Alexandre llegó a casa de su madre, quien había estado de viaje, cargado con una inquietud que no podía seguir conteniendo y un secreto que podría interesarle. El sonido de la puerta al cerrarse detrás de él resonó en el amplio vestíbulo, y el eco pareció llevar consigo la gravedad de su pregunta. Buscó a su madre por la casa hasta encontrarla en el salón, donde la luz del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas, bañando todo con un suave tono dorado.—Mamá. —¡Hijo! Estaba por llamarte, quería verte. —¿Conoces a una tal Ammy Wilson? —preguntó Alexandre de inmediato, sin preámbulos, su voz firme pero cargada de curiosidad y urgencia.Marie, quien estaba colocando unos libros en la estantería, se volvió lentamente hacia él. La sorpresa se dibujó en su rostro—¿Cómo sabes sobre Ammy Wilson? —respondió.Alexandre se acercó, tomando asiento en uno de los sofás mientras mantenía su mirada fija en su madre.—Valeria Montenegro. Ella mencionó el nombre y algo sobre una hija
Lili se acercó apresuradamente a Ava, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio.—Él está aquí —anunció Lili, casi sin aliento.El corazón de Ava dio un vuelco de esperanza, convencida de que Sebastián finalmente había llegado. Sin embargo, al girarse hacia la primera fila, vio a su hijo Bastián sentado, observando expectante el inicio del desfile. Una oleada de decepción la invadió, aunque trató de ocultarlo detrás de una sonrisa forzada. Sabía que no podían retrasar más el evento; el público ya estaba ansioso y expectante.—Sebastián…—suspiró el nombre de su esposo—. Iniciemos el desfile. —le indicó a Lili. El desfile comenzó con una explosión de colores y texturas. Las modelos desfilaron con gracia y elegancia, mostrando las nuevas creaciones de Ava. Los asistentes observaban maravillados, aplaudiendo y murmurando elogios sobre la originalidad y belleza de la colección. Las mellizas, Valentina y Valeria, fueron las encargadas de clausurar el desfile, luciendo con orgullo los
La noche había caído en un manto de serenidad mientras el auto de Alexandre recorría las calles tranquilas, dirigiéndose hacia la casa de los Montenegro. La fiesta había terminado, y las luces de la ciudad destellaban suavemente en la distancia. Ava y Valeria estaban sentadas en el vehículo, cada una inmersa en sus propios pensamientos. Alexandre, al volante, mantenía una conversación ligera con Ava, agradeciendo el honor de llevarlas a casa.—Gracias por el favor, Alexandre —dijo Ava con una sonrisa cansada, pero agradecida.—Lo hago con gusto, Ava. Siempre es un placer ayudar —respondió él, devolviéndole la sonrisa. —Realmente fue mala suerte tener el auto con dos neumáticos sin aire. Justo cuando Ava y Valeria estaban por subir al auto, sé percataron que dos de los neumáticos están totalmente aplastados por la falta de aire, Alexandre se encontraba cerca y se ofreció a llevarlas. —Es una lástima que el Señor Montenegro no estuviera presente en el desfile, se perdió de un éxito i
Al día siguiente, la casa Montenegro estaba envuelta en una atmósfera de tensión palpable. El aire matutino, normalmente lleno de risas y conversaciones alegres, estaba cargado de silencios incómodos y miradas furtivas. Ava había decidido no desayunar con la familia, su enojo por la ausencia de Sebastián en el desfile aún fresco en su mente.Sebastián, por su parte, trataba de mantener una apariencia de normalidad, aunque la ausencia de Ava en la mesa era un recordatorio constante de su error. Sentado junto a Valeria y Valentina, intentaba concentrarse en el desayuno, pero su mente estaba en otro lugar.Valentina, ajena a la tensión, tenía una gran sonrisa en su rostro, su ánimo claramente elevado por algo que había ocurrido. Sebastián la observó por un momento antes de decidir romper el silencio.—Valeria, cuéntame sobre tu novio —dijo de repente, tratando de sonar casual.Valentina, sorprendida, levantó la mirada de su plato. —¿Novio? ¿Qué novio? —preguntó, su curiosidad evidente.V
