Daniela estaba entrando a los niños al aula, cuando notó que le faltaba todo un grupo. Ella dejó a los demás dentro del salón y salió a buscar a los chiquillos ausentes por todo el patio.—Profe Daniela —la abordó una de las secretarias que por allí pasaba—, la conserje me dijo que hay un grupo de alumnos de primaria en el área de secundaria. Al parecer, algunos de los niños pertenecen a su aula.»Deben ser más cuidadosas con esos alumnos. Vaya a buscarlo, antes de que la directora se entere y le llame la atención a usted y a las demás maestras.—Muchas gracias por avisarme. Es que fui al baño por un momento y los dejé a cargo de la profe de inglés. Déjame ir a buscar a esos traviesos —se excusó, y se apresuró en dirección al área mencionada.Por un momento se puso nerviosa, debido a que Ashley pertenecía al grupo ausente y a esa hora Franco trabajaba en esa área. Por un lado, sería un alivio que la niña se enterase de la verdad para que Franco dejara sus tontos complejos; pero, por e
En el apartamento de Daniela, Franco estaba conversando con Ashley, quien lo escuchaba atenta y asentía con la cabeza a sus reflexiones.—Lo sé, papi, la profe Dani nos enseñó sobre el trabajo honrado en la clase —dijo ella con carita triste.Franco suspiró y le acarició la mejilla.—Me alegra que hayas entendido, mi amor. Lo que te acabo de explicar es nuestra realidad por ahora, pero te prometo que voy a trabajar duro para que tú tengas una buena vida.Ashley lo miró a los ojos con firmeza.—Mi vida es buena, papi. Te tengo a ti y ahora a la profe. Eso me hace muy feliz porque no estoy solita. Pero, papi, no me vuelvas a hablar mentiras que eso es feo.—Te prometo que no te volveré a mentir, mi amor. Tienes razón, hablar mentira es feo.—Y a ti te gusta hacerlo mucho, papi. ¿O tú crees que yo no me doy cuenta de que tú sí tienes hambre cuando no hay comida para los dos? También sé que mi mamá no me quiso y que por eso se fue. ¿Sabes por qué lo sé? —Franco negó con la cabeza—. Porque
Después de que Franco vendió los pocos muebles viejos que poseía, entregó la casita al hombre y se despidió de la vecina. Le agradeció todo lo que hizo por él y su hija, asimismo, le dio un regalo de despedida.—Es hora de irnos —anunció Daniela, sacándolo de su ensoñación, puesto que él se quedó observando la casucha con una emoción extraña.Vivió allí por unos dos años y ahora se le hacía irreal, el que por fin iba a mudarse de aquel vecindario peligroso. Suspiró al recordar la razón de haber caído tan bajo y la nostalgia del pasado afloró en su pecho.—Vamos —respondió él y se subió al vehículo. Miró a Ashley por instinto, quien iba en la parte trasera de la camioneta, y sonrió al ver sus ojitos cafés perdidos en el cristal.«Estaremos bien, pequeña, desde ahora en adelante nuestra vida será diferente», piensa, y se recuesta del asiento con los ojos cerrados.***Las vacaciones navideñas llegaron y, con estas, el desempleo de Franco, dado que enviaron a un nuevo conserje a la escue
Un silencio incómodo se adueñó del lugar ante la extraña pregunta del padre de Daniela. Ella, quien aún no asimilaba aquella interrogante y que se encontraba paralizada por el miedo, miró a su padre con ojitos preocupados.—No estoy embarazada, papá —dijo al fin, con la voz en un hilo.—No me mientas, Daniela —le advirtió con tono brusco—. ¿Cómo es eso de que tú y este aparecido van a tener un bebé? ¿Acaso te volviste loca? ¡Si apenas llevas unos meses en la capital! No puedes ser tan irresponsable.—¡Ya basta! —exclamó ella incómoda—. ¿Por qué aludes que estoy embarazada? Además, Franco no es ningún aparecido; lo conozco desde la secundaria.Su padre la miró con ojos entrecerrados mientras hacía una mueca con la boca.—¿Estás o no embarazada? —preguntó impaciente.—No estoy embarazada, papá. Lo que sucede es que Ashley quiere un hermanito, y se lo daremos, pero a su tiempo. —Daniela le acarició el mentón a la niña y le sonrió con complicidad.El señor Castro se calmó después de un ra
