Hola hola! Azaleia cada vez va mostrándose más como es y lo que puede hacer ¿Qué opinan? Los leo! Kika
Layne —¿Cómo se atreve? ¡Jamás dañaría mi propia casa!— —¿Ah no? Y como llama entonces enviar a su secuaz, Hilda, a que seduzca a mi esposo y venga a mi casa a decirme que estuvo con él… ¡Y que su intención ha sido separarlo de mí para ella convertirse en Duquesa! ¡Que mi esposo me dejara, me desapareciera como si fuera un objeto! ¡Y soy la Duquesa de Bousquet!— dice en voz baja, pero de forma intensa. Antes de que el Conde conteste indignado, escuchamos a Brock otra vez balbucear. —Azaleia… Azaleia… mi amor— dice como desesperado entre sueños, agitándose. Inmediatamente, ella se sienta en la cama y toma su mano. Mueve su cabello y toca su mejilla con los dedos, dándole pruebas de que está aquí, con él. —Aquí estoy esposo mío… aquí estoy— le dice y el Conde y yo vemos como él vuelve a tranquilizarse con las caricias de ella. —¿Azaleia?— pregunta el Conde y ambos nos quedamos desconcertados sin saber qué decir. —Si… él me dice así, cuando nos casamos la boda estuvo llena de esas
Brock Después de perder el conocimiento totalmente solo recordaba un dolor profundo. Escucha de vez en cuando voces, algunos sonidos, el canto de un pájaro. A veces creía escuchar a Roldán, Layne o Nicasia. Pero la mayoría de las veces la escuchaba solo a ella. Azaleia era lo único real que predominaba en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón, la única constante en este mundo irreal en él que yo divagaba. Me preguntaba si ella estaría bien, si habría huido de mí, si algo le había pasado por mi culpa, por haber huido de ella. Esos momentos eran tremendamente angustiantes porque me recriminaba todo lo que había sucedido, una y otra vez. Me odiaba por eso. En esos momentos de un poco de claridad en la que era mi mente nublosa… a veces la escuchaba casi tan nítida que podría jurar que era verdad… que ella estaba aquí. Su preciosa voz me decía que estaba conmigo, aquí cerca de mí. Por momentos los sueños eran tan poderosos que inclusive juraba que me tocaba, las puntas de sus dedos com
Brock— Azaleia… solo escúchame un minuto, por favor… no te vayas— le digo y ella se queda ahí viéndome con las manos juntas sobre su vestido, entrelazadas. Siente a su serpiente inquietarse y con un suave movimiento de sus dedos en el cuerpo ligero de escamas del animal, la serpiente se tranquiliza.— Mi señor necesita descansar — dice de manera formal y su voz suena apagada, muy diferente a la Azaleia de mis sueños, con voz melodiosa, con cariño y afecto. Me doy cuenta de que yo acabé a esa Azaleia incluso antes de que apareciera ante mí. — No puedo descansar si no hablo contigo Azaleia — le digo intentando convencerla. — Creo que es hora de que cambien tus vendajes…— agrega ella nerviosa y está por irse, pero yo me desespero.—No… Azaleia… te lo imploro — le digo y me intento mover y muevo mi brazo malo y un dolor repentino como una corriente me recorre desde el hombro a la punta de mis dedos y suelto un quejido de dolor. Inmediatamente, ella se voltea y acude a socorrerme. Con c
AzaleiaNunca me imaginé ver a Brock de esta manera. Se veía realmente… desesperado. Su estado no era el mejor e iba a estar un buen tiempo aun descansando para poder recuperarse. Del hombre bravucón y fuerte que yo conocía solo quedaba una parte. Y aun así… mi esposo era imponente. Aun así, acostado, con su ojo aun de color púrpura e hinchado, su brazo inmovilizado y cada movimiento que hacía le resultaba doloroso, Brock dominaba la habitación y el lugar y yo no me atrevía a moverme más bajo su mirada.Yo aun… no estaba dispuesta a que todo volviera como si nada. Estaba herida, humillada y sentía que nuestro matrimonio, falso y extraño como era, se había roto. Cuando no había confianza, creía que no había nada más que hacer.Layne recorría la propiedad de un lado para el otro en su caballo, el Conde vino un par de veces y Nicasia se reunía con sus soldados atentos a lo que se necesitara. Yo me había olvidado de nuestra discusión, entre tanto problema.Pero desde que Brock despertó… t
