Puedo decir sin alguna duda que aunque yo no estaba en mi mejor estado, pero igual camino y camino rápidamente, muchas veces corriendo entre el bosque, sin detenerme. Me sentía mucho mejor saber que Areta estaba conmigo, y una vez que me interné en el bosque mejoré considerablemente. Azaleia, Azaleia, era lo único que podía pensar. Como quisiera que Areta pudiera hablar y me dijera que ella estaba bien. Había venido frente al templo, buscándome… no sabía de los criados, de mis soldados y de los otros animales, pero ella parecía contenta, lo que me daba esperanzas, unas esperanzas que jamás solté, pero que ahora venían rejuvenecidas. ¿Qué había pasado cuando me tomaron? ¿Dónde estaría ella? Sin duda la tenían en su poder ¿Si no como tenían su anillo? Uno que ahora iba en el bolsillo de mi chaqueta, cuidadosamente guardado, esperando colocárselo a su dueña. Pasé casi un día entero caminando hasta que llegó la madrugada y me dejé caer a descansar un rato, sentado con la espalda reco
Brock—Muy bien vamos a movernos… vas a estar bien mi amor… vas a estar bien— digo y ella ve a la masacre que ocurre a un lado, aun los sonidos de las garras del puma sobre el cuerpo de Gusano.—El puma está herido Brock… no va a poder defenderse ni cazar así… no sobrevivirá —dice ella cansada, no se ve mal, sigue teniendo buen color lo que me da fuerzas.Volteo y la vista es realmente aterradora. El puma jala partes de Gusano que ahora está irreconocible. Areta lo mira como si ella hubiese querido matarlo ella misma. Pienso lo mismo. Pero en efecto, el puma tiene la pata herida.—Ni pienses de comer de esa carne podrida— le digo a Areta mientras acuesto a Azaleia en el suelo y mi loba suelta un
Layne Vine aquí buscando una cosa y me salieron todavía muchas más. No estaba solo, y eso era bueno. Me seguían mi sobrino y un joven criado que en pocos años estaría en una posición mucho mejor, yo me encargaría de eso. El templo de Hadar, lugar sagrado para cualquier seguidor de la noche. Dicen que ahí mismo estuvo la estrella bajada del cielo, que vino a hablar con hombres y mujeres, para acercarnos a la luna y sus deseos. Dejó enseñanzas y profecías que muchos dijeron que conservaran los pueblos del este. No había ido nunca, pero sabía que era muy conocido. Nos quedaba aún un trecho largo de camino, habíamos pasado campos, sembradíos, un par de colinas y detrás de las montañas rocosas, que ahora veo a lo lejos, estaba el templo, casi protegido entre las rocas. Se decía que Hadar había bajado por la montaña misma como si de una escalera al cielo se tratara, que ella misma encontró los picos altos y nevados y se transformó en humana cuando sintió la superficie del mundo, tocan
Layne —¿Qué rayos?— pregunta Roldán sacudiéndolo y cada uno lo revisa intentando abrirlo sin éxito hasta que… me cae todo, veo una pequeña línea ondulada y entiendo que es… una pluma. —Hombre viejo y brillante… — digo mientras ellos me miran con curiosidad, en tanto yo saco de mi bolsillo el anillo Bousquet. Al colocarlo sobre ese símbolo de la pluma y calza perfectamente. Escucho como todos contenemos la respiración cuando por fin escuchamos como se abre el baúl. Hay un par de cosas guardadas, pero lo más llamativo es el collar de Hadar, es un corazón plateado, labrado con pequeños signos que con todo y el tiempo no ha perdido su belleza. Se abre con un pequeño mecanismo y adentro hay espacio para un pequeño corazón. —¡El collar del tío, pero que era de la tía!— indica Roldán contento y todos abrimos los ojos. —¿Será posible?— digo, ese pequeño corazón verde podría calzar ahí perfectamente. Mis manos van a lo siguiente, un pequeño cuaderno, similar al diario que encontré del D
