Brock —¿Qué demonios hacen? ¿Realmente quieren enfrentarse a mí?— pregunto y les grito a los que están atrás —¿Realmente no tiene valor ni honor que se rebelan contra su propio general?— digo y veo como los de atrás se miran entre ellos, algunos con miedo, otros con duda. Pero seguimos siendo uno contra un poco más de una docena, incluso veo que algunos no están, quizás el motín empezó hace tiempo y varios huyeron. Cobardes. —¿Contra su general? Ohhh si el gran Brock… que ahora es un gran Duque… Cuéntanos gran señor… ¿Qué hay para nosotros en estos enfrentamientos?. Apoyando a emperadores y emperatrices que ni sabemos que existen, pero… ¿Qué hay para nosotros?— grita Gusano viendo a sus compañeros y varios levantan sus armas en señal de aprobación. Esto es maravilloso, realmente lo que me faltaba. No sé si pueda con una docena de soldados, pero al menos con la mitad podría. Estos hombres que se la dan de muy rebeldes, son flojos y débiles, si no lo supiera yo que los comando. Los t
De repente algo me movía y no era ella. Sentía algo húmedo y cuando abrí un ojo era Areta.—Areta… lo siento tanto— le decía casi sin poder respirar —Lo siento tanto… debí dejarte con ella. Descansa Areta… te vas a recuperar— mi visión estaba nublada. Ella intentaba levantarme. Veía que estaba herida, pero tenía más fuerza que yo. Era más fuerte que yo. —Lo sé, lo sé…ella… nada le puede pasar a ella— le digo y siento su hocico bajo mi brazo como intentando moverme, pero no puedo. Siento un sopor pesado que me consume. Vuelvo a caer en un pesado sueño, horrible como pesadillas en una noche con fiebre. Siento mi cuerpo pegajoso de sangre, sudor y la humedad del bosque. Quisiera pedir ayuda ¿A quién? Vine casi solo como un imbécil, deje todo lo que necesito y amo en casa. En esos interminables momentos me lamento de mi vida, cometí tantos errores, pero ninguno como los que cometí con ella. Algo hermoso me fue entregado en vida, algo que no merecía y no lo aprecié. Lo rechacé, lo denig
Layne —Layne… Deberías estar descasando— me dice la Duquesa cuando me ve. Yo estoy en la puerta del cuarto de Brock, quien luce un poco mejor. Ella me dice eso, pero ella misma luce realmente agotada como si tuviera días sin dormir y seguramente fue así. Tiene un vestido sencillo que debe ser de Nicasia y el cabello le cae por los hombros. Sostiene la mano de mi primo con cariño, su mano se ve diminuta en la de él, paseando sus dedos por el dorso de su mano. Luego de que llegué a casa de Nicasia, completamente agotado de andar a caballo por casi veinte horas seguidas, caí básicamente desplomado en su sala y luego de ahí fue llevado a un cómodo cuarto que me pareció casi el paraíso. Lo primero que hice fue venir a ver a mi primo. Al cual encuentro muy bien acompañado. Inconsciente o dormido, aún no sé, pero cuidado como si fuera un rey. Sin duda su cuñada le dio una de las mejores habitaciones, está vendada la mitad de su cara, peinado, con cremas y pequeñas vendas en sus manos y
Layne —¿Cómo se atreve? ¡Jamás dañaría mi propia casa!— —¿Ah no? Y como llama entonces enviar a su secuaz, Hilda, a que seduzca a mi esposo y venga a mi casa a decirme que estuvo con él… ¡Y que su intención ha sido separarlo de mí para ella convertirse en Duquesa! ¡Que mi esposo me dejara, me desapareciera como si fuera un objeto! ¡Y soy la Duquesa de Bousquet!— dice en voz baja, pero de forma intensa. Antes de que el Conde conteste indignado, escuchamos a Brock otra vez balbucear. —Azaleia… Azaleia… mi amor— dice como desesperado entre sueños, agitándose. Inmediatamente, ella se sienta en la cama y toma su mano. Mueve su cabello y toca su mejilla con los dedos, dándole pruebas de que está aquí, con él. —Aquí estoy esposo mío… aquí estoy— le dice y el Conde y yo vemos como él vuelve a tranquilizarse con las caricias de ella. —¿Azaleia?— pregunta el Conde y ambos nos quedamos desconcertados sin saber qué decir. —Si… él me dice así, cuando nos casamos la boda estuvo llena de esas
