Juegos peligrosos

Los cuatro estamos sentados en butacas de cuero negro, en un vano intento de hacer las exigencias de mi padre menos exigentes. Convertirlas en una reunión informal y amigable.

En silencio, atiendo a los dos Reyes discutir sobre seguridad. Había pensado mucho en lo orgullosa que estaría mi madre por mi comportamiento. Arriesgarme por salvar la vida de un hombre, pero no me había parado a pensar que mi padre se podía preocupar.

— He traído a mis veinte mejores hombres para que se queden y velen por la seguridad de mi hija — suelta mi padre dando a entender que la guardia del rey Maximilian no está preparada — la acompañarán en todo momento, vigilarán su habitación por la noche y cualquier cambio en las rotaciones o en la guardia se les notificará con un día de antelación.

Maximilian lo mira impertérrito. Nada en su semblante muestra que esté molesto.

— No tengo problema en acoger a tu guardia.

Mi padre asiente. Tacha una línea de la hoja que lleva en la m

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