Olvida lo qué pasó, me repetía constantemente a mi misma. En las demás clases no podía concentrarme, aún tenía la mirada y la voz de Lance clavada en mi cabeza. Lo qué pasó en el baño fue... extrañísimo.
—¿Naya? —la voz de la profesora me sacó de mis pensamientos.
—¿Si?
—Pon atención por favor.
Asentí, pronunciando un "perdón" a lo bajo. Era mi último año y no podía darme el lujo de que un chico me desconcentra. Lance... significa problemas y es lo que menos quiero. Me enfoqué en los estudios y olvidé al chico por un rato.
•
La hora del almuerzo había llegado. Me dirigí hacia la cafetería. Luci estaba haciendo fila para buscar su almuerzo. Busqué con la vista a Lance pero no estaba. Gracias a Dios. Tomé mi bandeja y pasé por mi almuerzo.
—¿Qué te pasa? —me pregunta Luci.
—¿Qué me pasa de que? —nos sentamos en nuestra mesa a almorzar.
—Estas pensativa y seria. ¿Buscas a alguien?
—No, para nada —sonreí.
—No me engañas. Naya, cuéntame.
—Está bien. Hay un chico que me está molestando mucho.
—¿Quién?
—Lance se llama.
Casi escupió su bebida.
—¿El chico nuevo? Esta guapísimo, Naya.
Arrugué la cara cuando dijo eso.
—Como sea, me cae mal.
—¿Te hizo algo malo?
—Es solo que... no sé, me ha estado molestando desde la mañana.
Lucy sonrió.
—¿Será que le gustas?
Bufé.
—Obvio no. —casi reí. Por Dios, un chico como Lance conmigo... eso no era para nada compatible. Además no era como si quisiera. Lo que menos quiero es enredarme con chicos, no cuando estoy a punto de salir de la preparatoria e ir a la universidad.
—Hmm yo digo que...
—Lucy, está bien así. En serio.
Si le seguía dando alas a Luci no pararía de hablar. Seguí comiendo mi hamburguesa y hablando de otra cosa con Luci que no tuviera nada que ver con ese chico Lance.
•
Íbamos de salida, siempre me quedaba de última porque hacía voluntariado en la biblioteca y ese día no era la excepción.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Luci.
—No es la primera vez que hablo voluntariado, Luci —la calmé—Saldré mas temprano hoy para no irme tan noche.
Los demás alumnos ya estaban yéndose.
—Está bien, aprovecharé y me iré con tu hermano para no ir sola. Le diré que te venga a traer más tarde, no es bueno andar sola por estos lugares, sabes bien qué pasa.
Se me instaló algo en el pecho cuando mencionó eso, pero tenía razón.
—Está bien, te enviaré y mensaje a la hora que salga.
Me despedí de Luci y me dirigí a la biblioteca. Estaba cayendo la noche, el atardecer tenía un tono azulado, pasé por el campo de fútbol, esta vez no había ni una pizca de viento. Todo estaba tan sospechosamente calmo. Me pareció muy extraño la verdad. Subí las escaleras y me encaminé por esos pasillos solitarios. La biblioteca estaba sin uso desde hace meses, llena de polvo y suciedad. Entonces antes de salir de la preparatoria había propuesto mejorarla para que los alumnos vengan aquí y se sientan cómodos a la hora de leer los libros o hacer trabajos. Para empezar había que poner ventanales grandes para que se mirara el bosque, más iluminación y cambiar el papel tapiz. Dejé el bolso a un lado y empecé a limpiar. A veces nos turnábamos a la hora de limpiar, pero esta semana me tocaba a mi.
