Dina Carnelutti Veo a Daniel salir de casa en dirección al Juzgado y suspiro. Estos meses hemos sufrido tanto por Pablo. Daniela constantemente pregunta por él y ya no sabemos cómo convencerla de que pronto regresará. Dice que “pronto” ya se ha tardado mucho y que quiere ver a su tío ya. Daniel y yo ni siquiera hemos tenido tiempo de procesar nuestra relación, pero muy dentro siento que es lo mejor. Si Dios me daba tiempo de pensar y pensar la situación, estoy segura de que me hubiese negado a retomar la relación. Pero aquí estamos y soy muy feliz, tanto que siento que esto es sólo el principio de algo muy grande. Escucho que suena el timbre y corro a recibir a Zoe. —Estuve aquí en cuanto pude. — dice, sonando culpable y luciendo como si acabara de salir de un huracán. Trae su laptop en el brazo y tiene una mirada un poco desquiciada. —Tranquila, créeme que lo último que puedo hacer es quejarme del gran favor que me estás haciendo.—digo y le doy un pequeño abrazo. Zoe entra y
Dina Carnelutti La pantalla me muestra a un Carlos radiante y no puedo evitar derramar algunas lágrimas. —Anda, que no me esperaba que así comenzara nuestra llamada, tonta. —dice y yo me río. —Bueno, pues sucede que me conmueve verte feliz, estás radiante. Y te ves un poquito más gordo, pero te sienta bien. —respondo y él sonríe. —Bueno, es que es bastante diferente a la vida en Venezuela. No te mentiré diciendo que todo aquí es perfecto, no. Pero trabajando duro y sobretodo, queriendo surgir, se pueden obtener grandes oportunidades, Dina. — dice y lo veo sentarse en un sofá. —Aquí al principio tuve que trabajar de suchef, bartender y demás para mantenerme en pie con las rentas y los pagos de servicios, pero me encanta que nunca nos falta la electricidad y el agua también está disponible mientras tengas suficiente para pagarla. —me explica. —Suena bastante bien, ¿y el clima allí? ¿qué tal está?— pregunto y él se ríe. —El invierno es inclemente, se me han congelado lugares que ja
—Me llamó mi amigo Carlos ahora y la verdad es que tengo muy buenas noticias y otras no tan buenas. —digo lentamente. —Por favor, que sea lo que estoy pensando. — susurra Daniel. —Carlos me ofreció una oportunidad de trabajo. —digo y Daniel grita, dándome besos y abrazos. —Eso es genial, amorrr…—le escucho decir en mi oído y Jaspe sonríe. —Es muy buena noticia, Dina. — susurra y me da un apretón en la mano. —Sí, pero por ahora, mientras resuelvo lo de mi pasaporte y la visa, Carlos me dijo que acepta que yo diseñe y le envíe los proyectos desde aquí. Por supuesto, con la paga de nuestro trabajo online, podré sumarle a nuestro colchón de ahorros para los gastos del viaje. — digo y Daniel niega. —Amor, tu sabes que por dinero no te tienes qué preocupar. —susurra él y yo asiento, recordando que él quiere encargarse de todo en cuanto a la economía del hogar, pero simplemente, no me siento feliz con eso. —Amor, lo sé. Pero quiero sentirme útil porque desde que estamos juntos te has e
Daniel Carnelutti — ¿Qué hora es allá, bebé?— pregunta mi esposa a través del teléfono. Miro la hora en la pantalla sobre su rostro. —Son las once, amor… ¿Cómo estuvo el día de hoy?—pregunto, intentando desviar el hecho de que es muy tarde y de seguro se me notan las ojeras. —Bien, aunque estaría mejor si durmieras, luces bastante cansado. —dice y yo trago grueso. —No me culpes, Pablo aun detenido y tenerlas lejos me tiene bastante desesperado. No paro de pensar y preocuparme. Quiero que Pablo salga en libertad y correr a sus brazos, amor. —digo y a través de la pantalla veo que Dina llora. Escucho la voz de Daniela y mi esposa se limpia el rostro rápidamente. — ¡Papi, te amoooo! ¿Ya vienes?—pregunta Daniela apareciendo en la pantalla, está tan cerca de la cámara que lo único que veo es su boquita y mejillas. —Yo también te amo, princesa. Ya casi voy, ¿te estás portando bien?— le pregunto y la cámara se mueve de arriba abajo varias veces. —Sí, y como muuuucha comida. —dice y lue
