Hola hola! Parece que ahora ambos están en problemas ¿Qué piensan? Los leo! Kika
Layne Finalmente, aquí estaba como un ratón de biblioteca, como me diría mi primo, y me encontré de una forma tan inmersa que no sé cuanto tiempo he estado sentado, leyendo libros, revisando el mapa, encontrando un par más y releyendo la correspondencia del Duque. Hasta que recibí una carta de mi señora emperatriz contándome algo importante. Su difunta madre le había pedido a Bousquet que investigara de la profecía, esto recién se lo había comentado uno de sus señores juramentados, a raíz de la muerte del Duque. El Duque siempre estuvo tras de esto, y se esforzó realmente en su tarea, como lo demuestra todas las correspondencias y libros que tenía guardado en el escondite en su escritorio, parecía que él había estado muy cerca… él mismo lo sabía. Solo me quedaba el tema del collar, ese dibujo que tenía el diario y que se parece al que tiene la estatua. Y Azaleia… el nombre de ella aquí, como una última palabra ¿Qué descubrió el Duque sobre ella? Hay menciones de Azaleia en var
Azaleia Cuando el Barón de Garbarán había dicho que iban a preparar mis aposentos, realmente no se refería a una habitación. Estaba en lo que parecía ser un sótano, con una mini ventaja y barrotes arriba y a lo lejos. No sabía si era de día o de noche. Había un montón de tablas que parecía ser una cama, una silla y no mucho más. La única buena noticia, es que estaba con mis animales, Till estaba en mis brazos llorando, sabía lo que nos pasaba. Areta estaba en una jaula, deprimida sin su amo y encerrada. Mis serpientes estaban en una cesta y yo estaba segura de que me habían metido aquí, primero para que nadie me viera, segundo para mostrarme lo que podían hacer conmigo. Repartía con todos la poca comida que me daban. La verdad es que el primer tiempo ahí, no sé cuantos días fueron, nadie me vino a ver. Me traían algo de agua para limpiarme y una criada asustadiza venía a limpiar sin mencionarme una sola palabra no impronta cuanto suplicara. Dejé de comer y Till se aferraba a mí,
Brock Mi flor tiene siempre esa forma particular de acercarse a mí, su andar es delicado y es tan pequeña para mí que la veo desde arriba, como alza su cara para observarme, o se detiene a ver mis manos, mi pecho, toma las puntas de mi cabello, lo que tenga al alcance de mí. Luego, suele colocar sus manos pequeñas en mi pecho, apoyándolas con delicadeza, sintiendo mis músculos, el latido de mi corazón. Me hace preguntarme qué poder tiene esta criatura magnífica, delicada, sutil, fuerte, única y fascinante. Hace que quiera abrir mi pecho y tenerla conmigo, cubrirla para que nada le pase. Yo suelo colocar mis manos en esa curva en la parte baja de su espalda, donde mis manos caben perfectamente. Estas manos llenas de cicatrices, largas, rudas, imperfectas, pero que mi flor ama. Me lo ha dicho ciento de veces y yo podría quedarme la vida entera escuchando decir que le gusta de mí, una y otra vez. Lo único especial que si acaso aspiro a tener es ella. Recuerdo cuando la dejé durmie
Capítulo 87: Ciclo de la vidaAzaleia—Mi señor emperador….ella no tiene ni idea de la profecía. Es solo una mujer… es obvio que el Duque jamás le compartió nada. Tampoco tiene el anillo… el imbécil de Haggard menos aún…— dice en voz baja. —¿Qué quiere decir?— dice el emperador. Está agachado mirándome como si yo fuera un ratón que quiere aplastar con la suela de sus botas. —Quiero decir su alteza que… la necesitamos… lo menos dañada posible. Sin heridas, ni marcas visibles, para que los nobles no tengan ideas y su nuevo esposo esté contento— dice el Barón. —Felicitaciones Duquesa… es una mujer viuda, pero no se preocupe… no por mucho tiempo. Su nuevo esposo la espera próximamente. Estoy seguro de que la agradará su futuro— El hombre no me deja ni contestar porque me toma por la cara, presionando mis mejillas con sus dedos, y acercando mi rostro al suyo. —Es una mujer sola, desamparada… pero ahora va a estar bajo el ala protectora del imperio mismo… yo me encargaré de que esté perf
Azaleia No puede ser, es lo único que puedo pensar, esto no está sucediendo. Me arrinconé contra una pared, apretando mis manos contra mí. Blatta se veía como siempre, pero ya no era el hombre encantador que una vez intentó conquistarme.. Su sonrisa ya era malévola, su andar peligroso. —¡Aléjate de mí!— le gritaba yo mientras él se acercaba —Azaleia… querida… ¿Esas son formas de tratar a tu futuro esposo?— me pregunta divertido, si se ve encantado con esta situación. —¡Tú no vas a ser mi esposo, yo estoy casada!— grito en un tono francamente angustiante. De repente escucho que tocan la puerta y la persona detrás ni espera respuesta, sino que abre. Cuando veo que una fea cabeza que se asoma, no puedo ocultar mi sorpresa, mis ojos se abren en asombro… no puede ser… es Gusano, el que intentó matar a mi esposo, su ex soldado. —Perdone, señor… escuché unos gritos y esperaba ver que todo estuviera bien— dice y cuando me divisa me da una sonrisa con esos dientes negros y asquerosos.
