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Un lobo enamorado
Un lobo enamorado
Por: Jay C
El primer día de último año

  Somos uno. 

  Nos amamos, nos entendemos, nos cuidamos.  

 

  No podemos vivir el uno sin el otro. 

  Es algo tan especial. 

  Siempre lo quise.  

  Así es la relación con mi gatito Valiente, vino a mi vida hace ocho meses exactamente y desde entonces fue como si hubiera nacido para mi. 

  —¿Naya? 

  Elevo la vista. 

  Lucila está aquí. 

  —Luci—me reincorporé en mi cama, cargando a Valiente, que creo que ahora está un poco impaciente. Luci era mi amiga desde que tengo memoria y mi vecina también. 

  —Es tarde, las clases empiezan en media hora —recriminó. Y tenía razón, era el primer día de nuestro último año. Era muy importante este año, definiría nuestro futuro. El baile sería una buena oportunidad para poder encontrar un chico lindo que nos quiera seguir a la universidad que elijamos. 

  —Estoy bañada —le dije para que se calmara un poco—Sólo me pondré mis zapatos. 

  —Lo siento —se dejó caer en mi cama—Es solo que estoy nerviosa. Mi vida depende de este año. 

  —Tranquila. Todo saldrá bien. —terminé de ponerme mis zapatos y tomé mi bolso—Te veo en la tarde —le dije a mi gato dándole una última caricia. Él respondió con un maullido, sabía que llegaba el momento de irme. —Vamos. 

  —Tu madre me ofreció el desayuno —murmuró, saliendo. 

  —No tengo tiempo esta vez, comeré algo en la cafetería. Tenemos que hacer la revista de este año. 

  —Hmm hablando de eso tengo algunos nuevos temas para este mes —añadió. Aprovechando que mamá no estaba en la sala tomé a Luci de la mano y salimos de casa rápido. Ninguna de las dos tenía auto así que nos tocaba caminar, quizás estábamos como a unos diez minutos de la preparatoria. 

  —¿Sobre qué van los temas? —quise saber. 

  —Bueno... —empezó a decir sus ideas, pero su voz se escuchó lejos cuando miré al señor Johnson, barriendo su jardín. Siempre pensé que era un señor muy extraño, usaba lentes grandes, tenía barba y era calvo. Su mirada se encontró con la mía, me dio un escalofrío cuando eso pasó así que aparté la vista. No sé por qué pero ese señor me da miedo. Siento que nos mira de una manera muy... extraña. Cuando pasamos por su casa sentía que su mirada aún estaba en nosotras. 

  —¿Me estas escuchando? —Luci parecía ofendida. 

  —Lo siento —me reí—Me quedé ida por un momento. 

  —¿Una carrera hasta el puente? —propuso, caminando más adelante. Sabía que lo hacía para que no pasáramos por ese lugar solitario. Había un lugar donde no habían casas, solo bosque y oscuridad. Después del puente ya empezaba el vecindario. 

  —Llegaremos sudadas a la preparatoria—hice un pequeño puchero. Siempre me importaba la presentación de una persona. 

  —Es mejor llegar sudadas que no llegar —musitó. Sabía por qué lo decía. 

  Rodé los ojos y acepté: 

  —Esta bien —la alcancé—Pero no hagas trampa... —no había terminado la oración cuando Luci ya había empezado a correr—¡Oye! 

  La seguí. 

   —Para ser el primer día hay muchos estudiantes—dijo cuando recién llegamos a la preparatoria—Qué raro, ¿no? 

  Me sentía cansada. 

  —Sí... —asentí. Era usual que en los primeros días solo vinieran los cerebritos etc. 

  —Entonces te veo en el almuerzo, iré con las chicas a la revista. 

  —Está bien, yo iré después. 

  Luci se fue. 

  Me dirigí hacia mi casillero, la primer clase sería educación física. A pesar de que Luci y yo estábamos en el mismo año recibíamos clases a diferentes horas. Tomé mi short, unos tenis y una camisa. Caminé por los pasillos hacia el baño, pero, al girar en un pasillo mi cuerpo chocó con otro haciendo que mi ropa se cayera al piso. 

  —¿Acaso no te fijas? —recriminé, mirando al susodicho. Algo dentro de mi se encendió cuando miré al chico. Jamás lo había visto por aquí así que supuse que era nuevo. Su cabello era negro, sus rizos le caían por la frente. Usaba una chaqueta de cuero negra. Sus ojos son negros como la noche y su sonrisa... su sonrisa me dio escalofrío. 

  —La que debería de caminar con más precaución eres tú, vas caminando como loca —bramó. Pero sentía que no lo había dicho tan en serio. 

  Me incliné a recoger mis cosas. 

  —Y no deberías de ponerte en esa posición —dijo. Me reincorporé, notando que otros chicos se habían quedado viendo. 

  —Pervertido —espeté—Quítate—le dije, haciéndolo a un lado, pero me tomó de la mano de manera brusca. 

  —Cuidado como me hablas —musitó de manera suave y dura. Su rostro estaba tan cerca del mío. El chico miró mis labios y después sonrió con picardía. También pude notar algo de diversión en esa expresión.

  —¡Suéltame! —me zafé—¿Quién te crees que eres? 

  —¿Naya? ¿Está todo bien aquí? —la voz de mi hermano detrás de mi me hace saltar del susto.  

  —Tranquilo, Naya y yo solo nos estábamos conociendo —habló el chico.

  Miré a Fede. 

  —Como sea, me tengo que ir. Voy tarde a clases —le dije, pasándole de lado. 

