Daniel Carnelutti (una semana después) El Pastor José me mira y yo trago grueso. Va a darme una negativa. —Dina necesita a Dios, no casarse obligada contigo, Daniel. —responde calmadamente el Pastor. —Pero, la familia es el primer ministerio, ¿no?— susurro apresuradamente. —Ella quiere divorciarse, pero eso no es de Dios. Es del diablo. —digo con seguridad, resaltando cada punto al chocar mi dedo contra la mesa. —A ver, debes orar a Dios; yo no hago nada, sólo soy un recipiente que es usado por Dios… ¿Cómo crees que voy a casarla bajo engaño? ¡Ora a Dios por tu esposa!... Vaya, jamás pensé que ésta frase se ajustara a un matrimonio... Pero sí, ora por tu esposa. Los engaños y la mentira nos llevan directito a más errores. — explica y yo asiento. — ¿Solo debo orar y ya? Porque debo tomar cartas en el asunto con rapidez. — murmuro, sentándome hasta atrás en la silla. — ¿Por qué no la enamoras?— pregunta el Pastor y yo suspiro. —No es tan fácil, Dina es un hueso duro de roer… ¿Cuá
Pablo Carnelutti Me giro por milésima vez en la cama y gruño sintiéndome frustrado. Tener una familia… Mi propia familia. Esto lleva días dándome vueltas en la cabeza, una semana entera, para ser exacto. No duermo bien desde el último día en que vi a Jaspe. El ser humano, cuando llega a cierta edad, siente el deseo de formar su propia familia. Es algo que nace, que se siente profundo y correcto; se siente cómo si el simple hecho de tener tu propia familia te hiciera auto realizado, te completara. Sé que Dios creó al hombre con la capacidad de reproducirse, que una familia en bendición es el plan perfecto de Dios para mí y para cada ser humano… Entonces… ¿Me llegó la hora? ¿Por qué Jaspe no quiere casarse conmigo? Porque en mi huesos siento que me ha llegado la hora… Continúo pensando en mí, con una familia de pecosos niños y amable esposa, en mí sintiéndome pleno, rodeado de amor… Una vez entrada ya la madrugada es que consigo quedarme dormido. Con la imagen de Jaspe llegando
Pablo Carnelutti Hago la fila para cancelar las entradas mientras Jaspe y los niños eligen los dulces. El cine tiene varias opciones en la cartelera, pero mis acompañantes decidieron antes de que siquiera llegáramos al centro comercial. Jaspe se ve tan natural hablando con ellos, los escucha cual adultos y los atiende como si en lugar de volverlos dependientes quisiera que comenzaran a desprenderse y quemar sus etapas. De camino a acá, noté un sinfín de actitudes en ella que me gustaron… Con los niños, es como si quisiera enseñarles a valerse por sí mismos, es paciente, y, aunque a veces le cuesta escucharme, cuando escucha respeta tu opinión; repito, cuando te escucha (“escucha” es la palabra clave, por cierto). Sonrío y vuelvo a mirar a Jaspe. ¿Soy el único al que le atrapan terriblemente las pecas esparcidas armoniosamente sobre la nariz? — ¿Va a dejar la fila o avanzará? No todos tenemos todo el día para perder. — murmura alguien detrás de mí y yo vuelvo a la realidad; avan
—Ni creas que te sentarás con mi bebé. — gruñe el hermano de mi jefe, Daniel, tomando a Daniela en brazos y alejándola de mi sobrino. Lucas y yo ponemos los ojos en blanco al mismo tiempo. Pablo, mi jefe, sonríe y Dina, la mamá de Daniela, le da un zape. —No te rías que se pone peor su humor. — sisea entre dientes. Entramos a la sala en la que se proyectará BlackPhanter y dejo escapar unas sonrisitas cuando escucho a Daniel refunfuñar sobre Lucas y Daniela sentados en cada extremo de la fila, mientras la pequeña castaña extiende la mano saludando a Lucas desde el hombro de su papá. Daniela pone los ojos en blanco y acomoda las golosinas en el asiento para quitarle a Daniela a Daniel y sentarla junto con Lucas que exclama un “¡SÍ!” levantando su puño en señal de victoria. Daniel luce cómo si quisiera decir algo, pero Dina le regala una mirada tan ácida que si fuera posible le hubiese desfigurado. Él solo suspira y se sienta al lado de ella. De manera que quedamos en el primer as
