Siento como si hubiese entrado y en un universo alternativo… Cómo cuando finalmente obtienes lo que por mucho tiempo perseguiste y ni siquiera parece real. El beso es suave al principio y yo me siento como si estuviera de vuelta en casa luego de un largo viaje. De pronto los labios de Daniel se abren paso entre mis labios con más exigencia, siento cómo Daniel pasa sus brazos por mi cintura y con sus antebrazos en mi espalda, me presiona hacia su pecho. Gimo tan fuerte que Daniel se estremece y yo salgo de mi ensoñación. Estoy de vuelta a la cruel realidad y yo presiono mis manos en su pecho, alejándolo de mí… Daniel se separa bruscamente. Estoy por alejarme cuando él toma con sus manos mis hombros, acariciándolos con sus pulgares y apoya su frente en la mía. —Te extrañé tanto, Dina. Eres la única mujer para mí, no existe otra, amor. El tiempo que no te tuve, sentí que me volvía loco y luego de buscarte me rendí, porque no entendía nada. Nuestro tiempo juntos fue perfecto siempre,
Daniel Carnelutti Según la definición que recuerdo de la R.A.E. Manipulación; es la acción y efecto de gobernar asuntos, ajenos o propios, de una manera inescrupulosa. Me estremezco por lo espantosamente feo que suena citar ésa definición en mi mente. Suena mejor… Fingir estar congestionado para conseguir que mi esposa e hija me mimen… y todos seamos muy felices… ¡Sí, justo eso es! —Siéntate, aquí está tu sopa. — gruñe Dina entrando al cuarto con una taza de sopa. La boca se me hace agua, pero continúo fingiendo malestar. Quizás no está tan convencida… pero me hizo sopa y eso es un avance. Hace espacio en la mesa de noche y posa la taza ahí, gruñendo algo inentendible. —Muchas gracias, amor mío. — digo, engrosando la voz para mantener en pie mi disque congestión. —Ajá. — gruñe y yo estiro mi mano, atrapando su muñeca. Ella contiene la respiración y luego suelta un bufido, bajo y sibilante. Aprovecho que no ha retirado su muñeca de mi agarre y acaricio el interior de la misma c
Pablo Carnelutti El movimiento comienza desde las 3am. Van aproximadamente seis meses de esto y ya no lo soporto. Escucho a los demás moviéndose por el lugar, despertando, vistiéndose, bañándose, preparándose para otro día en éste horrible lugar. Todos haciéndolo lo más silenciosamente posible, en un intento bárbaro de no causar ninguna clase de revuelo que pueda generar castigos o burlas. Aquí todo es relevante. No rías, no mires por mucho tiempo y jamás retes a nadie. La regla de oro es ser invisible. Despertar cada día es un suplicio en éste lugar, me ha costado ajustarme a las circunstancias. Jamás tuve que preocuparme de cosas más que trabajar para cubrir mis gastos, mis caprichos y regalarles cosas a mi cuñada y sobrina. En casa siempre me esperaba alguien interesado en cómo fue mi día, la comida de mi Nana calientita y un padre, que si bien no es perfecto, siempre se ha esforzado por mí y mi hermano, por lo que él ha considerado que es lo mejor para nosotros. Ahora, sé
Dina Carnelutti Veo a Daniel salir de casa en dirección al Juzgado y suspiro. Estos meses hemos sufrido tanto por Pablo. Daniela constantemente pregunta por él y ya no sabemos cómo convencerla de que pronto regresará. Dice que “pronto” ya se ha tardado mucho y que quiere ver a su tío ya. Daniel y yo ni siquiera hemos tenido tiempo de procesar nuestra relación, pero muy dentro siento que es lo mejor. Si Dios me daba tiempo de pensar y pensar la situación, estoy segura de que me hubiese negado a retomar la relación. Pero aquí estamos y soy muy feliz, tanto que siento que esto es sólo el principio de algo muy grande. Escucho que suena el timbre y corro a recibir a Zoe. —Estuve aquí en cuanto pude. — dice, sonando culpable y luciendo como si acabara de salir de un huracán. Trae su laptop en el brazo y tiene una mirada un poco desquiciada. —Tranquila, créeme que lo último que puedo hacer es quejarme del gran favor que me estás haciendo.—digo y le doy un pequeño abrazo. Zoe entra y
