El tiempo pasó demasiado rápido, más de lo que Kath hubiera querido.Ya era el último día que pasarían en Honolulu. Había disfrutado del lugar y de la compañía de Will.A veces todavía le costaba creer que aquello fuese real, recordaba en muchas ocasiones los cinco años que estuvo trabajando para su empresa.La cantidad de veces que él pasó por su lado, saludando a todos, siempre con su distintivo buen humor y ella lo miraba como alguien inalcanzable.Pero su marido era muy real, alguien de carne y hueso y era mucho mejor que en las ilusiones que se hacía en su mente.—¿En qué piensas? —le preguntó junto a su oído—. Estás muy callada.Se encontraban en el interior del jacuzzi de la habitación. William estaba detrás de ella y Kath se había sentado en medio de su piernas.—En que ya mañana tenemos que regresar y en que te amo —le dijo con sinceridad.—Sé que me amas, me lo demuestras en todo momento y yo te amo a ti, aunque me costó darme cuenta al principio.—¿Cuándo descubriste que me
Llegó el día en que se tuvieron que marchar de Honolulu y tras un largo vuelo tuvieron que separarse.Kath había regresado a su casa para pasar la última noche, en la mañana vendrían a ayudarla a arreglarse para su boda por la iglesia y la llevarían escoltada hasta la catedral.Will, por su parte, debía visitar a su madre y a Shirley para hacerles ver que todo estaba bien.—¡Clarisse, Mariana, ya llegué!Kath encontró a ambas mujeres acostadas una en cada sofá y muy centradas viendo una novela turca.—¡Ay, qué susto me llevé! —se quejó Clarisse llevándose la mano al pecho y levantándose para ir a su encuentro—. Pero si viene bronceada y con esa sonrisa que se nos pone cuando nos dan hasta para regalar.—¡Señorita Yema de huevo sé más educada! —la regañó Mariana—. Discúlpala niña, desde que anda tonteando con Raimon está con las hormonadas desatadas.—Me he enamorado, Kath yo creo que he encontrado a quien me arregle el jardín de por vida, ahora cada vez que me llama yema en lugar de C
El día había llegado, todo estaba listo.Su madre había invitado a toda la flor y nata de la sociedad.La mayoría de los periodistas esperaban fuera de la catedral, pero a los medios más populares y de más repercusión mediática se les permitió la entrada con las cámaras.Él se había asegurado de que el momento quedara inmortalizado y que no hubiera dinero suficiente para evitar que la noticia corriera como la pólvora.Sentía tanta ira en su interior que casi no se reconocía a sí mismo. En ese instante, y con el deseo de venganza pulsando en sus venas era el vivo retrato de su hermano.William había llegado temprano.Se encontraba en el altar con Oliver a su lado.Shirley se hacía esperar como la novia que creía que era, mientras todos los invitados lo miraban expectantes.Su hermano estaba sentado en la primera línea de asientos junto a su madre.Will retó a su hermano con la mirada y este lo miró con burla.Su gemelo debía estar divirtiéndose mucho al creer que iba a casarse con Shir
Kathleen vio como sus damas de honor se desquitaban con Shirley, todavía la atención de los invitados estaba puesta en sus amigas y nadie se había percatado de que ella, junto a dos guardias de seguridad, se encontraban colocados en la entrada.Cuando la marcha nupcial comenzó a sonar, supo que había llegado el momento.Alzó el rostro y dejó de pensar en que era una humilde limpiadora. Ella era la esposa de William, la futura madre de sus hijos y la que tenía en su poder la fortuna de los Hudson.Se repitió en su mente las palabras de su marido: «Nunca más te humillará nadie».Kath sonrió a su esposo que la miraba desde el altar.Por su gesto, ahora era él quien estaba aguantando el no salir a su encuentro, pero ella puso su mejor expresión de felicidad para que supiera que estaba bien. —¡Tú, gata callejera! ¡¿Cómo te atreves a aparecer por aquí?! —le gritó Shirley a la vez que se alzaba el vestido y corría hacia ella con la indignación en sus facciones.Kathleen no se amedrentó, al
