Kath no pudo soportar quedarse callada y terminó por contarle a William lo que había ocurrido con su madre y con Shirley mientras hablaban por teléfono en la noche.—Siento que hayas tenido que pasar por eso de nuevo —le dijo él y, aunque intentaba disimular, se le notaba mucho el coraje que aquello le daba—. Y más siento haber estado tan ciego, pero puedes estar segura de que se van a arrepentir.—No es necesario que discutas más con tu madre, Will. Puede no soportarme, está en su derecho de no quererme, pero no continuará deseándole la muerte a mis hijos. La próxima vez, practicaré con ella mi lanzamiento de zapatilla.—Creo que también puse mucho de mi parte para que también sean míos, ¿o ya se te olvidó? Parece que te lo tendré que recordar en cuanto nos veamos.—¿Y eso cuándo será? —Deseaba que el tiempo finalizara, se suponía que debían mantenerse separados hasta el momento de la boda que su madre había organizado en la catedral, pero lo extrañaba mucho.—Más pronto de lo que im
Oliver le había informado que Kathleen ya estaba en la casa.Lo imaginó cuando vio aparecer a Mariana y a Clarisse, pero todavía no había rastro de ella.—Tranquilo, la dejé hablando con su padre. Si no hubieras insistido en que todo fuese sorpresa, no la tendrías ahora intentando huir —le comentó Oliver a su lado.Tuvo que organizar todo muy rápido, él que siempre se había dedicado a los negocios y no tenía la menor idea sobre bodas.En realidad, contrató a una planificadora de eventos, pero la estuvo llamando cada hora solo para asegurarse de que todo estaría a tiempo.Estaba muy nervioso, ¡estaba muy histérico!, debía reconocer.Evitar a la prensa en todo momento había sido difícil. Cualquier detalle que saliera publicado sobre él y que alertara a su familia era peligroso.Pero había conseguido concluir todo antes de tiempo y en cuanto finalizara la boda se llevaría a Kathleen.No soportaba estar más tiempo alejado de ella. Se ocultarían por cuatro días, pero lo harían juntos esta
Al terminar la ceremonia, se acercaron para saludar a los que estaban presentes y se dirigieron a firmar las actas de matrimonio.Al menos eso era lo que Kath pensaba.Cuando ambos firmaron y Kath alzó el rostro del documento, lo hizo con una sonrisa.—Es el primer contrato que me haces firmar que me gusta de verdad —le dijo ella para aligerar el ambiente.Will le sonrió, se mostraba muy feliz, pero ella podía notar que algo estaba ocurriendo. Lo podía ver en la forma en que el abogado y él se miraban.Kath iba a levantarse del asiento, cuando el abogado la interrumpió.—Señora Hudson. —Ella no se dio por aludida hasta que el abogado volvió a llamar su atención—. Señora Hudson todavía debe firmar unas copias…—Dios mío, yo soy la señora Hudson —dijo señalándose a sí misma—. Claro, qué tengo que firmar.Kathleen no podía evitar sonreír, estaba tan emocionada que firmaría todo cuanto antes.—Mi amor, no lo hagas todavía —le aconsejó William y le colocó la mano sobre el documento.—Willi
Después de la ceremonia y de que Kath y él pasaran un tiempo con los invitados, decidió que era hora de que se marcharan.Ahora que todo estaba listo, y aunque todavía no podía hacer público su matrimonio, quería perderse durante unos días con su esposa.Por el momento, le había puesto seguridad al padre de Kath y a su hermano. Creía que su familia no haría nada en contra de ella mientras la bomba no estuviera destapada, pero prefería prevenir.Él no permitiría que se acercaran a ella, pero podían intentar hacerle daño a través de su familia.Will prefirió no decirle los pensamientos que cruzaban por su mente cuando le pidió que firmara los documentos, realmente deseaba que sus sospechas fueran falsas, pero si no era así… Tal vez su padre no había muerto de causas naturales.Por más que así lo hicieran creer.No tenía una prueba, solo sospechas, pero era demasiado extraño que el personal médico que atendió a su padre hubiera desaparecido y que no quedara registro alguno de su enfermed