BrockYo ya me había acostumbrado a que mi existencia en este mundo iba a ser de soledad y rechazo. Imaginaba mi andar esperando que en algún momento fuera lo suficientemente bueno para merecer estar en mi casa, para que se perdonaran mis errores, y el odio que había hacia mí. Cuando Layne se avocó, desde muy joven, al apoyo de la princesa… yo ahí vi una oportunidad, hacerme un nombre, ganar un poco de honor que no me creía merecedor de tener. Familia y honor… eso era todo lo que me importaba, en eso se concentraba mi vida. Haggard y hacer orgulloso a mi padre, a mi lugar… al menos el que yo creía que era mi hogar. Una casa no es un hogar, un castillo menos. Descubrí tarde que el hogar no responde a la pregunta ¿Dónde? Si no, ¿Con quién? No coordenados, ni direcciones, sino cuáles brazos, cuáles ojos, cuáles labios. ¿Cómo pude haber cambiado todo tanto? Solo con la aparición de esa chica en Bousquet arrojada a mis pies hace ya unos meses. Esa mujer… había cambiado mi vida, mi forma
Brock —Luego te juré que te iba a casar bien, ¡Demonios, no quería que te casaras con nadie! ¡Sabía lo que iba a pasar! Ibas a ser infeliz, te iban a maltratar y yo ni me enteraría, pero tendría la convicción de que fuera así. Y yo era tuyo, demonios era tuyo y no sabía si me querías. Tú tenías esos vestidos hermosos bailando con esos señores… partida de imbéciles… y yo te veía de lejos. Un par de días bailaste conmigo… sabes que no bailo, pero por ti yo haría eso y más— digo esperando, soñando que ella me escuche. Pero no sé si lo hago por ella o por mí, para sacar un poco de lo que tiene mi cargado corazón. —Y el maldito de Blatta… debíamos haberlo exiliado solo con saber que era un espía. No debió nunca tocarte y tampoco al zorro ¿Cómo se atreve?— sentía mi frente palpitar del odio recordando todo esto. Memorias espantosas, pero que nos trajeron hasta aquí, ella, mi esposa, yo hablando con ella aun sin saber si me escucha. —Ahora… ahora volvería en el tiempo y te miraría a los o
AzaleiaDebo decir que todo parecía ser un sueño desde que vi a Brock, no podía creer que él me había conseguido, estaba ahí para salvarme. Yo le hablaba y estaba herida y un dolor terrible me invadía. Cuando me desperté no sabía donde estaba, pero lo único que importaba es que estaba en sus brazos.Mi Brock me tenía en sus brazos, sus fuertes brazos, sosteniéndome con delicadeza. Sentía mi piel fresca y un poco húmeda mientras él me miraba como si hubiese desperado de una larga siesta. Él se veía terriblemente cansado, con los ojos hinchados y enrojecidos, sus párpados inflamados, su rostro pálido y de apariencia agotada, una barba le cubría la barbilla y rodeaba sus labios; el cabello despeinado. Él me veía con adoración y besaba mi rostro y yo acariciaba su cara. Mi esposo es real ¡Es real! Y si este es un sueño, por favor no me despierten, esto es magnífico. Sus manos están bajo mi cuerpo adolorido y estoy en su regazo. Por hermosos instantes me besa, me dice que me ama, se alegr
Azaleia—Creo que vi al Duque de Bousquet, y él tomó al bebé… que creo que era yo. No sé donde estaba, pero esa mujer era mi madre y no parecía una criada… estaba herida, pero algo me dice que era una sacerdotisa— le explico. —Las sacerdotisas no tienen hijos… quizás ella te cuidaba— explica él. —Lo sé, pero… ella lloraba como si fuera alguien muy querido. Recuerdo la mirada del Duque… con mucho amor me observaba. El lugar era un caos… había sucedido una masacre y… me parece haber observado soldados del emperador, en el suelo— le digo y él me abraza, yo recuesto mi cabeza en su hombro recomponiendo mi corazón.—Te prometo que vamos a averiguar que sucedió mi flor… tu pasado— y nos quedamos un rato así. Luego me acerco a verlo y lo beso. Él me besa con delicadeza, pero yo quiero más, mucho más. Él me detiene, pero ya mañana deberíamos estar saliendo, de vuelta al mundo real. Me siento bien ¡Me siento realmente bien! Estamos juntos, vivos, con los que amamos. Yo me levanto y le digo