la puerta, la encontró en el elegante salón, donde los muebles antiguos y las cortinas pesadas le daban un aire de solemnidad y rigidez. Marie estaba sentada en su sillón favorito, con un libro en las manos y una copa de vino en la mesa a su lado.Al verlo entrar de esa manera, con el ceño fruncido y los puños apretados, levantó la vista y esbozó una sonrisa fría.—¿Qué te trae por aquí, Alexandre? —preguntó, dejando el libro a un lado.Alexandre cerró la puerta con un golpe seco y se acercó, su respiración agitada y sus ojos brillando con rabia contenida.—¿Cómo pudiste? —dijo, su voz baja pero cargada de indignación—. ¿Envenenar a Ava y Sebastián? ¡Eso no formaba parte de los planes! No voy a convertirme en un asesino, madre.Marie lo miró con desdén, su sonrisa desapareciendo lentamente.—Merecen lo peor, Alexandre —respondió, con una voz que goteaba veneno—. Ellos mataron a tu padre. Son los verdaderos asesinos aquí.Alexandre sacudió la cabeza, acercándose más a ella, su figura i
Antony caminaba por los pasillos de la universidad, su mente sumida en un torbellino de pensamientos y preocupaciones. Las sombras de la reciente revelación sobre el envenenamiento de Ava y Sebastián lo perseguían, y la complejidad de sus sentimientos hacia Angela lo mantenía en un estado de constante tensión. Sin previo aviso, una mano firme lo agarró del brazo y lo jaló con fuerza hacia una de las habitaciones del conserje. La puerta se cerró con un golpe seco detrás de él, sumiéndolo en una penumbra sofocante.—¿Qué demonios estás haciendo, Valentina? —exclamó Antony, su voz una mezcla de sorpresa y furia contenida.Valentina lo miró con determinación, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y desesperación.—Esto es una locura, Valentina. Por dos razones: soy tu maestro y tu tío.Valentina alzó la barbilla, su expresión desafiando cualquier intento de razón.—No eres mi tío de verdad —respondió con firmeza—. Y lo de profesor a ti no te importa. Angela también es tu alumna.A
Alexandre llegó a la casa Montenegro y se dirigió hacia el jardín, donde encontró a Ava regando algunas plantas. El sol del atardecer iluminaba el lugar, creando un ambiente tranquilo y acogedor. Ava, con su rostro sereno y concentrado en su tarea, no notó de inmediato la presencia de Alexandre.—Buenas tardes, Ava —dijo Alexandre con una sonrisa, acercándose.Ava levantó la mirada y sonrió al verlo.—¡Alexandre! Qué sorpresa verte por aquí. ¿Cómo estás? —preguntó mientras dejaba de regar las plantas y se acercaba a él.—Estoy bien, gracias. Pero quería saber cómo te encuentras tú —respondió Alexandre, su tono reflejando genuina preocupación.Ava asintió con una leve sonrisa.—Me encuentro bien, mejorando cada día. Gracias por preguntar.Alexandre asintió, notando la fortaleza en su voz.—Me alegra escuchar eso. También me enteré de que ahora eres el novio de Valeria.Ava sonrió aún más, su expresión se suavizó.—Sí, así es. Valeria me lo contó, y debo decir que me siento muy feliz po
—No puedo imaginar lo difícil que debe ser para ti, Alexandre. Pero no estás solo. Estoy aquí contigo —dijo Valeria, susurrando contra su cuello.Alexandre cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de consuelo que Valeria le proporcionaba. Había algo en su abrazo, en la forma en que lo sostenía, que hacía que todo lo demás se desvaneciera momentáneamente.Cuando Valeria se separó ligeramente para mirarlo a los ojos, Alexandre sintió una necesidad urgente e inexplicable. Había estado luchando con este sentimiento durante días, una necesidad que no entendía completamente, pero que ahora era imposible de ignorar. Miró los ojos de Valeria, sus labios ligeramente entreabiertos, y antes de que pudiera detenerse, se inclinó hacia ella.El beso fue suave al principio, una simple conexión de labios, pero pronto se intensificó. Alexandre sintió una oleada de emociones mezcladas: alivio, deseo, y una profunda conexión que no había sentido antes. Valeria respondió al beso, sus manos subie
