La tarde había llegado con un manto de pesadez, cubriendo la mansión Montenegro con una atmósfera tensa. Ava, Sebastián y Antony se reunieron en el amplio estudio de la casa, sus rostros reflejando la seriedad del momento. Las palabras que estaban a punto de intercambiar cambiarían la dinámica familiar para siempre.Ava, con los ojos enrojecidos y la voz quebrada, había confesado todo a su esposo. Ahora, era momento de enfrentarse a Antony, que esperaba respuestas con una mezcla de confusión y determinación. Sebastián, con su postura firme, tomó la palabra.—Antony —comenzó Sebastián, su voz grave llenando el silencio—, lo que estás a punto de escuchar es algo que hemos guardado en secreto durante mucho tiempo.Antony asintió, su mirada fija en él, esperando entender la verdad que había descubierto de manera tan abrupta. Ava tomó la mano de Sebastián, buscando apoyo, mientras él continuaba.—Ammy estaba embarazada cuando fue encarcelada —dijo Sebastián, su voz cargada de un dolor prof
Antony caminaba por el campus universitario, sus pensamientos enmarañados por la revelación reciente sobre Ammy y la incógnita de cuál de las mellizas podría ser su hija. La brisa fresca del atardecer no lograba despejar su mente, pero sus pasos lo llevaban con determinación hacia la salida. Justo antes de cruzar el umbral de la puerta principal, se encontró con Valentina, quien parecía perdida en sus propios pensamientos.—¡Valentina! —exclamó, con una sonrisa forzada en el rostro—. Qué casualidad encontrarte aquí. ¿Te gustaría tomar un café?Ella levantó la mirada, sorprendida pero complacida por la invitación. Asintió con entusiasmo, su rostro iluminándose con una sonrisa genuina.—Claro, Antony. Me encantaría.Caminaron juntos hacia una pequeña cafetería cerca del campus, un lugar acogedor con mesas de madera y un aroma a café recién molido que llenaba el aire. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver el ajetreo de los estudiantes que pasaban. Antony pi
Valeria y Alexandre se estacionaron a una distancia prudente de la casa Montenegro. Valeria miró a Alexandre, su expresión llena de determinación.—Necesito que me ayudes a buscar información sobre Ammy —dijo, su voz apenas un susurro.—¿Por ese motivo me pediste que te trajera a tu casa? —inquirió Alexandre. —Tengo que descubrir la verdad Alexandre, solo puedo confiar en ti. Alexandre asintió, comprendiendo la seriedad de la situación. Además él también estaba interesado en saber sobre Ammy. Se bajaron del auto y caminaron hacia la entrada. Desde el jardín, vieron a Ava ocupada con sus plantas, su rostro relajado mientras trabajaba.—Distráela, por favor. Necesito entrar a la oficina de mi papá sin que se dé cuenta —le pidió Valeria.Alexandre se acercó al jardín y saludó a Ava con una sonrisa encantadora.—¡Hola, señora Ava! ¿Cómo está tu tobillo? —preguntó con genuino interés.Ava levantó la vista, sorprendida al verlo.—Oh, Alexandre, estoy bien, gracias. ¿Qué te trae por aquí?
