Kathleen vio como sus damas de honor se desquitaban con Shirley, todavía la atención de los invitados estaba puesta en sus amigas y nadie se había percatado de que ella, junto a dos guardias de seguridad, se encontraban colocados en la entrada.Cuando la marcha nupcial comenzó a sonar, supo que había llegado el momento.Alzó el rostro y dejó de pensar en que era una humilde limpiadora. Ella era la esposa de William, la futura madre de sus hijos y la que tenía en su poder la fortuna de los Hudson.Se repitió en su mente las palabras de su marido: «Nunca más te humillará nadie».Kath sonrió a su esposo que la miraba desde el altar.Por su gesto, ahora era él quien estaba aguantando el no salir a su encuentro, pero ella puso su mejor expresión de felicidad para que supiera que estaba bien. —¡Tú, gata callejera! ¡¿Cómo te atreves a aparecer por aquí?! —le gritó Shirley a la vez que se alzaba el vestido y corría hacia ella con la indignación en sus facciones.Kathleen no se amedrentó, al
Shirley estaba furiosa.No podía creerse lo ocurrido ni que Will la hubiera humillado de esa forma.Lo había hecho públicamente, todo el mundo ahora sabía lo ocurrido.Sería la hazmerreír de todas sus amigas.—¡Ah, m@ldito William me las pagarás! —gritó en cuanto llegó a su casa y comenzó a romper todos los adornos que iba encontrando—. ¡Y esa gata, acabaré con ella!—Tranquila, hija —le dijo su padre que venía detrás de ella y la intentó sujetar cuando se arrancó el velo y comenzó a pisotearlo—. William podrá creer que, como no me está yendo muy bien en los negocios, estoy acabado, pero se equivoca, todavía tengo contactos y esto no va a quedar así.—¡Los quiero muertos, a los dos! —bramó y se aferró a los brazos de su padre—. Quiero que sufran, que no tengan un solo momento de felicidad y que mueran. ¡Los odio!Su padre la abrazó, pero ella no quería cariño, quería venganza.—Esto pasará, en cuanto salga un escándalo nuevo la gente se olvidará de lo ocurrido —su padre intentó calmar
—Pobre de Kath —le dijo Clarisse a Raimon buscando sacar conversación con el jardinero.—Dirás la señora Hudson, yemita, que ahora es tu patrona. La doña, la del dinero, la que te puede despedir, no te tomes tantas confianzas.—Antes que nada es mi amiga, y ella misma me ha pedido que la siga llamando por su nombre. —Clarisse se acercó más a él para ver si se percataba de su interés, pero él no hizo el mínimo gesto para mirarla.Raimon estaba muy ocupado mirando a la chica nueva moverse por la cocina, pero después se fijó en Kath. —Pues tienes razón, se ve algo triste, pero cuando viene el señor Hudson se le quita. —En ese momento el jardinero la miró y ella aleteó sus pestañas con coquetería. En respuesta él le sopló el ojo con fuerzas.—¡¿Qué haces, bruto?!—¿Qué quieres que haga?, estabas haciendo cosas raras con los ojos, pensé que se te había metido algo. Encima que quiero ayudar, todavía me insultan. —Clarisse se cruzó de brazos, molesta porque nada de lo que intentaba hacía qu
—¡Will! —Kath se lanzó a los brazos de su marido en cuanto lo vio llegar.Los últimos días había estado llegando tan tarde del trabajo que apenas cenaba se quedaba dormido.Él le abrió los brazos para recibirla.—Solo hace unas horas que no me ves, mi amor —le dijo besándola en los labios—. Pero yo también te extraño. Al menos puedo darme el lujo de dormir contigo.—Sé que estás muy ocupado y que por nuestra boda estás teniendo problemas…William le colocó el dedo índice sobre los labios.—Todo esto pasará, lo solucionaré y podré estar más tiempo contigo, pero hoy, sin importar nada, yo te acompañaré al doctor para que podamos ver a nuestros bebés.Kath escuchó unos pasos a su espalda y se dio la vuelta.—Señor Hudson, qué bueno verlo por la casa —lo saludó Bella con un tono demasiado sensual—. Preparé un postre, ¿no quiere probarlo?A la vez que miraba a su marido, la chica se acariciaba el nacimiento de los senos con el dedo.Kath se tensó entre los brazo de Will y él la miró, extra
