Una disculpa por el atraso en mis actualizaciones, lamentablemente mi papá y mi abuelita fueron diagnosticados con cáncer y ha sido difícil tratar a ambos al mismo tiempo. Espero su comprensión.
Ángela se encontraba en su habitación, el resplandor tenue del atardecer se filtraba a través de las cortinas, bañando el espacio con una luz dorada. Desde hacía varias semanas, no había recibido ningún mensaje de Bastián. Desde aquel beso apasionado, el silencio entre ellos se había vuelto ensordecedor. Ella tampoco había tomado la iniciativa de escribirle, y aunque sus pensamientos a menudo volvían a ese momento, su vida ahora estaba ocupada en otros asuntos, principalmente en intentar llamar la atención de Antony antes que su prima Valentina.Esa tarde, Antony las había llevado a casa de Ángela. El trayecto había estado lleno de risas y bromas, pero Ángela no podía dejar de notar la forma en que Valentina miraba a Antony, con una mezcla de admiración y deseo. Una vez que Antony las dejó, Ángela decidió que era el momento de hablar seriamente con su prima.—Valentina, necesito hablar contigo —dijo Ángela, su voz firme mientras cerraba la puerta de su habitación.Valentina se giró,
Ava se encontraba en su estudio de diseño, inmersa en telas, bocetos y muestras de colores. La luz del sol se filtraba por las grandes ventanas, llenando el espacio con un resplandor cálido que acentuaba la vibrante creatividad del lugar. Estaba tan absorta en su trabajo que no oyó cuando llamaron a la puerta.De pronto, una figura familiar apareció en la entrada. Era Antony, su amigo de años, con una expresión sería que contrastaba con su usual sonrisa despreocupada. Ava levantó la vista y se alegró de verlo, apartando por un momento sus preocupaciones y obligaciones.—¡Antony! —exclamó, dejando a un lado un rollo de tela—. Qué sorpresa verte por aquí. ¿Cómo te ha ido en la universidad?Antony no respondió de inmediato. En lugar de eso, sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta y se lo tendió a Ava. Ella tomó el sobre con curiosidad y un leve presentimiento de inquietud.—¿Qué es esto? —preguntó mientras lo abría.Dentro encontró un documento oficial del tribunal. Sus ojos r
La tarde había llegado con un manto de pesadez, cubriendo la mansión Montenegro con una atmósfera tensa. Ava, Sebastián y Antony se reunieron en el amplio estudio de la casa, sus rostros reflejando la seriedad del momento. Las palabras que estaban a punto de intercambiar cambiarían la dinámica familiar para siempre.Ava, con los ojos enrojecidos y la voz quebrada, había confesado todo a su esposo. Ahora, era momento de enfrentarse a Antony, que esperaba respuestas con una mezcla de confusión y determinación. Sebastián, con su postura firme, tomó la palabra.—Antony —comenzó Sebastián, su voz grave llenando el silencio—, lo que estás a punto de escuchar es algo que hemos guardado en secreto durante mucho tiempo.Antony asintió, su mirada fija en él, esperando entender la verdad que había descubierto de manera tan abrupta. Ava tomó la mano de Sebastián, buscando apoyo, mientras él continuaba.—Ammy estaba embarazada cuando fue encarcelada —dijo Sebastián, su voz cargada de un dolor prof
Antony caminaba por el campus universitario, sus pensamientos enmarañados por la revelación reciente sobre Ammy y la incógnita de cuál de las mellizas podría ser su hija. La brisa fresca del atardecer no lograba despejar su mente, pero sus pasos lo llevaban con determinación hacia la salida. Justo antes de cruzar el umbral de la puerta principal, se encontró con Valentina, quien parecía perdida en sus propios pensamientos.—¡Valentina! —exclamó, con una sonrisa forzada en el rostro—. Qué casualidad encontrarte aquí. ¿Te gustaría tomar un café?Ella levantó la mirada, sorprendida pero complacida por la invitación. Asintió con entusiasmo, su rostro iluminándose con una sonrisa genuina.—Claro, Antony. Me encantaría.Caminaron juntos hacia una pequeña cafetería cerca del campus, un lugar acogedor con mesas de madera y un aroma a café recién molido que llenaba el aire. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver el ajetreo de los estudiantes que pasaban. Antony pi
Valeria y Alexandre se estacionaron a una distancia prudente de la casa Montenegro. Valeria miró a Alexandre, su expresión llena de determinación.—Necesito que me ayudes a buscar información sobre Ammy —dijo, su voz apenas un susurro.—¿Por ese motivo me pediste que te trajera a tu casa? —inquirió Alexandre. —Tengo que descubrir la verdad Alexandre, solo puedo confiar en ti. Alexandre asintió, comprendiendo la seriedad de la situación. Además él también estaba interesado en saber sobre Ammy. Se bajaron del auto y caminaron hacia la entrada. Desde el jardín, vieron a Ava ocupada con sus plantas, su rostro relajado mientras trabajaba.—Distráela, por favor. Necesito entrar a la oficina de mi papá sin que se dé cuenta —le pidió Valeria.Alexandre se acercó al jardín y saludó a Ava con una sonrisa encantadora.—¡Hola, señora Ava! ¿Cómo está tu tobillo? —preguntó con genuino interés.Ava levantó la vista, sorprendida al verlo.—Oh, Alexandre, estoy bien, gracias. ¿Qué te trae por aquí?