Estaba tan a gusto limpiando los vidrios de las ventanas grandes que daban al bosque cuando escuché a lo lejos un aullido. Era tan claro. ¿Lobos? Le resté importancia porque era obvio que en el bosque hubiera animales, en especial lobos comunes y corrientes. Seguí limpiando tranquilamente cuando de repente escuché un ruido afuera. En el pasillo. Me quedé quieta, estaba de noche ya, la única luz que tenía era la de la biblioteca. ¿Quién más podría andar aquí? ¿Será que se habían quedado chicos a hacer vagancias? Otro ruido más fuerte me hizo ponerme de pie. Dejé el trapo encima de una mesa y caminé sigilosamente hacia la puerta. Tomé el pomo y abrí. En el pasillo no había nadie. ¿Será que me están asustando? Miré mi reloj de mano, eran las ocho y media de la noche. La salida era a las nueve pero no habría problema si salís más temprano hoy. Tenía una mala sensación en mi pecho. Dejé las cosas en su lugar, tomé mi bolso y salí en dirección al baño. Necesitaba quitarme este polvo de las manos y cara.
—¿Qué haces aquí? —una voz detrás de mi me hizo gritar del susto. Me llevé una mano a la boca mientras me giraba, mirando al susodicho. Lance. Estaba con su pelo despeinado, no traía camisa y solo llevaba unos vaqueros.
—Maldición, me asustaste —recriminé, fulminándolo con la mirada.
—¿Qué haces aquí? —repitió.
—Eso no te importa —me giré para seguir mi camino pero se puso frente a mi con una velocidad descomunal. Miré de él a detrás de mi.
—¿Como...?
—No deberías estar aquí, Naya —me tomó del brazo, caminando más rápido por el pasillo.
—Suéltame, me lastima —intenté zafarme, pero era más fuerte obviamente. —La pregunta aquí sería: ¿Que haces tu aquí? Y en esas fachas —achiqué mis ojos. Era muy sospechoso—¿Huyes de alguien? ¿Eres una especie de malhechor?
Lance curvó sus labios en una pequeña sonrisa.
—Te llevaré a casa —hizo un ademán con la cabeza.
—No es necesario —le pasé a un lado—Puedo irme sola.
—Naya, deja de ser tan terca —parecía cabreado ahora. Pero no me importaba ¿quién se creía que era? No tenía ningún tipo de responsabilidad conmigo, que me dejara sola—¡Naya! Afuera hay muchos peligros —dijo, como sabiendo a qué peligros se refería.
—Eso es más que obvio pero estoy acostumbrada a irme sola a estas hora de la noche y ve —le di una mirada rápida— Sigo viva.
—Eso era antes de que... —empezó a decir pero se quedó en silencio.
—¿Antes de que?
—Olvídalo.
—Eres tan raro —apresuré mis pasos. En eso escuché otro aullido pero ahora más cerca. Pero no era solo uno sino varios. Me detuve en seco, parecía como si lobos estuvieran en las instalaciones de la preparatoria.
—¿Son lobos y están aquí? —miré para ambos lados sintiéndome paranoica.
—Ignóralos —Lance me volvió a tomar de la mano para seguir caminando.
—Lance... —intenté zafarme de nuevo, pero me detuve en seco al ver lo que había frente a nosotros a una distancia considerada—¡Lance!
Lance siguió mi mirada, pero cuando miró a ese lobo no parecía con miedo sino que más bien hizo un gesto como de aburrido.
—No tengas miedo, conmigo estás segura —dijo, y la verdad es que admito que eso que me dijo me había gustado. El lobo a lo lejos se miraba grande, enorme, podía ver como sus ojos brillaban en la oscuridad. Eran rojos. Gruñidos, eso también escuché. De pronto me entró el miedo porque sabía que ese lobo no era como los lobos comunes y corrientes, no.
—Lance —me acerqué más a él.
—Ven, vamos por aquí —nos metió por las escaleras que dan al patio trasero.
—¿Qué es esa cosa? ¿Por qué están aquí? ¿Te están persiguiendo?
—Haces demasiadas preguntas, Naya.
—Solo digo lo que veo.
Lance abrió la puerta trasera, saliendo directamente al bosque.