Shirley estaba furiosa.No podía creerse lo ocurrido ni que Will la hubiera humillado de esa forma.Lo había hecho públicamente, todo el mundo ahora sabía lo ocurrido.Sería la hazmerreír de todas sus amigas.—¡Ah, m@ldito William me las pagarás! —gritó en cuanto llegó a su casa y comenzó a romper todos los adornos que iba encontrando—. ¡Y esa gata, acabaré con ella!—Tranquila, hija —le dijo su padre que venía detrás de ella y la intentó sujetar cuando se arrancó el velo y comenzó a pisotearlo—. William podrá creer que, como no me está yendo muy bien en los negocios, estoy acabado, pero se equivoca, todavía tengo contactos y esto no va a quedar así.—¡Los quiero muertos, a los dos! —bramó y se aferró a los brazos de su padre—. Quiero que sufran, que no tengan un solo momento de felicidad y que mueran. ¡Los odio!Su padre la abrazó, pero ella no quería cariño, quería venganza.—Esto pasará, en cuanto salga un escándalo nuevo la gente se olvidará de lo ocurrido —su padre intentó calmar
—Pobre de Kath —le dijo Clarisse a Raimon buscando sacar conversación con el jardinero.—Dirás la señora Hudson, yemita, que ahora es tu patrona. La doña, la del dinero, la que te puede despedir, no te tomes tantas confianzas.—Antes que nada es mi amiga, y ella misma me ha pedido que la siga llamando por su nombre. —Clarisse se acercó más a él para ver si se percataba de su interés, pero él no hizo el mínimo gesto para mirarla.Raimon estaba muy ocupado mirando a la chica nueva moverse por la cocina, pero después se fijó en Kath. —Pues tienes razón, se ve algo triste, pero cuando viene el señor Hudson se le quita. —En ese momento el jardinero la miró y ella aleteó sus pestañas con coquetería. En respuesta él le sopló el ojo con fuerzas.—¡¿Qué haces, bruto?!—¿Qué quieres que haga?, estabas haciendo cosas raras con los ojos, pensé que se te había metido algo. Encima que quiero ayudar, todavía me insultan. —Clarisse se cruzó de brazos, molesta porque nada de lo que intentaba hacía qu
—¡Will! —Kath se lanzó a los brazos de su marido en cuanto lo vio llegar.Los últimos días había estado llegando tan tarde del trabajo que apenas cenaba se quedaba dormido.Él le abrió los brazos para recibirla.—Solo hace unas horas que no me ves, mi amor —le dijo besándola en los labios—. Pero yo también te extraño. Al menos puedo darme el lujo de dormir contigo.—Sé que estás muy ocupado y que por nuestra boda estás teniendo problemas…William le colocó el dedo índice sobre los labios.—Todo esto pasará, lo solucionaré y podré estar más tiempo contigo, pero hoy, sin importar nada, yo te acompañaré al doctor para que podamos ver a nuestros bebés.Kath escuchó unos pasos a su espalda y se dio la vuelta.—Señor Hudson, qué bueno verlo por la casa —lo saludó Bella con un tono demasiado sensual—. Preparé un postre, ¿no quiere probarlo?A la vez que miraba a su marido, la chica se acariciaba el nacimiento de los senos con el dedo.Kath se tensó entre los brazo de Will y él la miró, extra
Will vio a Kath enrojecer al escuchar la insistencia con que llamaban a la puerta.—Qué vergüenza —susurró—. Lo habrán escuchado todo.—Que lo escuchen, solo podrán decir que soy un hombre afortunado.Comenzaron a vestirse con rapidez, pero poco podían hacer para disimular lo ocurrido.El cabello de su esposa estaba despeinado, sus ojos brillaban y sus mejillas tenían ese tono rosado. Se veía preciosa, y la verdad no quería que nadie más que él la viera en ese estado, pero la insistencia con la que tocaban la puerta le decía que era algo importante.Cuando estuvieron presentables, William se dirigió a la puerta y abrió. Oliver se encontraba al otro lado, se notaba un poco avergonzado.—No quería interrumpir, amigo —dijo al ver la expresión de molestia que Will tenía—. Pero tu madre y tu hermano están aquí. El momento ha llegado, tu madre exige que entregues la herencia de tu padre y tu hermano anda dando órdenes como si fuera el dueño y señor de la empresa.—Está bien, dile al abogado