CAPÍTULO 23

La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas transparentes del dormitorio de Ava, proyectando un brillo plateado sobre su figura solitaria. Yacía en su cama, inmóvil como una estatua, mientras la agitación del día proyectaba sombras en su mente.

Desde la pelea con Alejandro en la empresa, Sebastián salió de prisa y no regresó, era casi media noche y Sebastián no llegaba a casa.

Pero a medida que pasaban las horas sin señales de él, la fatiga tiraba de sus párpados, arrullándola en un sueño reacio.

En el paisaje de sus sueños, Ava se encontró envuelta en calidez y un embriagador sentido de pertenencia. Las manos de Sebastian trazaron los contornos de su piel, su toque encendió un fuego que bailó por sus venas. Sus labios se encontraron en un beso febril, una fusión de deseo y conexión profunda que la dejó sin aliento, anhelando más.

La naturaleza exhibicionista de Ava tomó el control de sus sueños cuando se encontró vestida con un camisón diáfano de color verde esmeralda, l
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