-¡Vayamos a buscarla, ya habrá tenido tiempo suficiente para lo que sea que haya hecho y hablado con quién sea…! – Se impacientó Dan, harto de esa conversación que había caído en punto muerto.Se levantaron, firmaron la cuenta y salieron del restaurante. Daniel necesitaba revisar el contrato de compra del semental y realizar algunas llamadas de negocios, así que cuando la encontraron curioseando en una tienda de juguetes le pidió que se quedara el resto de la mañana con Mike, tal como habían convenido los dos amigos. Al verse nuevamente solos, Mike se encogió de hombros, al parecer su jefe y amigo le estaba tomando gusto a eso de dejarlo de niñera, pues ni modo, se lo tomó con filosofía y decidió poner su mejor cara. Eso sí, rogó para que no trascendiera, si Marcia se enteraba que había acompañado de compras a una desconocida y cuando ella se lo pedía siempre le ponía excusas dormiría en el sofá una buena temporadita. Así que para hacerse perdonar le pidió a Débora que lo ayudara a
-¿Mi puta? – se extrañó - Que bobada estás diciendo, si quisiera que fueras eso te habría dejado en el Menfis y hubiera pagado por ti las veces que me viniera en gana. Estás completamente fuera de ti. – Respondió enojado, pero luego vio que a través de su actitud no conseguiría tranquilizarla y apaciguó un poco el tono prosiguiendo: -¿Qué te hace pensar que quiero que seas eso?Débora contestó con otra pregunta: - ¿Esos vestidos que han traído no son para una persona que ha de cuidar de un niño pequeño?, Véalos usted mismo…, - Gritó Débora mientras salía de su habitación alzando un minivestido rojo con un solo tirante que tiró de cualquier manera sobre el mullido sofá. –Y mucho menos esos zapatos de tacón. Juárez obligaba a sus mujeres a usar zapatos iguales en el Menfis…- siguió gritando mientras señalaba tres pares de zapatos esparcidos encima de la alfombra: unas sandalias negras tipo romanas de plataforma altísima, unos pepe toes plateados con un finísimo tacón de aguja y el últ
Fastidiado se dirigió al baño para refrescarse. El agua fría impactó en su cara, pero no alejó sus pensamientos, nada agradables por cierto y todos con un denominador común: Mike tenía razón, se estaba enredando cada vez más. Maldijo en silencio su salida al Menfis y deseó de todo corazón solucionar todo el embrollo sin más complicaciones. Débora era muy joven, casi una adolescente, y él era un hombre demasiado atareado para ocuparse de una jovencita con la que no tenía nada en común. ¡Por Dios! Ni que se hubiera convertido en padre de una niña de la noche a la mañana, sólo eso le faltaba. Recordó con pesar la monotonía de su vida: trabajo, hijo, soledad… deseó no echarlos de menos. No soportaría estar peleando continuamente. Se sintió viejo de repente, ¿Qué les pasaba por la cabeza a las adolescentes? ¿Cuáles serían sus intereses y necesidades?... Bueno, seguro que no tendría demasiado tiempo para intimar con su joven esposa, pronto se desenmascararía, y entonces sí: Débora y s
Débora no pudo evitar un escalofrío al escuchar la palabra cárcel, Daniel ya le había dicho que escuchara sin interrumpir, ella no deseaba que él fuera a la cárcel por su culpa. No había sido esa su intención, ni siquiera reparó en las consecuencias de irse con él. Lo usó para zafarse de la amenaza de Juárez sin pensar, luego se asustó tanto que se colapsó y no encontró el suficiente valor para detener lo que iba a pasar, así que se echó la culpa y le reiteró que podía confiar en su silencio, sin ser consciente que Daniel ya había tomado una decisión y nada de lo que ella dijera lo haría cambiar de opinión:- Si…, pero ya le he dicho que no puede saberlo nadie y que yo…, yo no voy a decir nada…, como cree que le haría daño…, no soy así…, Por favor créame, señor. -Se estaba poniendo muy nerviosa…-Si, te creo, – mintió Daniel, deseando de todo corazón que fuera ciertas sus palabras – pero no puedo estar seguro de que alguien más esté implicado y quiera perjudicarme, soy un hombre rico