AzaleiaBlatta dijo que los nobles estaban en el jardín, es mi momento de buscar a mis animales, jamás me iría sin ellos. Me sé el camino, giro rápidamente y me alegro cuando veo que solo hay un soldado cuidando la puerta. Él parece asombrarse de verme correr hacia él tan ágilmente para una dama en vestidos pomposos y más con una daga ensangrentada en la mano.No tiene chance de siquiera ver qué sucede cuando Deni se le clava en la cara y empieza a picarle la nariz, la boca, los ojos mientras yo voy a lo que puedo atacar y clavo la daga en su pierna haciéndolo caer. Veo que la puerta está cerrada y una llave se ha caído del soldado que intenta gritar y pedir ayuda mientras se aleja de mí, Deni aun picándole todo lo que puede. C
Aun cuando no sabía donde estaba, automáticamente me sentía más tranquilo en este cuarto oscuro. Sabía que había ya varios soldados buscándome de forma desesperada y atendiendo a los otros soldados que había herido mientras peleaba, los escuchaba correr y vociferar, sus botas sonando desesperadas, tras la puerta que nos separaba. Me siguen sosteniendo contra la pared, y para ser sincero me quedo ahí porque, aunque puedo contra ellos, no sé si ahora estoy en mis mejores condiciones. Cuando uno de los que me colocaron en este pasillo, sube una mano con una vela, veo sus caras y ellos la mía. Me sorprendo al darme cuenta de que son unos sacerdotes, vestidos de blanco, con un sol guindando en su cuello. Siento una corriente por mi cuerpo. Esto no parece ser una buena idea, no son precisamente mis amigos, y, sin embargo… es mejor estar con ellos que con los soldados que me buscan… al menos eso creo. —Brock de Haggard— dice el que levantó la vela, es un hombre mayor, de cabello canoso
Azaleia Recuerdo las palabras de mi esposo, pareciera que él siempre lo supo, me dio la respuesta. —Hagamos que nos respeten, que nos teman… pero que sobre todo te teman a ti. Eres un gran poder… lo tienes, lo siento, yo lo siento a cada momento que estoy contigo y me asombro cada vez más— me dijo. Si mi amor lo sintió… tiene que ser así. Los fuegos artificiales cesaron y seguía el ruido, pero ya se entendía claramente lo que sucedía. —Duquesa… entréguese y le prometemos mantener su vida— me decía un soldado atrás mientras Areta ladraba y ladraba pero sin atacar. Varios nobles ya volteaban a ver qué sucedía, que era ese alboroto que interrumpía su fiesta. —¿Para qué? ¿Para que me vendan al mejor postor? ¿Para que la casa Bousquet caiga en manos de cualquiera?— grito mirando de reojo a los soldados atrás. Pero ya podía ver como varios nobles me observaban, incluso el emperador ya se alzaba a ver qué sucedía. Cuando su mirada se posó en mí, sus ojos se abrieron de par en par. Yo