La tensión llenó el lugar, debido al tono de voz tosco que usó Antuán. Franco empezó sospechar que él no era un pariente de Daniela, así que la molestia le aumentó al tenerlo tan cerca de él.Le fastidiaba que aquel desconocido lo detallara de forma despectiva y por encima de los hombros, como si se sintiera superior a él.—Es así como escuchaste. Mi nombre es Franco, el novio de Daniela —saludó con una sonrisa maliciosa, haciendo énfasis en la palabra “novio”.Antuán miró la mano que se extendía en su dirección y formó una mueca, luego hizo de cuentas que Franco no estaba allí y enfocó su atención en Daniela, dejándole la mano extendida a su rival.—Entonces tienes novio... —dijo él sin dar crédito aún a lo que estaba escuchando—. ¿Nosotros terminamos, o algo por el estilo?—¿De qué estás hablando, Antuán? Nuestra relación terminó hace mucho tiempo —respondió ella con fastidio.—Pero creí que solo necesitabas un poco de espacio para recapacitar y asumir tus errores; sin embargo, veo
Franco bebió un poco de vino y respiró profundo, puesto que se sentía acorralado con la mirada de todos ellos puesta en él.—Franco trabaja en el mismo colegio que yo —respondió Daniela en su lugar.—¡No me digas que es maestro! —espetó Antuán con sorna. Su tono se escuchó de una manera tan venenosa, que pareció que se estuviera mofando de él.Daniela lo miró con ganas de golpearlo, pero relajó el semblante para disimular su disgusto y no caer en su tonto juego.—No es maestro —aclaró—. Franco está estudiando gastronomía. Él tuvo que parar sus estudios años atrás porque se enfrentó a una situación difícil, y fue hasta ahora que pudo retomarlos. Él es parte del personal de la escuela donde trabajo, mientras que, al mismo tiempo, termina su carrera y atiende a su hija.—Ay, Daniela, de verdad cuida tu relación con él —intervino su madre—. Un hombre que trabaja, trata de superarse y no descuida a su criatura es valioso y difícil de encontrar.»Yo quiero para ti un esposo con valores y qu
Un mes después...Franco compró una rosa roja y corrió por toda la calle con una sonrisa en la cara. Llegó al complejo con la flor en la mano y una pequeña bolsa rosada; al abrir la puerta, fue recibido con euforia, abrazos y besos por parte de Daniela y Ashley.—¿Y esto? —inquirió su novia cuando él le dio la rosa.—Un detalle. —Él se sonrojó.—Eres tan lindo —dijo ella conmovida.—¡Qué bella muñeca! —exclamó Ashley, cuando abrió la bolsa que él le pasó, y se le lanzó encima—. Gracias, papi. —Lo llenó de besos.Daniela sirvió jugo y galletas, entonces los tres se sentaron en el balcón a degustar la merienda.—¡Habla ya, me tienes en ascuas! —exigió impaciente. Franco suspiró, puesto que no soportaba tanta felicidad.—Me lo dieron, Daniela. ¡Tengo trabajo!—¡Ah! —gritaron las dos al unísono, y se le lanzaron encima a Franco, quien estalló en carcajadas debido al ataque de besos de parte de sus dos mujeres.Después de cenar, ellos le leyeron un cuento a Ashley y se fueron a su habitaci
Después de que terminaron sus clases, Franco se sentó a esperar a Daniela en una de las banquetas que se encontraba en el campus de aquella institución, donde impartían muchos cursos técnicos y especialidades. Aquel día, Daniela tuvo que dejar a Ashley tomando las clases, puesto que estaba haciendo una diligencia importante.Ella siempre estaba presente en las clases de la niña, quien de buenas a primeras salió con que quería ser gimnasta, por ello Daniela la inscribió allí los sábados.Mientras la esperaba, Franco notó cómo muchos estudiantes y maestros buscaban cafeterías cercanas con desespero, debido a que la de la institución cerraba a las cuatro de la tarde.—Hola, mi amor —lo sorprendió Daniela, quien se había colocado frente a él con una amplia sonrisa—. Ya van a ser la seis, así que las clases de gimnasia de la niña están a punto terminar. Debemos darnos prisa porque, aunque llamé al instituto para decirles que era probable que pasara a buscar a Ashley unos minutos más tarde,