—Es mala idea estar en el bosque —murmuré.
—Ya lo sé.
Lance caminó, rodeando la preparatoria hasta llegar al parqueadero. Allí nos dirigimos a su motocicleta.
—No planeo montarme en eso.
—No tienes otra elección —Lance se subió, encendiendo la moto. Creo que el ruido del motor llamó la atención del lobo porque apareció por la puerta de la preparatoria. Era gris y se miraba hambriento. No lo pensé dos veces y me subí a su moto, agarrando fuerte de la cintura a Lance. Éste arrancó, yendo a toda velocidad en ese momento. Pero el lobo nos siguió, venía tras de nosotros.
Lance manejó como si no hubiera un mañana. El lobo cada vez venía más y más cerca.
—¡Lance! —exclamé al ver que el lobo había lanzado un tapazo cerca de mi. Si lo volvía a hacer me mordería. Estaba segura. Lance, al escucharme, aceleró más. Estábamos atravesando el puente, ese donde siempre corríamos al pasar. Miré detrás de mi, el lobo se perdió en la oscuridad del puente. Ya no nos seguía. Aquí habían casas y luces. Lance se estacionó frente a mi casa. Me bajé rápido de su moto, sintiendo mi cuerpo temblar y mi corazón latir más rápido. —¿Qué demonios fue eso? —le espeté.
—Eso fue un lobo hambriento nada más. —respondió casual, bajándose de su moto.
—¿Hambriento? Lance, eso parecía... irreal —me llevé la mano a mi cabeza—¿Esto en realidad pasó? Jamás había experimentado algo como eso.
—Cálmate. ¿Nunca habías visto lobos?
—Claro que sí pero ese lobo era... más grande, más fuerte, más... no lo sé. Había algo en su mirada como si... como si nos conociera —admití, recordando como nos veía en la preparatoria.
—El subidón de adrenalina te puso así, ya se te pasará —Lance parecía tan relajado. Nunca lo vi con miedo, ni un poco, lo cual me pareció extraño.
—¿Por qué no tienes miedo?
—Yo no le tengo miedo a nada —me dijo serio, mirándome con esos ojos negros y llenos de misterio.
—¿Naya? —la voz de mi hermano me hizo dar un pequeño salto del susto en mi lugar. —¿Estás bien? Estuve esperando tu mensaje.
—Si, estoy bien —le dije— Deberías irte —miré a Lance. Me giré, caminando hacia la puerta de mi casa.
—Buenas noches, Naya, que descanses.
Escuché el ruido de su motor encenderse y luego irse. Lance se había perdido en la oscuridad del puente a lo lejos y me pregunté si el lobo estaría esperándolo ahí o simplemente se había ido.
—¿Qué hacías con ese? —cuestionó Fede.
—Simplemente me trajo —me encogí de hombros—Anda, vamos dentro.
—No me da confianza —fue lo que me dijo para después meterse a la casa. Iba a cerrar la puerta pero el señor extraño de la casa de enfrente me llamó la atención. Estaba en la esquina de su ventana, viéndome.
