Una semana después de todos los acontecimientos, la vida de Ava y Sebastián comenzaba a encontrar un nuevo ritmo. En su hogar, la paz y la alegría habían vuelto a instalarse. Aquella mañana, los rayos dorados del sol se filtraban suavemente por la ventana, iluminando la habitación con un cálido resplandor.Ava y Sebastián estaban recostados en la cama, disfrutando de la tranquilidad del momento. Ava, con ternura, acariciaba la cicatriz en el rostro de Sebastián, una marca que había quedado como testimonio de todo lo que habían superado.—Deberías considerar operarte para quitar esta cicatriz —sugirió Ava, su voz suave y amorosa.Sebastián la miró con una sonrisa, sus ojos llenos de amor y gratitud.—Lo pensaré —respondió, llevándose la mano de Ava a sus labios para besarla suavemente—. Pero no me importa llevar esta marca. Me recuerda lo afortunado que soy de estar aquí contigo.Ava sonrió y se acurrucó más cerca de él, disfrutando del momento de intimidad. La vida, aunque llena de de
Varias semanas habían pasado desde aquel caótico y trágico incidente. El hospital y los tribunales habían sido escenarios de las nuevas realidades que Ava, Sebastián, y todos los involucrados, enfrentaban.Antony permanecía en coma, inmóvil y silencioso, mientras Ammy se preparaba para enfrentar su juicio. Los días pasaban lentamente en el hospital, con Ava y Sebastián visitando a Antony regularmente, esperando algún indicio de mejoría. Sin embargo, sus esperanzas estaban divididas entre la recuperación de Antony y la resolución de los asuntos legales que los mantenían atados a un pasado turbulento.En el juzgado, la tensión era palpable. Ammy, vestida con un traje sobrio y con una expresión severa, se sentaba en el banquillo de los acusados. Los abogados presentaban sus argumentos, y los testigos desfilaban uno a uno. A pesar de las mentiras y engaños de Ammy, Sebastián había decidido no presentar una demanda en su contra, creyendo que ya habían sufrido suficiente. Sin embargo, la
—¿Está seguro doctor? —preguntó Ava. —Claro que sí. Ava salió de la clínica del médico con una mezcla de emociones. La noticia que llevaba consigo era crucial, y sabía que cambiaría el rumbo de su vida y la de su familia. Condujo hacia la casa de sus padres, donde todos estaban reunidos para una cena familiar. El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados, un reflejo del calor y la esperanza que sentía en su corazón.Al llegar, escuchó el bullicio de risas y conversaciones que provenían del interior. Abrió la puerta y fue recibida por una oleada de cálida bienvenida. Todos estaban allí: Sebastián, Sara, Angelo, Bastián, y la pequeña Ángela, la hija de Sara, que jugaba alegremente con su primo mayor. También estaban Jazmín, Pablo y Nancy, conversando animadamente alrededor de la mesa del comedor.—¡Ava! —exclamó Sara, levantándose para abrazar a su hermana—. ¿Cómo te fue?Ava sonrió y abrazó a Sara con fuerza antes de dirigirse al resto de la familia.
Sebastián sostenía a su hija recién nacida en sus brazos, con los ojos llenos de lágrimas de alegría. La pequeña se movía suavemente, acurrucada contra su pecho, y él no podía dejar de mirarla con amor y asombro. Cada diminuto dedo, cada pequeño suspiro lo llenaba de una emoción indescriptible.Una enfermera, con una sonrisa amable, se acercó a él.—Es una niña hermosa, señor Montenegro —le dijo suavemente, antes de retirarse para darles un momento a solas.Sebastián acariciaba la cabecita de su hija, sintiendo una conexión instantánea y profunda. En esos instantes, todas las dificultades y el caos de los últimos meses parecían desvanecerse, dejando solo el amor puro y la esperanza de un futuro mejor.Sin embargo, su momento de felicidad se vio interrumpido por la llegada de un médico con una expresión grave en el rostro. Sebastián sintió un nudo en el estómago mientras el médico se acercaba.—Señor Montenegro, necesito hablar con usted sobre Ammy —dijo el médico, su voz baja y seria.