El carro se detiene en la puerta de la casa de Jaspe. Suspiramos al mismo tiempo y luego sonreímos. Jaspe mira hacia el asiento trasero; Lucas viene dormido. Después de despedirse de Danielita, cayó como tronco. —Te ayudo con Lucas…— digo y bajo para rodear el carro y abrirle la puerta de copiloto. Seguidamente, abro la puerta de atrás y tomo a Lucas en brazos. Rodeo el carro con el niño en brazos y me detengo junto a ella en la calzada de la casa, que es como una mini mansión. Su rostro ahora es una pintura que grita “desconcierto a grandes escalas”. Literalmente me mira como si me hubiesen brotado dos cabezas del cuello. — ¿Qué se supone que debo hacer ahora mismo… Darte unas palmadas en el hombro?—pregunta y sonrío, porque sé que no está siendo pedante, sino más bien sincera conmigo, va a poner de su parte para intentarlo y a pesar de no saber cómo actuar y responder ante mis detalles, está dispuesta a ser guiada. Ahora… ¿Qué se supone que debo de responder? ¿Me arriesgo; sa
Siento como si hubiese entrado y en un universo alternativo… Cómo cuando finalmente obtienes lo que por mucho tiempo perseguiste y ni siquiera parece real. El beso es suave al principio y yo me siento como si estuviera de vuelta en casa luego de un largo viaje. De pronto los labios de Daniel se abren paso entre mis labios con más exigencia, siento cómo Daniel pasa sus brazos por mi cintura y con sus antebrazos en mi espalda, me presiona hacia su pecho. Gimo tan fuerte que Daniel se estremece y yo salgo de mi ensoñación. Estoy de vuelta a la cruel realidad y yo presiono mis manos en su pecho, alejándolo de mí… Daniel se separa bruscamente. Estoy por alejarme cuando él toma con sus manos mis hombros, acariciándolos con sus pulgares y apoya su frente en la mía. —Te extrañé tanto, Dina. Eres la única mujer para mí, no existe otra, amor. El tiempo que no te tuve, sentí que me volvía loco y luego de buscarte me rendí, porque no entendía nada. Nuestro tiempo juntos fue perfecto siempre,
Daniel Carnelutti Según la definición que recuerdo de la R.A.E. Manipulación; es la acción y efecto de gobernar asuntos, ajenos o propios, de una manera inescrupulosa. Me estremezco por lo espantosamente feo que suena citar ésa definición en mi mente. Suena mejor… Fingir estar congestionado para conseguir que mi esposa e hija me mimen… y todos seamos muy felices… ¡Sí, justo eso es! —Siéntate, aquí está tu sopa. — gruñe Dina entrando al cuarto con una taza de sopa. La boca se me hace agua, pero continúo fingiendo malestar. Quizás no está tan convencida… pero me hizo sopa y eso es un avance. Hace espacio en la mesa de noche y posa la taza ahí, gruñendo algo inentendible. —Muchas gracias, amor mío. — digo, engrosando la voz para mantener en pie mi disque congestión. —Ajá. — gruñe y yo estiro mi mano, atrapando su muñeca. Ella contiene la respiración y luego suelta un bufido, bajo y sibilante. Aprovecho que no ha retirado su muñeca de mi agarre y acaricio el interior de la misma c
Pablo Carnelutti El movimiento comienza desde las 3am. Van aproximadamente seis meses de esto y ya no lo soporto. Escucho a los demás moviéndose por el lugar, despertando, vistiéndose, bañándose, preparándose para otro día en éste horrible lugar. Todos haciéndolo lo más silenciosamente posible, en un intento bárbaro de no causar ninguna clase de revuelo que pueda generar castigos o burlas. Aquí todo es relevante. No rías, no mires por mucho tiempo y jamás retes a nadie. La regla de oro es ser invisible. Despertar cada día es un suplicio en éste lugar, me ha costado ajustarme a las circunstancias. Jamás tuve que preocuparme de cosas más que trabajar para cubrir mis gastos, mis caprichos y regalarles cosas a mi cuñada y sobrina. En casa siempre me esperaba alguien interesado en cómo fue mi día, la comida de mi Nana calientita y un padre, que si bien no es perfecto, siempre se ha esforzado por mí y mi hermano, por lo que él ha considerado que es lo mejor para nosotros. Ahora, sé