La mujer sonrió cuando entró en el ático, cuando copió la llave lo hizo pensando que algún día la necesitaría para sorprender a su amor, al hombre de su vida, no que la usaría para su venganza. Había estado tan enamorada que soñó con una vida al lado de él, creyendo que era un hombre bueno y noble. No se dio cuenta de que era ruin y despiadado. Sabía de su arrogancia, era una de las cosas que amaba de él, pero la odió cuando la usó de forma despectiva contra ella. Por su culpa había perdido lo que más amaba su estudio de diseño, su familia había sido su mejor cliente, pero cuando sus ricos y poderosos amigos se dieron cuenta de que Gabriel había contratado a otra diseñadora para remodelar su casa de Italia, la dejaron de lado. Había considerado a Isabella su amiga hasta que una de sus clientes canceló su contrato, un chisme contado mientras tomaban café le había costado su último trabajo. Perdió su buena reputación por amor, y sin eso un diseñador de interiores estaba condenado. Habí
Aisha extrañaba a Gabriel. En ese momento estaba bañando a los bebés por lo que los sacó de la bañera con la ayuda de Susan y les fueron poniendo pañales y pijamas. Su niñera era excelente y estaba muy a gusto con ella. Mientras los bebés tomaban su biberón en la cuna las dos mujeres conversaban. ―Ya tiene un año, señora Aisha, pronto tendremos que cambiar esos biberones por vasos. ―Lo sé, Susan, solo que se ven tan adorables con sus biberones y esta es una etapa que no volveremos a vivir, no creo que tengamos más hijos con tres niños es más que suficiente. Gabriela se sacó el biberón de la boca y miró a su alrededor. ―Papá ―dijo antes de volver a meterlo en su boca. Sus hermanos pronto la imitaron. ―Papá ―dijo Rafaello. ―Papá ―lo siguió Alessandro. ―Papá vendrá pronto, vamos a dormir que al despertar papá estará aquí. Se quedó un rato mirando a sus bebés, después pensó en llamar a Gabriel y si era posible mostrárselo a los niños por medio de una videollamada. ―Susan. ¿Puedes
Gabriel no se conformó con el “descansa que todo está bien” de Aisha y exigió que le dijese lo que había ocurrido. Se quedó de piedra al ver las fotografías. ―Ahora entiendo cómo se siente una mujer abusada, me siento violado, ver esas fotos me ha dejado con un sabor amargo en la boca ―dijo Gabriel ―ella nunca me atrajo en lo más mínimo, nunca le presté atención a lo que pensé que era un tonto enamoramiento. Pasa que se enamoran de ti por la imagen que proyectas de poder y riqueza. ―Lo sé, amor. Gabriel, cerró las fotos, abrió la pantalla de inicio para hacer una llamada y marcó un número que conocía de memoria, el de su jefe de seguridad. ―Quiero que averigües como entró Venus a mi casa y como logró drogarme. Aisha lo miró mientras él escuchaba lo que le decía su jefe de seguridad. La cara de su esposo era de asombro. ―Ella tuvo una copia de la llave hace tiempo porque hizo una remodelación en el apartamento, pero me la devolvió hace meses, quizás un año. Gabriel calló durante
Isabella llegó al aeropuerto de Londres en el primer vuelo de la mañana y de inmediato tomó un taxi hasta el hospital. Al llegar ya su padre había llegado y Gabriel estaba refunfuñando porque no lo dejarían marchar hasta el final de la tarde cuando se cumplieran las veinticuatro horas del incidente. ―Vamos, doctor, cuando llegue a casa mis bebés estarán dormidos y serán dos días sin verlos. ―Está bien, le dejaré ir, pero deberá tener reposo el resto del día y si siente migraña, problemas de visión, puntos negros o sombras en su visión periférica o taquicardia regrese de inmediato. ―Me acostaré al llegar a casa se lo prometo. ―Le aseguro que no lo dejaré levantar de la cama ―aseguro Aisha. Isabella carraspeó ante las palabras y los demás sonrieron, incluyendo al médico. ―Iré a llenar sus informes para el alta ―dijo el médico saliendo de la habitación. ―¡Isa! ¿Qué haces aquí? ―preguntó Gabriel. ―Hola, hija ―dijo Ángelo. ―Hola, papá ―respondió Isabella ―He venido porque estás hos