El tiempo se alargó interminablemente. Cada segundo era una eternidad mientras Sebastián esperaba noticias. Finalmente, el médico salió del quirófano, con una expresión más relajada.—Señor Montenegro, la operación ha sido un éxito. Su esposa y su bebé están bien. El bebé es prematuro y necesitará cuidados especiales, pero esperamos que ambos se recuperen completamente.—Gracias doctor. —Sebastián sintió un gran alivio. —Puede pasar a ver a su hija. Sebastián caminó por el pasillo del hospital hacia el área de cunas, su corazón latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo. Cuando llegó, una enfermera lo guio hasta una pequeña incubadora donde descansaba su hija. Era diminuta, con la piel rosada y frágil, pero a sus ojos, era perfecta.—Es una niña hermosa, señor Montenegro —dijo la enfermera con una sonrisa.Sebastián se inclinó sobre la incubadora, sus ojos llenándose de lágrimas de alegría y promesa.—Hola, pequeña —susurró, tocando suavemente el cristal—. Soy tu papá. Te prom
Ava entró en la habitación de hospital donde su amigo Antony yacía en coma desde hacía meses. El lugar estaba en penumbra, con solo la luz suave de la tarde filtrándose a través de las cortinas. A pesar del ambiente tranquilo, su corazón latía con fuerza al recordar los momentos compartidos con Antony y lo mucho que había significado para ella. Durante su ausencia, Sebastián y Sara lo habían visitado con frecuencia, manteniéndola informada de cualquier cambio, por mínimo que fuera.Se acercó a la cama de Antony y se sentó a su lado, tomando suavemente su mano.—Hola, Antony —susurró Ava—. Ha pasado mucho tiempo. Quieto contarte que ha nacido mi hija y…—se silenció. No se atrevía a contarle su secreto, que la hija de Ammy ahora era parte de su familia como una niña Montenegro—. Y para mi sorpresa no fue solo una niña, sino dos, son mellizas: Valeria y Valentina. Ella acarició su mano, durante todo este tiempo, nadie se atrevió a confesarle el vestido de su medio hermana Ammy. Dio un
Los cuerpos de Ava y Sebastián entrelazados en la calidez suavemente iluminada de su dormitorio, sus movimientos los llevaban a la cima de la pasión que tanto habían anhelado. Cada toque, cada palabra susurrada entre ellos era un testimonio del fuego que aún ardía dentro de sus corazones. La cicatriz en su rostro, un recordatorio de las dificultades que habían soportado, sólo parecía avivar las llamas de su deseo.Las manos de Ava trazaron suavemente los contornos de su rostro, acariciando la cicatriz que una vez había sido un cruel recordatorio del pasado. Ahora era un símbolo de su resiliencia, una insignia de honor que marcaba las pruebas que habían superado juntos. Su toque fue suave, amoroso, como diciendo que vio más allá del tejido cicatricial y en las profundidades de su alma.Los brazos de Sebastián la envolvieron en un abrazo protector, sus cuerpos moviéndose en síncopa, sus corazones latiendo en armonía. El mundo que los rodeaba se desvaneció, dejándolos solo a ellos dos, p
Mientras la celebración del primer año de Valentina y Valeria continuaba en el jardín de la casa de Ava y Sebastián, la atmósfera se llenaba de risas y alegría. Todos los invitados se deleitaban con los bocadillos y los juegos organizados para los niños. Ava y Sebastián, con sus mellizas en brazos, eran el centro de la atención, irradiando felicidad y amor.A la distancia, escondida entre los árboles que rodeaban la propiedad, Marie observaba la escena con ojos llenos de ira y resentimiento. Sus manos temblaban mientras apretaba un arma contra su pecho. Cada risa, cada muestra de felicidad, cada mirada amorosa entre Ava y Sebastián, avivaba su deseo de venganza. No le importaba nada más en este momento, solo quería acabar con ellos, hacerles pagar por la muerte de Alejandro.—Ellos no merecen ser felices —murmuraba entre dientes, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos—. Alejandro murió por su culpa, y ahora ellos ríen y celebran mientras yo lloro su pérdida.Justo cuando esta