Daniel Carnelutti — ¿Qué hora es allá, bebé?— pregunta mi esposa a través del teléfono. Miro la hora en la pantalla sobre su rostro. —Son las once, amor… ¿Cómo estuvo el día de hoy?—pregunto, intentando desviar el hecho de que es muy tarde y de seguro se me notan las ojeras. —Bien, aunque estaría mejor si durmieras, luces bastante cansado. —dice y yo trago grueso. —No me culpes, Pablo aun detenido y tenerlas lejos me tiene bastante desesperado. No paro de pensar y preocuparme. Quiero que Pablo salga en libertad y correr a sus brazos, amor. —digo y a través de la pantalla veo que Dina llora. Escucho la voz de Daniela y mi esposa se limpia el rostro rápidamente. — ¡Papi, te amoooo! ¿Ya vienes?—pregunta Daniela apareciendo en la pantalla, está tan cerca de la cámara que lo único que veo es su boquita y mejillas. —Yo también te amo, princesa. Ya casi voy, ¿te estás portando bien?— le pregunto y la cámara se mueve de arriba abajo varias veces. —Sí, y como muuuucha comida. —dice y lue
—López, Carnelutti, Manrrique y Abud Annuar ¡felicitaciones! —exclaman algunos de mis compañeros. Se acercan y nos dan abrazos a los que oficialmente recibimos carta de libertad. Miro los rostros de quienes se quedan y se me parte el corazón un poco por ellos. Algunos han sido muy buenos amigos conmigo, y a pesar de todo, nos logramos ayudar entre nosotros. Observo el lugar, un espacio cutre en el que jamás en la vida imaginé que iba a estar, pero ciertamente donde aprendí muchas cosas. Comienzo a llorar y algunos se acercan a abrazarme y decirme que no me preocupe por ellos, pero me resulta imposible. Parece un sueño, algo irreal, que estoy muy cerca de volver a ver a mi familia. Todos aquí, anhelan estar con su familia. Soy uno de los bendecidos a los que les apareció un caso debidamente conformado (entrecomillas, porque ni siquiera hay evidencia de eso que me llevó a ser acusado), pero no puedo dejar de pensar en quienes ni siquiera tienen uno, y que tampoco tienen cómo pagar
Hola a todos, mis amados lectores, mis dulces caracolitas... Espero que se encuentren muy bien y que hayan disfrutado de la Pascua con sus seres queridos, Por cierto, ¿Qué hacen en la Pascua en su país? Acá se acostumbra a comer dulces y celebrar en familia... Los leo, quiero conocerlos. ¡Iré al grano, porque me disperso! jajajaja La presente nota es para comunicarles que habrán actualizaciones para el mes que viene en Un Saco para mi Ex. Gracias por su apoyo, por sus reseñas y comentarios que me dan ánimo. Les amo y espero siempre saber de ustedes por acá y por las redes. Son un amor. XOXOXO, Al.
— ¿Qué?—pregunto de golpe, sin terminar de entender lo que el Defensor dice.— ¿Pero, como puede ser posible?— dice Pablo, con restos de su desayuno en las mejillas.—No tengo la menor idea, Sr. Carnelutti. Pero lo cierto es que tengo unos contactos que efectivamente verificaron sus antecedentes, o cualquier información que le ligara con el caso que se supone fue abierto en su contra… pero lo cierto es que usted está tan limpio como la Madre Teresa de Calcuta. — explica el Defensor y yo trago grueso sintiéndome indignado.¿Qué clase de broma pesada es esta?El peso de todo el tiempo que Pablo pasó confinado parece materializarse sobre mis hombros.Todo este tiempo sufriendo… por nada.Por algo que mágicamente no existió.Una causa sin pies ni cabeza que para empezar, nunca tuvo un hecho punible cometido.Menuda situación la que vivimos y todo por nada.—Entonces, eso quiere decir que si Pablo quiere salir del país, no habrá ningún problema para abordar un avión…— indico y el abogado a