La oficina de Sebastián era un santuario de orden y precisión. Desde el brillante escritorio de caoba hasta las paredes decoradas con certificados y premios, todo reflejaba el éxito y la diligencia del hombre que la ocupaba. Sin embargo, la serenidad de ese espacio se vio bruscamente interrumpida cuando su teléfono sonó con insistencia. Era Martha, su asistente, con una urgencia en su voz que nunca había escuchado antes.—Sebastián, tienes que venir a la empresa de inmediato. Bastián ha decidido invertir en una nueva empresa y... ha perdido una gran suma de dinero.El mundo de Sebastián se sacudió. Sin perder un segundo, se levantó y salió de su despacho, su mente llena de preguntas y temores. Conducía con rapidez, cada segundo aumentando su ansiedad. ¿Cómo podía haber sucedido esto? ¿En qué estaba pensando Bastián?Al llegar a la empresa, su corazón latía con fuerza. Subió a grandes zancadas las escaleras hasta la oficina de su hijo. Bastián estaba sentado detrás de su escritorio, la
Bastián manejaba furioso por las calles de la ciudad, el eco de la pelea con su padre resonando en su mente. El dolor y la frustración se mezclaban en su interior, creando un torbellino de emociones que necesitaba desahogar. Le había escrito a su novia, Angy, pero sabía que necesitaba más, alguien con quien realmente pudiera hablar. Angela había sido su confidente durante años, pero después de su declaración, no se atrevió a escribirle para no incomodarla.Sin pensarlo demasiado, giró el volante en dirección a la casa de Angela. El impulso lo llevó hasta allí, pero al llegar, se dio cuenta de su error. No podía simplemente aparecer después de lo que había pasado. Con un suspiro de resignación, dio la vuelta, decidido a dejarla en paz. Pero entonces, algo llamó su atención.A lo lejos, vio a Angela en un auto con un hombre. Detuvo su propio vehículo y observó, su corazón acelerándose cuando vio que se besaban. El rostro del hombre se hizo claro cuando ellos se separaron, y Bastián sin
Los pasillos de la universidad estaban llenos de murmullos y risas, pero para Valeria, todo parecía un eco distante. Caminaba al lado de su hermana Valentina, sumida en sus pensamientos. Desde aquella noche con Alexandre, había pasado una semana entera sin recibir una llamada, un mensaje, ni siquiera una mirada de su parte en la universidad. La ausencia de Alexandre la atormentaba, llenándola de dudas y miedos.Valentina notó la distracción de su hermana y frunció el ceño.—¿Qué te pasa, Vale? —preguntó, su voz teñida de preocupación.Valeria suspiró profundamente, sus ojos llenos de una tristeza que no podía ocultar.—Tuve relaciones con Alexandre —confesó en un susurro—. —¿Y me lo dices hasta ahora? —le grito Valentina a su hermana. —¡Shhhh! Cállate!—Pero eso es grandioso. —exlcamó con orgullo Valentina. —Desde ese día no he sabido nada de él. Tengo miedo de haberlo asustado, de haber hecho algo mal. —dijo avergonzada Valeria. Valentina se quedó en silencio por un momento, asi
Angela seguía el auto de Bastián con una mezcla de preocupación y determinación. Desde hace una semana, tras la acalorada discusión con Sebastián, Bastián había desaparecido, dejando a su familia en la incertidumbre. Ava, su madre, estaba desesperada por su regreso, pero ninguna de sus llamadas había sido respondida, ningún mensaje contestado. Angela, sabiendo que Bastián tenía un apartamento secreto que solo ella conocía, decidió que era hora de ir a buscarlo.Cuando llegó al edificio, el corazón de Angela latía con fuerza. Subió al ascensor con nerviosismo, observando cómo los números de los pisos subían lentamente. Al llegar a su destino, justo cuando las puertas del ascensor se abrieron, vio a Bastián despidiéndose de una mujer en el pasillo. La mujer era claramente mayor, algo que la sorprendió profundamente. Se despidieron con un beso, y Angela se escondió rápidamente detrás de una columna, espiando mientras la mujer se alejaba.Cuando la mujer finalmente desapareció en el asc