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Capítulo 58: La profecía
Layne

—¿Cómo se atreve? ¡Jamás dañaría mi propia casa!—

—¿Ah no? Y como llama entonces enviar a su secuaz, Hilda, a que seduzca a mi esposo y venga a mi casa a decirme que estuvo con él… ¡Y que su intención ha sido separarlo de mí para ella convertirse en Duquesa! ¡Que mi esposo me dejara, me desapareciera como si fuera un objeto! ¡Y soy la Duquesa de Bousquet!— dice en voz baja, pero de forma intensa. Antes de que el Conde conteste indignado, escuchamos a Brock otra vez balbucear.

—Azaleia… Azaleia… mi amor— dice como desesperado entre sueños, agitándose. Inmediatamente, ella se sienta en la cama y toma su mano. Mueve su cabello y toca su mejilla con los dedos, dándole pruebas de que está aquí, con él.

—Aquí estoy esposo mío… aquí estoy— le dice y el Conde y yo vemos como él vuelve a tranquilizarse con las caricias de ella.

—¿Azaleia?— pregunta el Conde y ambos nos quedamos desconcertados sin saber qué decir.

—Si… él me dice así, cuando nos casamos la boda estuvo llena de esas
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