Brock Después de perder el conocimiento totalmente solo recordaba un dolor profundo. Escucha de vez en cuando voces, algunos sonidos, el canto de un pájaro. A veces creía escuchar a Roldán, Layne o Nicasia. Pero la mayoría de las veces la escuchaba solo a ella. Azaleia era lo único real que predominaba en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón, la única constante en este mundo irreal en él que yo divagaba. Me preguntaba si ella estaría bien, si habría huido de mí, si algo le había pasado por mi culpa, por haber huido de ella. Esos momentos eran tremendamente angustiantes porque me recriminaba todo lo que había sucedido, una y otra vez. Me odiaba por eso. En esos momentos de un poco de claridad en la que era mi mente nublosa… a veces la escuchaba casi tan nítida que podría jurar que era verdad… que ella estaba aquí. Su preciosa voz me decía que estaba conmigo, aquí cerca de mí. Por momentos los sueños eran tan poderosos que inclusive juraba que me tocaba, las puntas de sus dedos com
Brock— Azaleia… solo escúchame un minuto, por favor… no te vayas— le digo y ella se queda ahí viéndome con las manos juntas sobre su vestido, entrelazadas. Siente a su serpiente inquietarse y con un suave movimiento de sus dedos en el cuerpo ligero de escamas del animal, la serpiente se tranquiliza.— Mi señor necesita descansar — dice de manera formal y su voz suena apagada, muy diferente a la Azaleia de mis sueños, con voz melodiosa, con cariño y afecto. Me doy cuenta de que yo acabé a esa Azaleia incluso antes de que apareciera ante mí. — No puedo descansar si no hablo contigo Azaleia — le digo intentando convencerla. — Creo que es hora de que cambien tus vendajes…— agrega ella nerviosa y está por irse, pero yo me desespero.—No… Azaleia… te lo imploro — le digo y me intento mover y muevo mi brazo malo y un dolor repentino como una corriente me recorre desde el hombro a la punta de mis dedos y suelto un quejido de dolor. Inmediatamente, ella se voltea y acude a socorrerme. Con c
AzaleiaNunca me imaginé ver a Brock de esta manera. Se veía realmente… desesperado. Su estado no era el mejor e iba a estar un buen tiempo aun descansando para poder recuperarse. Del hombre bravucón y fuerte que yo conocía solo quedaba una parte. Y aun así… mi esposo era imponente. Aun así, acostado, con su ojo aun de color púrpura e hinchado, su brazo inmovilizado y cada movimiento que hacía le resultaba doloroso, Brock dominaba la habitación y el lugar y yo no me atrevía a moverme más bajo su mirada.Yo aun… no estaba dispuesta a que todo volviera como si nada. Estaba herida, humillada y sentía que nuestro matrimonio, falso y extraño como era, se había roto. Cuando no había confianza, creía que no había nada más que hacer.Layne recorría la propiedad de un lado para el otro en su caballo, el Conde vino un par de veces y Nicasia se reunía con sus soldados atentos a lo que se necesitara. Yo me había olvidado de nuestra discusión, entre tanto problema.Pero desde que Brock despertó… t
Azaleia Los días siguientes no me escondo de él, pero tampoco estoy todo el día en su cuarto. Pero si yo entro él manda a salir a todos los demás, no importa quien sea y se queda expectante a lo que yo vaya a hacer: si voy a ver su ojo o sus heridas en las manos, se queda quieto casi sin respirar mientras me observa. Él intenta hacerme conversación, me pregunta por mi día, sobre como curar heridas, e intenta acercarse a mí como puede, aun cuando él no puede ni debería moverse. Siempre me pide que me quede un rato más, pero yo pongo una excusa y él asiente con decepción. Si alguien tenía que llevarle agua o quería que le pasara un libro algo, él pedía que fuera yo. Era un paciente colaborador como fastidioso. Era muy extraño porque cuando yo entraba a su habitación él dejaba de hacer todo para verme, se sentaba derecho e intentaba arreglarse como si la que iba a entrar era la princesa, y no la esposa que dijo no querer tener. Brock fue mejorando poco a poco. Su ojo se desinflamó y