  —Nos veremos por ahí, Naya —escuché que me dijo ese chico pero simplemente lo ignoré. No sé qué cosas le habrá dicho mi hermano pero espero que lo haya puesto en su lugar. Todos saben que mi hermano es un poco enojon cuando se trata de mi, a pesar se ser un año menor que yo. Pareciera mi hermano mayor en todos los sentidos. 

  Al llegar a los baños me cambié lo más rápido que pude y me dirigí casi corriendo al salón de educación física. Ahí estaban unos cuantos. 

  —Llegas tarde, Naya —me dice la señorita Carson. 

  —Lo siento —susurré. 

  —Mientras llegan los demás jugaremos una partida de volley, ¿que les parece? —nos dijo. Arrugué la cara porque no me gustaba jugar. Era mala y muy torpe, lo único que haría sería el ridículo. Pero mi suerte empeoró cuando miré al chico de hace rato entrar a la sala y sentarse en las escaleras. 

  ¿Qué demonios hace aquí? ¿Se quedará todo el rato? No quiero que me vean jugar, me dará vergüenza. Aclaro que no es que me importe lo que piense ese energúmeno, es solo que me da vergüenza. Me acerqué a la señorita Carson: 

  —Profe, ¿está permitido que otros estudiantes entren a la clase? 

  —Hmm no, ¿por qué? 

  —Bueno, es que el chico que está sentado en las escaleras me inquieta un poco —le dije muy bajo y tratando de disimular. 

  La señorita Carson vio al tipo. 

  —No importa, aún no estamos en la clase. Ve a tu posición por favor. 

  Maldije a lo bajo y regresé a mi posición. Perfecto, era fácil, Naya, solo tenías que golpear ese bendito balón y evitar que se caiga. 

  ¿Por qué me pasa esto a mi? 

  Noté que las chicas estaban cuchicheando mientras miraban hacia donde estaba el tipejo ese. Rodé los ojos para mi porque ni siquiera estaba tan guapo... bueno, en realidad sí estaba guapo pero su formar de ser, ese carácter le quitaba todo. 

  —¿Listas? Empiecen —la señorita Carson silvó. 

  Bola uno, aún no me cae. 

  Bola dos, la chica delante de mi me salvó. 

  Bola tres, la chica del otro equipo la lanzó más alto. Venía hacia mi... haz algo, mueve tus manos. ¿Por qué no estoy haciendo nada? Lo único que hice fue cubrirme cuando el balón venía directo a mi cara. 

  Escuché risas de las demás. Eso me enojó. Creo que estaba muerta de la vergüenza. Tomé el balón y con manos temblorosas saqué. Ese sí me salió bien. 

  Vamos, Naya, demuestra de qué estás hecha. 

  Un pase por aquí, otro por allá... me toca. Empuñé mis manos y le di al balón. Wow... no sabía que tenía tanta fuerza. El balón buscó a una chica del fondo, esta le dio pero se le cayó. 

  ¡Punto mío! Genial. 

  Tres rondas más y el nervio se me había quitado. No sabía que podía jugar esto. 

  Cuando el juego terminó me sentía cansada y sudada, pero no me importó esta vez. 

  —Perfecto, Naya, si juegas así más seguido llegaremos lejos —me dijo la señorita Carson, pero no sabía a qué se refería con eso. —La clase terminó por ahora. 

  Tomé mis cosas y me salí de ahí lo más rápido que pude porque las chicas empezaron a cuchichear algo sobre Lance es guapo. En las duchas me quité toda mi ropa y me metí a bañar con agua tibia. Aun no procesaba lo que había hecho. Me sentía orgullosa de mi. Escuché ruidos afuera, supuse que era otra de las chicas que venía a ducharse, pero cuando mi puerta se abrió me cubrí las tetas y... abajo, pegando un grito. 

  —Shhh te van a oír —el chico salvaje se había colado en mi baño y me había cubierto la boca con su mano. 

  ¡Eso es lo que quiero, idiota, que me oigan! 

  —Me estoy escondiendo de esas chicas —me dijo, cerrando lentamente la puerta de mi baño. Luego escuché voces y risitas afuera. Supongo que hablaba de las del equipo de volley. —Jugaste muy bien, Naya —me sonrió—Al único parecías un poco dejada pero después acabaste con ellas. 

  Balbuceé vulgaridades hacia el pero él solo podía escuchar cosas inentendibles. 

  —Creo que se están yendo. 

  ¡Estoy desnuda! 

  —Te quitaré la mano pero no grites —susurró, su mano se fue quitando de mi boca poco a poco. 

  —¡Eres un...! Salte de inmediato del baño —pataleé—Estoy desnuda. 

  La mirada del chico recorrió mi cuerpo. 

  —Ya me di cuenta. 

  —Se fueron, vete ya —quise empujarlo, pero me resbalé y más bien caí en sus brazos. 

  ¡Dios! 

  Me quité de él de inmediato buscando mi toalla hasta encontrarla. Rodeé mi cuerpo y salí de la ducha. 

  —Qué dramática eres —salió también. Su pelo estaba mojado por el chorro que cayó—He visto muchos cuerpos de chicas así que no te hagas la importante. 

  —¡Largo! —le lancé un cepillo. Lo atrapó—¿Quién eres y por qué me molestas tanto? ¡Ni siquiera te conozco! 

  —Tienes razón —se acercó—No te conozco pero siento que sí lo hago. También me gustaría averiguar por qué demonios quiero estar cerca de ti —dicho eso nos quedamos viendo unos segundos, pero después me pasó de lado y salió de los baños. 

  No entendía nada de lo que estaba pasando.

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