Will vio a Kath enrojecer al escuchar la insistencia con que llamaban a la puerta.—Qué vergüenza —susurró—. Lo habrán escuchado todo.—Que lo escuchen, solo podrán decir que soy un hombre afortunado.Comenzaron a vestirse con rapidez, pero poco podían hacer para disimular lo ocurrido.El cabello de su esposa estaba despeinado, sus ojos brillaban y sus mejillas tenían ese tono rosado. Se veía preciosa, y la verdad no quería que nadie más que él la viera en ese estado, pero la insistencia con la que tocaban la puerta le decía que era algo importante.Cuando estuvieron presentables, William se dirigió a la puerta y abrió. Oliver se encontraba al otro lado, se notaba un poco avergonzado.—No quería interrumpir, amigo —dijo al ver la expresión de molestia que Will tenía—. Pero tu madre y tu hermano están aquí. El momento ha llegado, tu madre exige que entregues la herencia de tu padre y tu hermano anda dando órdenes como si fuera el dueño y señor de la empresa.—Está bien, dile al abogado
Su hermano se levantó y lo miró con odio.Los de seguridad se acercaron a él y tuvo que contenerse.—Lo que el señor Hudson quiere decir —explicó el abogado—. Es que, de forma legal, una vez invalidado el testamento, a James le corresponde usar el nombre de la empresa en caso de que quiera comenzar de cero. Además de un bonito almacén abandonado donde en la actualidad la empresa se encuentra registrada.»Sobre el dinero de la herencia, el señor Hudson ya hizo uso de él y en la cláusula dice muy claro que se debe devolver lo que haya en este momento. Y lo que hay es un dólar.Su abogado finalizó con una sonrisa.Oliver se apresuró a intervenir. Él también tenía preparada la información que le había pedido que recopilara.Les dio un gráfico tanto a su madre como a su hermano. Ninguno lo tomó y lo dejaron sobre la mesa. Ambos parecían incapaces de decir nada.—Si lo desean, ahí pueden ver el crecimiento financiero de la empresa desde que está en manos de William, la fortuna que él posee
—¡No puedo creer que esto esté pasando! —gritó Elena.Había llevado a su hijo James al antiguo despacho de su padre, en aquella zona podían hablar con mayor tranquilidad al ser menos transitada por los empleados.—Yo sí podía esperar algo así de mi hermano —siseó James con los dientes apretados y lleno de furia—. Si fue capaz de casarse con ella a pesar de tus objeciones, ese imbécil es capaz hasta de ponerse frente a una bala por esa mujer, está idiotizado. Lo que sí no puedo creer es que fueras incapaz de cerciorarte de que ese abogado hiciera las cosas bien.—¿Ahora la culpable soy yo? Tenía que ocuparme de muchas cosas en ese momento —se defendió—. William siempre fue muy generoso conmigo, todavía tengo suficiente dinero en el banco y mis joyas. ¡Esto es una desgracia! Esa mujer no descansará hasta vernos humillados.—Yo también tengo mis negocios —respondió su hijo—, no tan legales como a ti te gustaría, madre, pero no soy el inútil que crees.Elena sonrió a su hijo y se dirigió
Kath y William llegaron a casa cuando ya había anochecido.—Amor, ¿te importa que le enseñe a Mariana las fotos del ultrasonido? —le preguntó a su marido.La cocinera era lo más parecido a una madre que había tenido en mucho tiempo, y ahora que sabía que para Will también esa mujer fue un apoyo en su infancia, la quería mucho más.—Claro, cariño —dijo y le dio un beso—. Seguro le hace ilusión verlos. Yo iré a darme una ducha y a ponerme cómodo. No te demores mucho y te bañas conmigo, ¿sí?Su marido le puso esa mirada de chantaje a la que no se podía resistir y no pudo decirle que no.—Solo se lo muestro y ahora voy contigo.Will sonrió, feliz de salirse con la suya y comenzó a alejarse.Kath se dirigió a la cocina para ver si Mariana se encontraba allí y la vio terminando de preparar la cena. Se mostraba más seria que de costumbre, pero en cuanto la vio le sonrió.—Hola, mi niña, te ves muy contenta. ¿Has pasado el día fuera con el principito? Por cierto, por dónde anda. Estoy termina