Alexandre llegó a casa de su madre, quien había estado de viaje, cargado con una inquietud que no podía seguir conteniendo y un secreto que podría interesarle. El sonido de la puerta al cerrarse detrás de él resonó en el amplio vestíbulo, y el eco pareció llevar consigo la gravedad de su pregunta. Buscó a su madre por la casa hasta encontrarla en el salón, donde la luz del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas, bañando todo con un suave tono dorado.—Mamá. —¡Hijo! Estaba por llamarte, quería verte. —¿Conoces a una tal Ammy Wilson? —preguntó Alexandre de inmediato, sin preámbulos, su voz firme pero cargada de curiosidad y urgencia.Marie, quien estaba colocando unos libros en la estantería, se volvió lentamente hacia él. La sorpresa se dibujó en su rostro—¿Cómo sabes sobre Ammy Wilson? —respondió.Alexandre se acercó, tomando asiento en uno de los sofás mientras mantenía su mirada fija en su madre.—Valeria Montenegro. Ella mencionó el nombre y algo sobre una hija
Lili se acercó apresuradamente a Ava, su rostro iluminado por una sonrisa de alivio.—Él está aquí —anunció Lili, casi sin aliento.El corazón de Ava dio un vuelco de esperanza, convencida de que Sebastián finalmente había llegado. Sin embargo, al girarse hacia la primera fila, vio a su hijo Bastián sentado, observando expectante el inicio del desfile. Una oleada de decepción la invadió, aunque trató de ocultarlo detrás de una sonrisa forzada. Sabía que no podían retrasar más el evento; el público ya estaba ansioso y expectante.—Sebastián…—suspiró el nombre de su esposo—. Iniciemos el desfile. —le indicó a Lili. El desfile comenzó con una explosión de colores y texturas. Las modelos desfilaron con gracia y elegancia, mostrando las nuevas creaciones de Ava. Los asistentes observaban maravillados, aplaudiendo y murmurando elogios sobre la originalidad y belleza de la colección. Las mellizas, Valentina y Valeria, fueron las encargadas de clausurar el desfile, luciendo con orgullo los
La noche había caído en un manto de serenidad mientras el auto de Alexandre recorría las calles tranquilas, dirigiéndose hacia la casa de los Montenegro. La fiesta había terminado, y las luces de la ciudad destellaban suavemente en la distancia. Ava y Valeria estaban sentadas en el vehículo, cada una inmersa en sus propios pensamientos. Alexandre, al volante, mantenía una conversación ligera con Ava, agradeciendo el honor de llevarlas a casa.—Gracias por el favor, Alexandre —dijo Ava con una sonrisa cansada, pero agradecida.—Lo hago con gusto, Ava. Siempre es un placer ayudar —respondió él, devolviéndole la sonrisa. —Realmente fue mala suerte tener el auto con dos neumáticos sin aire. Justo cuando Ava y Valeria estaban por subir al auto, sé percataron que dos de los neumáticos están totalmente aplastados por la falta de aire, Alexandre se encontraba cerca y se ofreció a llevarlas. —Es una lástima que el Señor Montenegro no estuviera presente en el desfile, se perdió de un éxito i
Al día siguiente, la casa Montenegro estaba envuelta en una atmósfera de tensión palpable. El aire matutino, normalmente lleno de risas y conversaciones alegres, estaba cargado de silencios incómodos y miradas furtivas. Ava había decidido no desayunar con la familia, su enojo por la ausencia de Sebastián en el desfile aún fresco en su mente.Sebastián, por su parte, trataba de mantener una apariencia de normalidad, aunque la ausencia de Ava en la mesa era un recordatorio constante de su error. Sentado junto a Valeria y Valentina, intentaba concentrarse en el desayuno, pero su mente estaba en otro lugar.Valentina, ajena a la tensión, tenía una gran sonrisa en su rostro, su ánimo claramente elevado por algo que había ocurrido. Sebastián la observó por un momento antes de decidir romper el silencio.—Valeria, cuéntame sobre tu novio —dijo de repente, tratando de sonar casual.Valentina, sorprendida, levantó la mirada de su plato. —¿Novio? ¿Qué novio? —preguntó, su curiosidad evidente.V
Antony se esforzaba por evitar a Valentina en los pasillos de la universidad. Desde la noche de la fiesta de la colección de ropa de Ava, cuando se ofreció a llevar a Valentina a su casa y terminaron besándose, no podía dejar de sentirse culpable. Esa noche, un momento de debilidad lo llevó a cruzar una línea que no debía haber cruzado, y ahora, la presencia de Valentina solo le recordaba su error.Evitando cualquier contacto visual, Antony se dirigió a la cafetería situada justo fuera del campus. Al llegar, se encontró con Angela, quien también parecía perdida en sus pensamientos. Decidieron sentarse juntos en una mesa apartada, buscando algo de privacidad en medio del bullicio estudiantil.Antony notó la tristeza en los ojos de Angela, algo que él podía identificar fácilmente. —¿Qué te pasa? —le preguntó con genuina preocupación.Angela suspiró profundamente, su mirada perdida en la espuma de su café. —Mi corazón está roto, Antony. Estoy enamorada de alguien que no puedo tener. Es u