Dina Carnelutti La pantalla me muestra a un Carlos radiante y no puedo evitar derramar algunas lágrimas. —Anda, que no me esperaba que así comenzara nuestra llamada, tonta. —dice y yo me río. —Bueno, pues sucede que me conmueve verte feliz, estás radiante. Y te ves un poquito más gordo, pero te sienta bien. —respondo y él sonríe. —Bueno, es que es bastante diferente a la vida en Venezuela. No te mentiré diciendo que todo aquí es perfecto, no. Pero trabajando duro y sobretodo, queriendo surgir, se pueden obtener grandes oportunidades, Dina. — dice y lo veo sentarse en un sofá. —Aquí al principio tuve que trabajar de suchef, bartender y demás para mantenerme en pie con las rentas y los pagos de servicios, pero me encanta que nunca nos falta la electricidad y el agua también está disponible mientras tengas suficiente para pagarla. —me explica. —Suena bastante bien, ¿y el clima allí? ¿qué tal está?— pregunto y él se ríe. —El invierno es inclemente, se me han congelado lugares que ja
—Me llamó mi amigo Carlos ahora y la verdad es que tengo muy buenas noticias y otras no tan buenas. —digo lentamente. —Por favor, que sea lo que estoy pensando. — susurra Daniel. —Carlos me ofreció una oportunidad de trabajo. —digo y Daniel grita, dándome besos y abrazos. —Eso es genial, amorrr…—le escucho decir en mi oído y Jaspe sonríe. —Es muy buena noticia, Dina. — susurra y me da un apretón en la mano. —Sí, pero por ahora, mientras resuelvo lo de mi pasaporte y la visa, Carlos me dijo que acepta que yo diseñe y le envíe los proyectos desde aquí. Por supuesto, con la paga de nuestro trabajo online, podré sumarle a nuestro colchón de ahorros para los gastos del viaje. — digo y Daniel niega. —Amor, tu sabes que por dinero no te tienes qué preocupar. —susurra él y yo asiento, recordando que él quiere encargarse de todo en cuanto a la economía del hogar, pero simplemente, no me siento feliz con eso. —Amor, lo sé. Pero quiero sentirme útil porque desde que estamos juntos te has e
Daniel Carnelutti — ¿Qué hora es allá, bebé?— pregunta mi esposa a través del teléfono. Miro la hora en la pantalla sobre su rostro. —Son las once, amor… ¿Cómo estuvo el día de hoy?—pregunto, intentando desviar el hecho de que es muy tarde y de seguro se me notan las ojeras. —Bien, aunque estaría mejor si durmieras, luces bastante cansado. —dice y yo trago grueso. —No me culpes, Pablo aun detenido y tenerlas lejos me tiene bastante desesperado. No paro de pensar y preocuparme. Quiero que Pablo salga en libertad y correr a sus brazos, amor. —digo y a través de la pantalla veo que Dina llora. Escucho la voz de Daniela y mi esposa se limpia el rostro rápidamente. — ¡Papi, te amoooo! ¿Ya vienes?—pregunta Daniela apareciendo en la pantalla, está tan cerca de la cámara que lo único que veo es su boquita y mejillas. —Yo también te amo, princesa. Ya casi voy, ¿te estás portando bien?— le pregunto y la cámara se mueve de arriba abajo varias veces. —Sí, y como muuuucha comida. —dice y lue
—López, Carnelutti, Manrrique y Abud Annuar ¡felicitaciones! —exclaman algunos de mis compañeros. Se acercan y nos dan abrazos a los que oficialmente recibimos carta de libertad. Miro los rostros de quienes se quedan y se me parte el corazón un poco por ellos. Algunos han sido muy buenos amigos conmigo, y a pesar de todo, nos logramos ayudar entre nosotros. Observo el lugar, un espacio cutre en el que jamás en la vida imaginé que iba a estar, pero ciertamente donde aprendí muchas cosas. Comienzo a llorar y algunos se acercan a abrazarme y decirme que no me preocupe por ellos, pero me resulta imposible. Parece un sueño, algo irreal, que estoy muy cerca de volver a ver a mi familia. Todos aquí, anhelan estar con su familia. Soy uno de los bendecidos a los que les apareció un caso debidamente conformado (entrecomillas, porque ni siquiera hay evidencia de eso que me llevó a ser acusado), pero no puedo dejar de pensar en quienes ni siquiera tienen uno, y que tampoco tienen cómo pagar