar el precioso anillo. Era hermoso, demasiado bonito para caminar con él puesto por su barrio y no acabar sin un dedo cuando se lo intentaran robar.—Con la única mujer que voy a casarme es contigo, te amo, Kath. ¿Tú has dejado de amarme? —Él parecía tan vulnerable en aquel momento, arrodillado frente a ella que tuvo que decirle la verdad.Kath se acercó y le colocó una mano en su mejilla. William cerró los ojos un instante, como si estuviera disfrutando de su contacto.—No creo que pueda dejar de amarte, pero es justo por eso que debo decir que no.Él colocó la mano sobre la de ella y se levantó. Sin soltarla, cerró la cajita con el anillo de compromiso y la dejó sobre su palma.—¿Por qué pretendes que seamos infelices separados cuando podemos ser felices juntos? Has confe
A William le costó dormir esa noche, pero al final el cansancio terminó por vencerlo. Tenía miedo de despertar y encontrarse de nuevo solo en la cama.Cuando despertó, su pesadilla parecía haberse hecho realidad, Kath no se encontraba a su lado. De un salto se levantó, desnudo, y salió de la habitación.La encontró en mitad de la sala, con una bandeja en las manos y los ojos muy abiertos.Ella lo recorrió con la mirada y la bandeja tembló. Una vez que el susto inicial pasó, sonrió al darse cuenta de la forma en que ella se lo comía con los ojos.—¿Todavía no te has cansado de verme desnudo, futura esposa? —preguntó pagado de sí mismo.William era muy consciente de su atractivo.—No creo que me canse nunca, futuro esposo, pero será mejor que te cubras. Iba a llevarte el desayuno a la cama, por una vez, me toca a mí cuidar de ti.Él arqueó una ceja, sin creerse demasiado sus motivos.—Claro, querías cuidar de mí… Seguro que no fue que tu estómago no soportó un minuto más sin llenarse, ¿
A William le costó encontrar al que fue el abogado de su padre.Al parecer el hombre se había retirado y ya no era parte del bufete, pero después de explicarle a algunos de sus compañeros de quién era hijo y que quería verlo por un tema personal, accedieron a darle su dirección.—Buenos días, Joel —saludó al hombre y le estrechó la mano—. No sé si me recuerde, hace ya algunos años que nos vimos, soy el hijo de…—Richard Hudson, ¿cuál de los dos eres? Nunca aprendí a distinguirlos —dijo colocándose bien las gafas en el puente de la nariz—. Pero pasa, pasa, no te quedes ahí fuera.—Soy William y claro, será un placer.—¡Oh, el pequeño Will! Sí, sí, te recuerdo bien. Ven, siéntate, ¿no quieres jugar al dominó?—La verdad es que venía por un asunto muy importante…—Nada mejor para hablar de asuntos importantes que una partidita al dominó.Diez partidas después Will estaba desesperado.—Joel, ¿te acuerdas del testamento de mi padre? —preguntó para ver si así conseguía la información que ne
—¡Cariño! —Shirley contoneó las caderas de forma exagerada mientras caminaba hacia él—. Te estuve esperando anoche, ¿se puede saber dónde dormiste? —Will la retó con la mirada y ella, en lugar de gritar como siempre, agachó la cabeza—. Lo siento, a veces olvido que ya solo me quieres porque estoy embarazada de tu hijo y que ya no tengo derecho a reprocharte nada.William, dispuesto a seguir en el papel para llevar a cabo su plan, soportó las ganas que tenía de decirle lo que había visto y sacarla de la casa. Pero la venganza era un plato que se servía en frío, tendría que aguantar, eso no significaba que lo hiciera de la mejor forma.—Al parecer vamos a casarnos, así que supongo que estás en tu derecho de reclamarme.—Estás molesto, ¿verdad? Sé que no es lo que querías… —Ella intentó acercarse y echarle los brazos sobre los hombros, pero él se apartó—. Will, no seas así, ya verás que cuando estemos casados todo cambiará, volveremos a estar como antes. Yo te amo, lo sabes y tú me amas
Kath llevaba casi una semana sin ver a Will y casi siempre la comunicación que mantenían era de noche antes de ir a dormir.Agradecía mucho la compañía de Mariana y Clarisse. William las había enviado para que no estuviera sola y le encantaba tenerlas allí.Al ser una casa pequeña, pasaban más tiempo hablando entre ellas, bromeando y rellenando los momentos en compañía. Se sentía demasiado bien tener amigas, aunque el cariño hacia la cocinera era mucho más maternal.—Qué pena que no estés soltera, tengo un padre, ¿sabes? Y sigue de muy buen ver.—Soy felizmente casada, niña, aunque si se me ocurre abandonar a mi marido ya sé que tú me quieres de madrastra. Mariana y Kath estaban regresando de un paseo y de comprar algunas cosas, cuando su vecina Carmen les salió al encuentro.La mujer vivía sola y su pasatiempo preferido era estar pendiente de la ventana.—Han estado preguntado por ti —le soltó apenas la vio y sin saludar.—¡¿Por mí?! —preguntó Mariana—. No me diga, ¿y era guapo? Ves
Kath no pudo soportar quedarse callada y terminó por contarle a William lo que había ocurrido con su madre y con Shirley mientras hablaban por teléfono en la noche.—Siento que hayas tenido que pasar por eso de nuevo —le dijo él y, aunque intentaba disimular, se le notaba mucho el coraje que aquello le daba—. Y más siento haber estado tan ciego, pero puedes estar segura de que se van a arrepentir.—No es necesario que discutas más con tu madre, Will. Puede no soportarme, está en su derecho de no quererme, pero no continuará deseándole la muerte a mis hijos. La próxima vez, practicaré con ella mi lanzamiento de zapatilla.—Creo que también puse mucho de mi parte para que también sean míos, ¿o ya se te olvidó? Parece que te lo tendré que recordar en cuanto nos veamos.—¿Y eso cuándo será? —Deseaba que el tiempo finalizara, se suponía que debían mantenerse separados hasta el momento de la boda que su madre había organizado en la catedral, pero lo extrañaba mucho.—Más pronto de lo que im