El tiempo pasó demasiado rápido, más de lo que Kath hubiera querido.Ya era el último día que pasarían en Honolulu. Había disfrutado del lugar y de la compañía de Will.A veces todavía le costaba creer que aquello fuese real, recordaba en muchas ocasiones los cinco años que estuvo trabajando para su empresa.La cantidad de veces que él pasó por su lado, saludando a todos, siempre con su distintivo buen humor y ella lo miraba como alguien inalcanzable.Pero su marido era muy real, alguien de carne y hueso y era mucho mejor que en las ilusiones que se hacía en su mente.—¿En qué piensas? —le preguntó junto a su oído—. Estás muy callada.Se encontraban en el interior del jacuzzi de la habitación. William estaba detrás de ella y Kath se había sentado en medio de su piernas.—En que ya mañana tenemos que regresar y en que te amo —le dijo con sinceridad.—Sé que me amas, me lo demuestras en todo momento y yo te amo a ti, aunque me costó darme cuenta al principio.—¿Cuándo descubriste que me
Llegó el día en que se tuvieron que marchar de Honolulu y tras un largo vuelo tuvieron que separarse.Kath había regresado a su casa para pasar la última noche, en la mañana vendrían a ayudarla a arreglarse para su boda por la iglesia y la llevarían escoltada hasta la catedral.Will, por su parte, debía visitar a su madre y a Shirley para hacerles ver que todo estaba bien.—¡Clarisse, Mariana, ya llegué!Kath encontró a ambas mujeres acostadas una en cada sofá y muy centradas viendo una novela turca.—¡Ay, qué susto me llevé! —se quejó Clarisse llevándose la mano al pecho y levantándose para ir a su encuentro—. Pero si viene bronceada y con esa sonrisa que se nos pone cuando nos dan hasta para regalar.—¡Señorita Yema de huevo sé más educada! —la regañó Mariana—. Discúlpala niña, desde que anda tonteando con Raimon está con las hormonadas desatadas.—Me he enamorado, Kath yo creo que he encontrado a quien me arregle el jardín de por vida, ahora cada vez que me llama yema en lugar de C
El día había llegado, todo estaba listo.Su madre había invitado a toda la flor y nata de la sociedad.La mayoría de los periodistas esperaban fuera de la catedral, pero a los medios más populares y de más repercusión mediática se les permitió la entrada con las cámaras.Él se había asegurado de que el momento quedara inmortalizado y que no hubiera dinero suficiente para evitar que la noticia corriera como la pólvora.Sentía tanta ira en su interior que casi no se reconocía a sí mismo. En ese instante, y con el deseo de venganza pulsando en sus venas era el vivo retrato de su hermano.William había llegado temprano.Se encontraba en el altar con Oliver a su lado.Shirley se hacía esperar como la novia que creía que era, mientras todos los invitados lo miraban expectantes.Su hermano estaba sentado en la primera línea de asientos junto a su madre.Will retó a su hermano con la mirada y este lo miró con burla.Su gemelo debía estar divirtiéndose mucho al creer que iba a casarse con Shir
Kathleen vio como sus damas de honor se desquitaban con Shirley, todavía la atención de los invitados estaba puesta en sus amigas y nadie se había percatado de que ella, junto a dos guardias de seguridad, se encontraban colocados en la entrada.Cuando la marcha nupcial comenzó a sonar, supo que había llegado el momento.Alzó el rostro y dejó de pensar en que era una humilde limpiadora. Ella era la esposa de William, la futura madre de sus hijos y la que tenía en su poder la fortuna de los Hudson.Se repitió en su mente las palabras de su marido: «Nunca más te humillará nadie».Kath sonrió a su esposo que la miraba desde el altar.Por su gesto, ahora era él quien estaba aguantando el no salir a su encuentro, pero ella puso su mejor expresión de felicidad para que supiera que estaba bien. —¡Tú, gata callejera! ¡¿Cómo te atreves a aparecer por aquí?! —le gritó Shirley a la vez que se alzaba el vestido y corría hacia ella con la indignación en sus facciones.Kathleen no se amedrentó, al