JASPE RADDOUAN—Anda, Marta, hazme otra, ¿Cómo a Daniel si le haces cuatro?—gimo y la abrazo en medio de mi dramatización.Es un hueso duro de roer, verdaderamente.—Que no. —gruñe, al tiempo que voltea una arepa para que se cocine igual de ambos lados.—Anda, Marta, házmela y te digo quién te quiere. — susurro juntando mis manos en señal de súplica.—No. — vuelve a responder y comienza a hacer otra arepa para ponerla a cocinarse.— ¿Y entonces por qué a Daniel si le haces tantas?—gimo, comenzando a molestarme.—Pues porque él sí debería llenar el cuerpo que se gasta… Si te hago cuatro arepas a ti, te vas a reventar, ¿en dónde piensas almacenar tanta comida?—pregunta exageradamente, mirando con atención mi delgado cuerpo.—Pues, eso, Marta. Si le voy subiendo la cantidad, iré engordando. —refuto y ella pone los ojos en blanco para luego darme un ligero apretón en la mejilla.—Pues, eso… que ya dije que no. Además, así flaquita le gustaste a mi niño Pablo, entonces no quiero que cambi
DINA CARNELUTTI (UN MES DESPUÉS)—Papá…—gime Daniela entre sueños y, desde la puerta de la habitación, veo cómo Lucas baja rápidamente las escaleritas de la litera y se acerca a ella.Otra vez está hablando dormida.—Dani, estás soñando otra vez. Es un sueño…— susurra y lo veo apartarle el cabello del rostro. Daniela parece despertar y Lucas se sienta en la orilla de la cama.—Yo sé que extrañas a tu papá, pero tranquila, te aseguro que pronto estarán él, mi tía y Pablo con nosotros. —le dice él para tranquilizarla y yo siento que se me encoge el corazón.Lucas ni se imagina lo valiosas que son sus palabras… no hay nada en la tierra que iguale el corazón de un niño.—Quedo poni, Luca. — dice ella y él suspira muy fuerte, lo que me hace esconder una carcajada en la palma de la mano.Daniela es caprichosa y el pobre Lucas es un ángel, de verdad… trata de cumplirle cada exigencia a mi hija.Me preocupa que la malcríe… ¿qué pasará cuando los demás niños no quieran hacer lo que ella dice?
PABLO CARNELUTTI—Cariño…— susurro, besándole el cabello a Jaspe.Está desparramada en la cama, parece un asterisco de lo desordenada que duerme. Anoche la besé, me costó unos buenos golpes y un labio roto que no olvidaré. Sé que Jaspe no será fácil, pero todo vale si al menos por tres segundos siento cómo responde a mis besos. Anoche fue perfecto. La extrañé tanto.Son las 04:00 a.m. y desde las 03:00 a.m. no he podido dormir. Es alguna clase de reloj biológico que se obtiene de estar encerrado como yo por tantos días.Jaspe se mueve un poco más, y siento cómo su mano impacta contra mi ojo, intento alejarme de su mano, pero termino en el suelo y con un ojo adolorido.Suspiro poniéndome en pie y me dirijo al espejo del baño. Me miro el ojo que ya está rojo y siseo. Cuando intento refrescarlo con agua fría, termino despertando la punzada de dolor en la zona palpitante.Salgo de la habitación y me pongo a ver un programa de discovery channel sobre dinosaurios en la sala. La verdad ni si
—Te juro que te mato, Pablo…—comienza a amenazarme Daniel.—Daniel, yo…—comienzo a decir pero me silencia con una mirada llena de ácido.—¿Por qué nunca te fijas?—grita Daniel en un ataque de ira. Algunas personas nos miran extraño y él comienza a caminar más rápido, alejándose con sus maletas.Miro alrededor y noto que varias personas están siendo testigos de la pérdida de control de Daniel.Merde, ¡qué pena!Jaspe está muda, y no sé si es porque quiere soltarse a carcajadas o matarme. Mira en otras direcciones con el rostro inexpresivo.De seguro que se inclina por la segunda.Siento que me sumerjo en un sentimiento de vergüenza, mi novia viéndome en mis mejores momentos de metidas de pata. El sonrojo me calienta el cuello y quisiera salir corriendo lejos de aquí.Mientras Jaspe mira hacia otro lado, concentrándose en todo menos en mí, Daniel me lanza miradas asesinas.Mi teléfono vibra en el bolsillo y lo saco.Vicky me está llamando.Otra que me va a regañar en lo que sepa.— ¿Hol