-Te parece poco, ¿Crees que lo merezco? – La interrogó mirándola fijamente, vio que las defensas de Débora empezaban a resquebrajarse, y siguió apelando al corazón de la muchacha. - ¡Si así lo crees, y piensas que me gusta abusar de menores puedes denunciarme y terminar de una vez! En caso contrario debes ayudarme. Mi única culpa es acostarme con profesionales… No estoy casado ni tengo pareja, por lo que ni hago daño ni debo dar explicaciones a nadie y siempre las he respetado. Si consideras que por eso debo ir a la cárcel, pues no hay más que hablar. En caso contrario te estoy pidiendo tu ayuda: Cásate conmigo, es necesario legalizar nuestra situación. -Te prometo…..., - pausó sus palabras para que calaran más hondo en Débora, que tuviera tiempo de pensar, mientras tanto le iba acariciando cariñosamente el cabello, se encontró a gusto haciéndolo –…Te prometo que seré un buen marido el tiempo que tu quieras, yo te pido sólo un año, creo que será suficiente para olvidar este asunto t
-¿Te parece poco lo que te doy? ¿Cuánto quieres, dime, pon tú la cantidad? - Dan intentó acercarse, pero Mike se lo impidió¡Ya basta Dan! ¡Cálmate! No ves que con tus gritos únicamente la asustas más. – Mike esperó que Daniel se alejara de nuevo y le preguntó en que no estaba de acuerdo.Débora se negó a recibir cantidad alguna. Daniel, desde la otra punta de la habitación volvió a impacientarse y no puedo evitar gritar que no había tiempo para redactar uno nuevo, que la compensación económica era lo de menos y que si al terminar el periodo quería renunciar al dinero podría hacerlo. Mike lo hizo callar nuevamente y se concentró en Débora a la que regaló una amplia sonrisa para tranquilizarla:-A ver muchacha: es lo normal que en todo acuerdo prenupcial haya una compensación. Si no la hubiera el contrato podría ser invalidado. Luego cuando os divorciéis si quieres puedes renunciar a ese dinero. ¡Vale! – interrumpió su explicación para mirar fijamente a Débora y comprobar si la joven
Daniel salió del baño vestido y arreglado, se había puesto muy elegante, si iba a participar en un paripé, al menos hacerlo con todo incluido, así que él también había pasado por la boutique de caballeros y adquirido un traje oscuro con unos modernos pantalones ceñidos que marcaban sus musculadas piernas y cuya chaqueta se ajustaba a la perfección a sus anchos hombros. Lo combinó con una camisa clara color verde pálido y corbata a conjunto. Mientras se vestía le vino a la cabeza el día del bautizo de David, también intentó ponerse una corbata verde y Rebeca le pidió que se la cambiara. Ella odiaba el color verde. Cerró los ojos, angustiado: ¿Cuándo se terminarían sus pesadillas? ¿Por qué todo lo que hacía le recordaba a su primera esposa? Débora no pudo evitar observar detenidamente a Daniel, estaba guapísimo, sintió miedo: cualquier mujer se sentiría halagada de casarse con un hombre así, pero su matrimonio era ficticio y si seguía así, mirándolo, admirándolo…, al final se enamo
-¿Margaret?, ¿A qué venía ahora hablar de su vecina? No sabía porque su amigo había tocado ahora ese tema, justo cuando iba a casarse y se lo dijo. El nunca le prometió nada a la mujer, sabía que ella estaba muy entusiasmada con él y deseaba más, pero el no podía dárselo, y mucho menos estaba dispuesto. Lo que deseaba ella era casarse y apoderarse de su fortuna para solucionar la ruina de su familia. Ya había caído una vez en una trama parecida, y aunque él hombre dicen que siempre tropieza dos veces con la misma piedra él no estaba dispuesto a pasar otra vez por el mismo trance.-Vale, vale, sólo intentaba hacer un último intento para evitar que hicieras una locura. Suerte compadre.- Reconoció Mike mientras se alejaba dándole unos golpes en la espalda.Dan se alejó de su amigo para tomar a Débora del brazo y guiarla hacia el juez. La muchacha no había abierto la boca desde que habían salido del hotel. Notó que titubeaba y que se estremecía al sentir su contacto-¿Estás muy callada?