Muchas cosas habían pasado en el transcurso de esos dos años. Isabella había tenido un hijo al que llamaron Claudio que tenía dieciocho meses. Un año atrás el consorcio Khan e industrias Lombardi habían lanzado el móvil Halo 360. Un teléfono inteligente de alta gama, con el cual cuando si se hacía una video llamada a otro móvil con tecnología compatible, podías ver a la persona con la que hablabas en un holograma de tamaño real, y no solo eso, también podías ver todo lo que había alrededor de esa persona con visión periférica de 360 grados. Era tan asombroso que las personas sentían que se teletransportabas al otro lado de la pantalla. El éxito fue rotundo y lanzó a ambas industrias a la cabeza del mercado mundial. Y Aisha se hizo tan famosa como Steven Jobs. A todos lados la seguían toda clases de personas, desde paparazis, pasando por inversionistas hasta gente común que le hacía peticiones, algunas tan absurdas que eran claramente una e****a. Todos querían un poco del éxito de Ais
Aisha miró a la mujer y entendió porque le parecía conocida, hace unos meses Isabella le había mostrado una foto de su madre. La había encontrado hacía muchos años y la guardaba como un tesoro, además de que Gabriel se parecía mucho a su mamá a diferencia de Isa que se parecía a Ángelo. ―Hazla pasar al estudio y que espere allí en compañía de uno de los hombres, voy a buscar a mi suegro ―ordenó a Aisha. ―Sí, señora. Aisha esperaba encontrar a Ángelo solo y no en compañía de Gabriel porque su esposo le guardaba mucho resentimiento a su madre. Ángelo hablaba con el abuelo Khan y Gabriel no estaba a la vista. ―Abuelo, me permites robar a Ángelo, quiero mostrarle algo. ―Váyanse, iré a buscar a tu esposo, seguro está fuera del castillo mirando a tus hijos saltar ―respondió Brahman. ―¿Qué me quería mostrar? ―le preguntó su suegro. ―Hace un momento llegó una mujer preguntando por ti, dice que es tu esposa. Ángelo se puso pálido antes de apresurar su paso. ―¿Dónde está? ―preguntó vol
Aisha miró a Gabriel y se sorprendió al ver que su rabia estaba dirigida a ella, pensó que estaría furioso, sí, pero con su madre, no con ella y menos que se comportaría de un modo tan irracional. Se levantó en toda su estatura para enfrentarlo. ―Invite a mí suegra a entrar en mí casa, ¿Hay algún problema con eso, Thor? ―preguntó con arrogancia. ―Sabes lo que mi madre nos hizo, lo que sufrimos por su culpa y cuanto la desprecio, por lo que no entiendo que, apenas llega de improviso y no me avisas a mí, sino que vas en buscas de mi padre para que ella pueda embaucarlo con alguna historia triste ―replicó con furia. Rosalía lo miró con ojos llorosos y Gabriel miraba a Aisha con rabia ignorando a sus padres. Ángelo dio dos pasos hacía su hijo, Aisha siempre había visto a su suegro como un hombre tranquilo y apacible por lo que el fuego en su mirada la desconcertó un poco ―Soy un hombre adulto, Gabriel, no necesito que nadie me proteja, ni me restrinja las visitas, si crees que, porque
―Ángelo, es preferible que vuelva a Roma, no quiero que Gabriel se altere más... ―No, mamá, no te vayas, quiero que conozcas a mi esposo y a mis hijos, por favor, si no quieres quedarte aquí, ven conmigo a mi casa y mañana temprano nos iremos a Roma, tenemos una casa allá que nos servirá de base mientras te curas ―pidió Isabella. ―No quiero que piensen que he vuelto por interés ―respondió Rosalía ruborizada. ―Yo también quiero que conozcas a mis hijos, Lía, esta no es solo la casa de Gabriel, sino también la mía y te aseguro que eres bienvenida. Ven, únete a la fiesta porque mis trillizos están de cumpleaños ―dijo Aisha. ―No te vayas, Lía, si no quieres quedarte conmigo ve con Isabella, yo no quiero que vuelvas a desaparecer. ―No volveré a desaparecer, Ángelo, si hay alguna manera de que nuevamente pueda ser parte de la familia, me quedaré y haré todo lo posible por ganarme un lugar Lía salió acompañada de Ángelo e Isabella a conocer a su yerno y nietos, Aisha fue en busca de Ga