Alexandre llegó a casa de su madre, quien había estado de viaje, cargado con una inquietud que no podía seguir conteniendo y un secreto que podría interesarle. El sonido de la puerta al cerrarse detrás de él resonó en el amplio vestíbulo, y el eco pareció llevar consigo la gravedad de su pregunta. Buscó a su madre por la casa hasta encontrarla en el salón, donde la luz del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas, bañando todo con un suave tono dorado.—Mamá. —¡Hijo! Estaba por llamarte, quería verte. —¿Conoces a una tal Ammy Wilson? —preguntó Alexandre de inmediato, sin preámbulos, su voz firme pero cargada de curiosidad y urgencia.Marie, quien estaba colocando unos libros en la estantería, se volvió lentamente hacia él. La sorpresa se dibujó en su rostro—¿Cómo sabes sobre Ammy Wilson? —respondió.Alexandre se acercó, tomando asiento en uno de los sofás mientras mantenía su mirada fija en su madre.—Valeria Montenegro. Ella mencionó el nombre y algo sobre una hija
Lili se acercó apresuradamente a Ava, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio.—Él está aquí —anunció Lili, casi sin aliento.El corazón de Ava dio un vuelco de esperanza, convencida de que Sebastián finalmente había llegado. Sin embargo, al girarse hacia la primera fila, vio a su hijo Bastián sentado, observando expectante el inicio del desfile. Una oleada de decepción la invadió, aunque trató de ocultarlo detrás de una sonrisa forzada. Sabía que no podían retrasar más el evento; el público ya estaba ansioso y expectante.—Sebastián…—suspiró el nombre de su esposo—. Iniciemos el desfile. —le indicó a Lili. El desfile comenzó con una explosión de colores y texturas. Las modelos desfilaron con gracia y elegancia, mostrando las nuevas creaciones de Ava. Los asistentes observaban maravillados, aplaudiendo y murmurando elogios sobre la originalidad y belleza de la colección. Las mellizas, Valentina y Valeria, fueron las encargadas de clausurar el desfile, luciendo con orgullo los
La noche había caído en un manto de serenidad mientras el auto de Alexandre recorría las calles tranquilas, dirigiéndose hacia la casa de los Montenegro. La fiesta había terminado, y las luces de la ciudad destellaban suavemente en la distancia. Ava y Valeria estaban sentadas en el vehículo, cada una inmersa en sus propios pensamientos. Alexandre, al volante, mantenía una conversación ligera con Ava, agradeciendo el honor de llevarlas a casa.—Gracias por el favor, Alexandre —dijo Ava con una sonrisa cansada, pero agradecida.—Lo hago con gusto, Ava. Siempre es un placer ayudar —respondió él, devolviéndole la sonrisa. —Realmente fue mala suerte tener el auto con dos neumáticos sin aire. Justo cuando Ava y Valeria estaban por subir al auto, sé percataron que dos de los neumáticos están totalmente aplastados por la falta de aire, Alexandre se encontraba cerca y se ofreció a llevarlas. —Es una lástima que el Señor Montenegro no estuviera presente en el desfile, se perdió de un éxito i