—López, Carnelutti, Manrrique y Abud Annuar ¡felicitaciones! —exclaman algunos de mis compañeros. Se acercan y nos dan abrazos a los que oficialmente recibimos carta de libertad. Miro los rostros de quienes se quedan y se me parte el corazón un poco por ellos. Algunos han sido muy buenos amigos conmigo, y a pesar de todo, nos logramos ayudar entre nosotros. Observo el lugar, un espacio cutre en el que jamás en la vida imaginé que iba a estar, pero ciertamente donde aprendí muchas cosas. Comienzo a llorar y algunos se acercan a abrazarme y decirme que no me preocupe por ellos, pero me resulta imposible. Parece un sueño, algo irreal, que estoy muy cerca de volver a ver a mi familia. Todos aquí, anhelan estar con su familia. Soy uno de los bendecidos a los que les apareció un caso debidamente conformado (entrecomillas, porque ni siquiera hay evidencia de eso que me llevó a ser acusado), pero no puedo dejar de pensar en quienes ni siquiera tienen uno, y que tampoco tienen cómo pagar
Hola a todos, mis amados lectores, mis dulces caracolitas... Espero que se encuentren muy bien y que hayan disfrutado de la Pascua con sus seres queridos, Por cierto, ¿Qué hacen en la Pascua en su país? Acá se acostumbra a comer dulces y celebrar en familia... Los leo, quiero conocerlos. ¡Iré al grano, porque me disperso! jajajaja La presente nota es para comunicarles que habrán actualizaciones para el mes que viene en Un Saco para mi Ex. Gracias por su apoyo, por sus reseñas y comentarios que me dan ánimo. Les amo y espero siempre saber de ustedes por acá y por las redes. Son un amor. XOXOXO, Al.
— ¿Qué?—pregunto de golpe, sin terminar de entender lo que el Defensor dice.— ¿Pero, como puede ser posible?— dice Pablo, con restos de su desayuno en las mejillas.—No tengo la menor idea, Sr. Carnelutti. Pero lo cierto es que tengo unos contactos que efectivamente verificaron sus antecedentes, o cualquier información que le ligara con el caso que se supone fue abierto en su contra… pero lo cierto es que usted está tan limpio como la Madre Teresa de Calcuta. — explica el Defensor y yo trago grueso sintiéndome indignado.¿Qué clase de broma pesada es esta?El peso de todo el tiempo que Pablo pasó confinado parece materializarse sobre mis hombros.Todo este tiempo sufriendo… por nada.Por algo que mágicamente no existió.Una causa sin pies ni cabeza que para empezar, nunca tuvo un hecho punible cometido.Menuda situación la que vivimos y todo por nada.—Entonces, eso quiere decir que si Pablo quiere salir del país, no habrá ningún problema para abordar un avión…— indico y el abogado a
JASPE RADDOUAN—Anda, Marta, hazme otra, ¿Cómo a Daniel si le haces cuatro?—gimo y la abrazo en medio de mi dramatización.Es un hueso duro de roer, verdaderamente.—Que no. —gruñe, al tiempo que voltea una arepa para que se cocine igual de ambos lados.—Anda, Marta, házmela y te digo quién te quiere. — susurro juntando mis manos en señal de súplica.—No. — vuelve a responder y comienza a hacer otra arepa para ponerla a cocinarse.— ¿Y entonces por qué a Daniel si le haces tantas?—gimo, comenzando a molestarme.—Pues porque él sí debería llenar el cuerpo que se gasta… Si te hago cuatro arepas a ti, te vas a reventar, ¿en dónde piensas almacenar tanta comida?—pregunta exageradamente, mirando con atención mi delgado cuerpo.—Pues, eso, Marta. Si le voy subiendo la cantidad, iré engordando. —refuto y ella pone los ojos en blanco para luego darme un ligero apretón en la mejilla.—Pues, eso… que ya dije que no. Además, así flaquita le gustaste a mi niño Pablo, entonces no quiero que cambi