Pesadillas

—¿Por qué dices eso? —lo miré a los ojos. Decirme que era y sería solo de él me pareció un poco extremo, algo excitante, pero extremo. No podía decirme algo así si ni quiera me conocía.

—Porque es la verdad —susurró, dándome besos mojados en mi cuello—Lo averiguarás muy pronto, Nayita.

Un ruido de coche me hizo salir de mi encantamiento con Lance. Ese era el coche de Fede si no me equivoco.

—Mi hermano llegó—quise levantarme.

—¿Y eso que? Cerraste con llave —Lance quería seguir en lo mismo conmigo y, a pesar de que también quería, me sentía extraña con Fede por aquí.

—Ya lo sé —me quité de su garre, poniéndome de pie. —Ahora no podrás salir —le dije.

—Tu hermano viene con una chica así que... no creo que te ponga mucha mente en este momento.

Fruncí el ceño ante lo que dijo. ¿Como sabía? Me acerqué a la puerta y entré abrí un poco. Por las escaleras venía subiendo Fede, era cierto, venia con alguien más. Pasaron de lado de mi puerta y se metieron a su habitación. No la conocía. Cerré de nuevo.

—Vaya... —me crucé de brazos.

Lance sacó su teléfono celular y leyó algo en el.

—Me tengo que ir —se puso sus zapatos.

La curiosidad me invadió. ¿Quién le habría mandado mensajes para que decidiera irse así de rápido si se supone que estaba a gusto conmigo.

—¿Era tu novia? —me rasqué la nuca nerviosa.

Se rió.

—Yo no tengo novias.

—Hmm.

—Te veré luego —se acercó, dándome un beso en la frente, luego se giró y se dirigió a la ventana.

—¿Que haces?

No me dijo nada, solo me miró y sonrió de lado para después lanzarse hacia el suelo. Me acerqué rápidamente para comprobar si no se había roto una pierna o que se yo, pero Lance caminaba hacia su moto con toda la tranquilidad del mundo.

Mi vista pasó hacia la casa del señor Johnson por alguna razón. Su ventana seguía con la cortina corrida. Y no sé por qué me sentía observada.

El maullido de Valiente me hace despertar de golpe. Andaba en toda mi habitación haciendo desastres de nuevo. Miré el reloj: 3:00 am. Arrugué la cara porque quería seguir durmiendo pero sabía que Valiente no me dejaría. Afuera llovía un poco e incluso habían relámpagos. Me puse de pie como un zombie y me dirigí a cargar a mi gato, para sacarlo de mi habitación y que vaya a molestar a otra parte.

—Miau —se quejó mi hijo, sabía que me quería decir mamá con ese pequeño maullido.

—Shhh —lo calmé. Lo saqué, cerrando la puerta después. Volví a mi cama con toda la pereza del mundo dispuesta a dormirme de nuevo, pero algo me llamó la atención. No era un relámpago, estaba segura. Había visto una linterna afuera, pude ver que la iluminación se había quedado en mi ventana. Me puse de pie de nuevo y caminé hacia la ventana. Afuera no había nada más que lluvia, árboles meciéndose de un lado a otro y perros ladrando. En la carretera no pasaba ni un auto. Todo estaba tan solitario. Pero juraría que había visto un foco.

Creo que me estoy volviendo loca ya. Iba a buscar la cama de nuevo, pero del otro lado de la carretera, en la casa del señor Johnson había movimiento. Dos personas. Las miraba por la ventana, sus sombras. Parece que discutían, entonces el señor Johnson tomó a la otra persona del cuello, como asfixiándola. Entré en pánico en ese momento. No lo pensé, simplemente salí de mi habitación y corrí escaleras abajo. Salí de casa y corrí hacia la puerta del señor Johnson, estaba abierta. Fue hasta ese momento que me di cuenta de lo que había hecho en realidad, había entrado a su casa sin ningún permiso. Escuché gemidos o sonidos de lucha. Caminé hacia la sala pero no había nadie donde se supone que tenía que estar. La luz se fue en ese momento. Quedé a oscuras, necesitaba volver a mi casa. Los relámpagos me guiaban hacia la salida a veces. Retrocedí, dispuesta a irme, pero una mano rodeó mi boca para que no pudiera gritar. Quise zafarme pero era inútil.

—Esta noche serás mía —susurró, su voz me dio escalofríos y asco. Grité aún con su mano impidiendo que otros escucharan. —Vamos, Naya, nadie podrá encontrarte aquí. —me lanzó hacia el piso. Detrás del sofá miré a una mujer pelirroja con sus ojos abiertos y con sangre en su frente. Estaba muerta. Me giré al señor Johnson, éste estaba desabrochando la faja de su pantalón. El miedo me invadió, quise correr pero mis piernas no me respondían, quise gritar pero mis labios no se abrían. Mi garganta no pronunciaba ningún sonido. El señor Johnson se acercó a mi, con sus asquerosas manos, tratando de tocarme.

—Naya —a lo lejos escuché la voz de Lance. —Naya, estoy aquí —miré para todos lados. —Despierta.

Abrí los ojos, sentándome en mi cama. Sentía mi respiración agitada, me sentía nerviosa y con mucho miedo. Estaba en mi habitación y Lance estaba a mi lado.

—¿Qué...? —llevé mi mano a la cabeza. Afuera llovía igual, también habían relámpagos.

—Estabas teniendo una pesadilla —me dijo él.

—¿Lance? ¿Que haces aquí? —lo miré. En el reloj daban las tres y media de la mañana.

—Entré por la ventana. ¿Que estabas soñando?

Recordé todo: la mujer muerta, el señor Johnson... sus asquerosas manos.

—Algo horrible. Pareció tan real —respondí, mi corazón aún latía rápido. Me puse de pie y me dirigí hacia la ventana. La casa del señor Johnson estaba a oscuras, solo su auto estaba afuera. Respiré tranquila porque solo había sido una fea pesadilla.

—Ven —Lance me encaminó de nuevo a la cama—Yo cuidaré de tus sueños a partir de ahora.

Lance se acostó conmigo, aún no entendía por qué me dejaba hacer de todo, por qué permitía que Lance entrara cada vez que quisiera a mi habitación. Como él lo había dicho más antes: se sentía como si fuera algo normal entre nosotros.

—Gracias —susurré. Poco a poco, con los mensajes en mi cabeza de Lance me fui quedando dormida.

Mientras Naya dormía la luz en la casa del señor Johnson se encendía. Por la ventana podías ver las sombras de dos personas que empezaron a discutir, luego de eso el señor Johnson tomó a su víctima del cuello y empezó a asfixiarla hasta matarla.

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