Esa misma noche me metí a bañar con agua tibia. De mi mente no se quitaba la imagen de ese lobo enorme siguiéndonos. No podía. Todo me pareció como si fuera una película de fantasía. Enjuagué todo mi cuerpo, metida en la tina con la espuma. Esto era increíble. Lance vino a mi mente, me acordé de su valentía y de sus ojos. Él ocultaba algo, lo sabía. Pero también sentía que debía averiguar qué era y qué tenía que ver conmigo. Mi celular sonó en un mensaje. Lo tomé y lo leí. Número desconocido: ¿Estás tranquila? Fruncí el ceño y miré su perfil en WhatsApp, no tenía foto y tampoco nombre. Naya: ¿Quién eres? Desconocido: ¿Tan rápido te obviaste de mi? Pensé y pensé en quien podría ser. Naya: No sé quién eres. Desconocido:Te salvé la vida hoy. Y entonces caí en cuenta. Era Lance. Naya: Lance. ¿Cómo había conseguido mi número?Lance: Exacto. ¿Estás más tranquila? Naya: Estoy pensando mucho. Además, tienes muchas explicaciones que darme. Lance: Deja las cosas a como está
—¿Por qué dices eso? —lo miré a los ojos. Decirme que era y sería solo de él me pareció un poco extremo, algo excitante, pero extremo. No podía decirme algo así si ni quiera me conocía. —Porque es la verdad —susurró, dándome besos mojados en mi cuello—Lo averiguarás muy pronto, Nayita. Un ruido de coche me hizo salir de mi encantamiento con Lance. Ese era el coche de Fede si no me equivoco. —Mi hermano llegó—quise levantarme. —¿Y eso que? Cerraste con llave —Lance quería seguir en lo mismo conmigo y, a pesar de que también quería, me sentía extraña con Fede por aquí. —Ya lo sé —me quité de su garre, poniéndome de pie. —Ahora no podrás salir —le dije. —Tu hermano viene con una chica así que... no creo que te ponga mucha mente en este momento. Fruncí el ceño ante lo que dijo. ¿Como sabía? Me acerqué a la puerta y entré abrí un poco. Por las escaleras venía subiendo Fede, era cierto, venia con alguien más. Pasaron de lado de mi puerta y se metieron a su habitación. No la conocía.
DESCONOCIDOPara Naya había sido una pesadilla, pero realmente había ocurrido todo en tan solo segundos, pero el señor Johnson era una persona oscura que podía manipular los sueños a su antojo. Eso fue lo qué pasó con Naya en ese momento. Había instalado un hechizo poderoso que solo el verdadero amor podría regresarle a la vida. Lance debía de demostrar que el amor que sentía por su chica era lo suficientemente grande como para regresarle la vida. Estos eventos sucedían cada veinte años, por lo que siempre la sucesora de Naya, debía de ser otra chica con su mismo nombre.VEINTE AÑOS ATRÁS CON NAYA DE ESA ÉPOCA.No era natural que una loba no hubiera encontrado a su pareja a la edad de 22 años. Teniendo en cuenta que la comunidad de hombres lobo se había reducido a solo un puñado de manadas en estos tiempos modernos.Era más difícil esconderse en el mundo humano. Lo que, de hecho, aumentó la tasa de encuentros más temprano que tarde. Las manadas ya no estaban en guerra. El tratado de p
NAYA —¿Estás bien? ¿Qué fue eso? — Jason me preguntó frenéticamente, estableciéndome al instante.—A déjà vu. No lo sé...— Agité ligeramente la cabeza. No entendía por qué estaba teniendo tantos últimamente, pero ninguno se había acercado a tener tanta intensidad como esta.—Oye, mírame. ¿Estás segura de que estás bien? — Me dio la vuelta para enfrentarme a él. Solía ser uno de mis mejores amigos érase una vez. Sus cálidos ojos marrones no hicieron nada para consolarme.Había pasado demasiado tiempo. No es más que un extraño para mí. Mis mayores sentidos auditivos recogieron un ruido de chasquido que raspaba por el suelo, dirigiéndose hacia el pasillo.Separándome de él, caminé alrededor de la mesa redonda enderezando los finos cubiertos de titanio con intrincados diseños de filigrana.—¿Hay algún nuevo desarrollo en la asignación de la empresa? ¿O los inversores siguen aguantando? Porque si ese es el caso, prefiero buscar el dinero en algún lugar.—Ha pasado demasiado tiempo y no po