Antony se esforzaba por evitar a Valentina en los pasillos de la universidad. Desde la noche de la fiesta de la colección de ropa de Ava, cuando se ofreció a llevar a Valentina a su casa y terminaron besándose, no podía dejar de sentirse culpable. Esa noche, un momento de debilidad lo llevó a cruzar una línea que no debía haber cruzado, y ahora, la presencia de Valentina solo le recordaba su error.Evitando cualquier contacto visual, Antony se dirigió a la cafetería situada justo fuera del campus. Al llegar, se encontró con Angela, quien también parecía perdida en sus pensamientos. Decidieron sentarse juntos en una mesa apartada, buscando algo de privacidad en medio del bullicio estudiantil.Antony notó la tristeza en los ojos de Angela, algo que él podía identificar fácilmente. —¿Qué te pasa? —le preguntó con genuina preocupación.Angela suspiró profundamente, su mirada perdida en la espuma de su café. —Mi corazón está roto, Antony. Estoy enamorada de alguien que no puedo tener. Es u
Valeria, Valentina y Alexandre se encontraban en la cocina de la casa Montenegro, rodeados de velas, flores y una atmósfera cargada de romanticismo. Preparaban una cena especial para Ava y Sebastián, con la esperanza de que la velada les ayudara a reconciliarse. Los rayos del sol se filtraban por las ventanas, llenando la estancia de una luz cálida y dorada.—Voy a buscar una botella de champagne —dijo Valentina de repente, con una sonrisa traviesa—. No tardo.Con esas palabras, Valentina dejó a Valeria y Alexandre solos en la cocina. El ambiente cambió, volviéndose más tenso y cargado de emociones no dichas.—Alexandre, no tienes que seguir fingiendo que eres mi novio —dijo Valeria, rompiendo el silencio con un tono inseguro—. No quiero que te sientas obligado.Alexandre la miró con una suave sonrisa. —No hay problema, Valeria. Me siento bien sabiendo que soy tu novio, aunque sea de mentira. Además, ¿quién sabe? Podría llegar a ser algo más.Valeria bajó la mirada, sintiendo cómo su
La tensión en la sala de espera del hospital era palpable. Valeria, Valentina, Bastián y Alexandre se sentaron juntos, sus rostros reflejando una mezcla de ansiedad y desesperación. Las luces fluorescentes brillaban fríamente, intensificando la sensación de irrealidad. El silencio sólo se interrumpía por el sonido intermitente de pasos apresurados y voces distantes de médicos y enfermeras.Valeria y Valentina se aferraban de las manos, buscando consuelo la una en la otra. Bastián caminaba de un lado a otro, incapaz de quedarse quieto, mientras Alexandre observaba la escena con una mirada preocupada, su mente trabajando febrilmente en busca de respuestas.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, un médico salió del área de emergencias. Se dirigió hacia ellos con una expresión grave en el rostro. Todos se pusieron de pie al unísono, sus corazones latiendo con fuerza en el pecho.—Soy el Dr. Martínez —dijo el médico, mirando a cada uno de ellos—. Lamento informarles que sus p
En la penumbra del auto de Antony, Angela miraba a través de la ventana, observando cómo las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia. Antony mantenía la vista en la carretera, sus manos firmemente sujetas al volante mientras el motor del coche rugía suavemente.—¿Cómo están Ava y Sebastián? —preguntó Antony, su voz baja y cargada de preocupación.Ella suspiró, volviendo su mirada hacia él. —Fueron envenenados —respondió con un tono sombrío—. La policía ya está investigando, pero aún no hay pistas claras de quién podría estar detrás de esto.Antony frunció el ceño, sus ojos se oscurecieron con una mezcla de ira y preocupación. —¿Quién podría hacer algo tan terrible? —murmuró, más para sí mismo que para su acompañante. Angela se encogió de hombros, apretando sus manos en su regazo. —No lo sé, pero quienquiera que sea, debe tener una razón muy oscura. Todo esto es tan... inesperado.Hubo un momento de silencio mientras Antony asimilaba la información. Luego, Angela se volvió haci