Azaleia Los días siguientes no me escondo de él, pero tampoco estoy todo el día en su cuarto. Pero si yo entro él manda a salir a todos los demás, no importa quien sea y se queda expectante a lo que yo vaya a hacer: si voy a ver su ojo o sus heridas en las manos, se queda quieto casi sin respirar mientras me observa. Él intenta hacerme conversación, me pregunta por mi día, sobre como curar heridas, e intenta acercarse a mí como puede, aun cuando él no puede ni debería moverse. Siempre me pide que me quede un rato más, pero yo pongo una excusa y él asiente con decepción. Si alguien tenía que llevarle agua o quería que le pasara un libro algo, él pedía que fuera yo. Era un paciente colaborador como fastidioso. Era muy extraño porque cuando yo entraba a su habitación él dejaba de hacer todo para verme, se sentaba derecho e intentaba arreglarse como si la que iba a entrar era la princesa, y no la esposa que dijo no querer tener. Brock fue mejorando poco a poco. Su ojo se desinflamó y
BrockMerecer la confianza de Azaleia no iba a ser fácil. Y decía merecer, no ganar, porque tenía que tener que alcanzarla por mis propios méritos. Layne estaba más acelerado que nunca, iba de un lado para el otro y frecuentaba mucho el castillo, cosa que no era del todo anormal, pero tampoco algo muy común. Mi primo se asomaba y me hacía preguntas que francamente parecían casi ser un azar, tales como ¿Cuándo decidí mi símbolo del árbol torcido? ¿Por qué lo elegí? Preguntas para las que él ya tenía respuesta, por lo que menos entendía su afán de consultarme cosas que él ya sabe. Luego empezó a hacerme preguntas sobre el origen de Azaleia… de nuevo, ya él sabía todo lo que sé. Entonces comenzaba a preguntarle a ella y ella le decía lo mismo. Ella parecía estar más tranquila con tenerme cerca y no se había quitado el anillo que le di, lo cual era una buena noticia. Yo la observaba mientras íbamos en el carruaje a casa, cada mirada por la ventana, cada suspiro, cada movimiento de sus
Layne —Entonces… ¿No estás más cerca de descubrir de qué se trata la profecía que cuando te la dije? — yo suspiro —No lo sé tío… pareciera que estuviera contando las estrellas, y cada vez que creo que puedo lograrlo… aparecen más y más que contar— le contesto al Conde y él suspira. Estoy en la biblioteca del castillo tan perdido como otros días, entre libros, pergaminos, documentos y papeles tan viejos como este castillo, que ya no diferencio un día de otro. — Pero algo tienes ¿No? Hay aires de cambio Layne, lo percibo… y algo me dice que tiene que ver contigo— me dice viéndome con algo de suspicacia. —Tengo algunas ideas, y algo me parece que tiene que ver la Duquesa— le contesto. Él asiente, sus manos cruzadas en frente de él. —Creo que podrías tener razón… esa mujer… esa mujer no es normal. Y créeme que soy el primero en asombrarme de lo que te voy a decir, pero… ella es especial — dice e igualmente me sorprendo levantando mis cejas y abriendo bien mis ojos. —Lo es… solo qu
Brock —Estás perdido en tus pensamientos — me dice ella de repente. Estúpido Layne con sus profecías de porquería. A mí no me importaba si ella era una estrella que cayó del cielo, la diosa misma, un caldero de oro o cualquier tontería. Yo solo pensaba en que si algo le pasaba a ella… no me lo permitiría. —Es solo que tenemos que tener precaución ¿Serás cuidadosa? — le digo y tomo su cara entre las mías. —Júramelo mi flor — le digo con voz ronca. —Lo juro mi señor — dice suavemente y se inclina a darme un beso, lleno de promesas. Nunca me acostumbraré a como mi mundo parece sacudirse cuando ella me besa, como su boca roza a la mía, como hace unos sonidos maravillosos como si le gustara mi boca, el cómo sus manos se aferran a mi camisa y yo puedo sujetarla por la cintura cerca de mí para que no se aleje. Sus manos a veces se apoyan en mis hombros, como si fueran pequeñas flores en la montaña, en el prado viviendo bajo la luna. Azaleia me da los besos más sutiles del mundo, a