Capítulo 50: Después de la tormenta

Azaleia

Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero nadie cuenta de los destrozos que deja o como, los que quedamos, tenemos que juntar los pedazos rotos, curar las heridas y continuar con nuestras vidas como si nada.

Quedarme en mi habitación por días era fácil. Sentía que poco a poco había perdido las ganas de hacer algo. No era porque el hombre al que yo admiraba y quería me había confesado que evidentemente no retribuía mis sentimientos, sino que estaba tan atrapado como yo en este matrimonio.

No dudaba que Hilda viniera con todas las malas intenciones del mundo, era evidente que su visita no era casual y logró su cometido. Me enredó en sus mentiras, en su entramado bien pensado, en sus chismes y habladurías, me había hecho pensar mal de Brock y en eso él tenía razón. Lo tenía todo perfectamente planeado, encontrarme sola, la camisa de Brock, el comentario de la casa pequeña para encerrarme, las habladurías de Blatta, todo.

Con cada palabra, cada letra, cada sonido ha
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