NAYAMierda.El gran hombre voluminoso salió del coche incluso antes de que se detuviera frente a la mini escalera que conduce a las dos puertas dobles para la entrada de la mansión.No sabía lo que me estaba pasando. Los lados de mi visión comenzaron a oscurecerse creando una visión de túnel, centrándose en esta persona que venía hacia mí.Llevaba una simple camiseta blanca que se extendía sobre su cuerpo abultado y un sencillo pantalón corto de carga marrón oscuro. Un zumbido en mi oído comenzó a aumentar a medida que se acercaba.Mi lobo quería explotar de mi cuerpo. La sensación debajo de mi piel me hizo sentir como si estuviera flotando en el aire.¡Wow!Estaba allí, justo delante de mí. Tuve que agarrarme el cuello para mirarlo. Era extremadamente alto. La casa creó una dura línea de sombra justo en la parte inferior de su cara dejando sus ojos para reflejar el sol.A primera vista desde lejos pensé que eran negros puros, pero como estaba tan cerca de mí, pude ver un par de manc
NAYALa sala dorada parecía brillar debajo de la lámpara de araña de cristal. Todos se dirigían, saludándose, amigos poniéndose al día después de mucho tiempo de no verse.Se estaban haciendo nuevas amistades. La gente pensaría que tantos Alfas en una habitación podrían causar un problema, sin embargo, esta noche no se trataba de política o de quién tenía la mejor sociedad.Estaba a punto de celebrar nuestra existencia y que después de haber sido cazados durante tantos años, llegamos hasta aquí. Damos las gracias a la diosa y a los Espíritus por ello.Las tarjetas de invitación habían mencionado que el tema de esta noche era el atuendo formal de colores oscuros.Me encantó cómo los vestidos negros, azul marino, rojo oscuro o púrpura que llevaban las damas creaban un marcado contraste con los colores claros de la habitación.Los trajes negros hicieron que todos estos Alfas se parecieran más a hombres de negocios. Me sonreí a mí misma. Definitivamente fue un éxito.La banda tocaba Jazz
NAYANos quedamos allí torpemente durante unos momentos. Éramos extraños el uno para el otro, destinados a estar juntos el resto de nuestras vidas. Molesto por la aprensión y la incomodidad, tomé la iniciativa. Después de todo, yo también era un Alfa. Estaba en mi naturaleza.—¿Te gustaría sentarte? — Indiqué hacia el sofá más allá de mi cama cerca del balcón.En su lugar, lentamente rastrilló la mirada de un extremo al otro. No era la persona más paciente, pero me gustaba mirarlo.Parecía grande, pero no amenazante a menos que fuera provocado. Un hombre que llevaba el peso del mundo sobre sus hombros haciendo que se encorvara ligeramente la espalda.Sus contornos parecían mucho más apretados por esa razón. No entendía por qué mis manos seguían picando para deslizar mis dedos por su pelo. Los pelos de mi cuello hormigueaban.Pasaba los dedos por la pared granate junto al arco del armario. Un lado de sus labios vueltos hacia abajo se levantó ligeramente en diversión. Sus ojos se desvia
NAYANo tuve la oportunidad de hablar con Lance durante la reunión, pero cuando encontré a Mara en mi habitación demasiado emocionada de que fuera con ella, me di cuenta de que Lance se tomaba en serio anoche. Realmente quería que me fuera con él.Mi corazón cayó ante la brusquedad de mi partida. Quería ir con mi Mate. Desesperadamente. Pero lo repentino se retorció en mis entrañas.Despreciaba el cambio.—Tengo que hablar con mis padres—. No he tenido la oportunidad de hablar con ellos durante la cena con Fede, Sandra, Lance, Max, Mara y su familia allí.En lugar de que Max visitara la casa de Mara, decidí invitarlos para que se pararan en territorio neutral. Fede intentó hablar de mí y de Lance, pero el resplandor mío lo encerró a pesar de que se rió por dentro.Lo he conocido toda mi vida y era como un tío que siempre me molestaba pase lo que pase y me daba los regalos más extravagantes durante las vacaciones.Sandra estaba embarazada de su primer hijo y tenía unos treinta años,