Hoy de capítulo DOBLE, mas tarde capítulo
Jamie no se podía creer lo que estaba escuchando, «¿Despedido?», este arrugó su ceño, se levantó de su silla y siguió mirando a Max. —No puede despedirme. —fue lo primero que dijo. —He trabajado por años para esta empresa, no puede venir solo a despedirme por qué le dije a esa vieja loca sus verdades.—Max tensó su mandíbula con fuerza al escuchar como había llamado a Emma.—Más respeto para la señorita Spencer, señor Stevenson. —Jamie arrugó su ceño.—¿Respeto? Esa mujer es el mismísimo diablo, —Max apretó el respaldo de la silla con sus dedos, intentó contenerse. —MÁS RESPETO—dijo Max en un tono cargado de frialdad que Jamie ignoró.—Creo que ha ignorado usted las reglas de la empresa, si ha trabajado tantos años para nosotros, debe tener en claro que está prohibido el hostigamiento y la falta de respeto entre los empleados.—Lo aceptaré—dijo Jamie—Pero sería una llamada de atención para mí como para ella. —Max se enderezó y se cruzó de brazos.—Usted es quien ha ido a buscarla, ust
Una vez que dijo eso Emma, dejó sin palabras a Max, quien aún estaba masticando cada palabra que salió de su boca. ¿Por qué sintió desilusión? Ella estaba siendo clara y todavía se lo estaba dando a saber, ¿No debería de agradecer su sinceridad? —Bien, entendido, agradezco que seas sincera conmigo y decirme que el ser madre no es lo tuyo. Algo que choca con lo que deseo a futuro. —ella se sorprendió, agitó sus pestañas rápidamente por un momento, arrugó su ceño e intentó comprender aquellas palabras. —¿Quieres decir que tú deseas tener familia?—preguntó Emma. —Sí. —contestó sincero, retomó su comida, pero con la mirada en su plato, «Ella no quiere tener hijos» ¿Entonces? ¿Por qué se vio visualizado con ella? No tienen el mes de conocerse y ya estaba pensando en que ella podría ser aquella mujer a quien se entregaría en cuerpo y alma, con la que podría formar una familia algún día, en algún momento. «Calma, Max, no seas intenso» Levantó su mirada y sonrió a medias. —Cuéntame, ¿Ten
—Tienes miedo, pero la pregunta correcta sería: ¿A qué le tienes miedo, Emma?—Emma se quedó callada al escuchar aquella pregunta. —No le tengo miedo a nada, Max. —Ven, —dijo él levantándose de un movimiento elegante y ofreciéndole la mano para que la aceptara. —No voy a tomar tu mano, no quiero que nadie vea que…—él presionó sus labios con dureza. —Max—usó su nombre en advertencia. —Quiero presentarte a mi padre. —Emma alzó sus cejas con sorpresa. —Ya conozco a tu padre, gracias. —Anda, demuéstrame que no tienes miedo. —ella mordió su labio y negó. —No tengo por qué demostrarte absolutamente nada. —ella replicó empezando a molestarse de verdad.—Así que ella es Emma—escucharon la voz de Adler, Emma se puso de pie de un movimiento rápido, cuando miraron hacia ellos, estaba Jack sonriendo y le señaló a ella. —Ya he escuchado muchas cosas muy buenas de ti, señorita—ella le sonrió y le aceptó la mano en saludo. —Le estaba invitado para que la conocieras. —dijo Max con una sonrisa
Emma se quedó mirando como Max subió a su auto y la miró en espera de que ella hiciera lo mismo, pero en el suyo que había aparcado detrás de él, ella soltó un suspiro y negó.—¿Qué se traerá entre manos?—murmuró para sí misma, subió al auto y lo siguió, pareció emocionado Max desde su lugar una vez que se estacionó a su lado en el primer semáforo. Bajó el vidrio y miró hacia Emma. —No me pierdas de vista, pervertida—alzó Emma una de sus cejas, el escuchar como la había llamado era el recordatorio de todas las veces que habían tenido sexo, apretó sus muslos y negó a sí misma. —Cuerpo traicionero—murmuró, el semáforo cambió a verde y lo siguió, esquivó el tráfico a la perfección, casi veinte minutos después, Max sacó la mano para señalarle por donde iba a entrar, era un edificio alto, elegante, era una zona exclusiva de la ciudad, Emma arrugó su ceño cuando entró al estacionamiento subterráneo. Se estacionó a lado del auto de él que estaba a un par de metros de distancia del elevado
Departamento nuevo de Max—Bueno, ha sido un placer cerrar este trato contigo, amigo. —Sasha le estrechó la mano a Max y este asintió emocionado, Emma le sonrió y le aceptó la despedida, una vez que él se fue y los dejó a solas, hubo un silencio que estaba empezando a hacerse incómodo entre los dos. —Es hora de marcharme—anunció Emma para después aclararse la garganta, él la miró, tomó un poco de aire sutilmente sin dejar de mirarla y pasó saliva después. —Ni se te ocurra, Max. —dijo Emma negando. —Tengo que marcharme, no quiero que la señora Byrne…—y de un movimiento rápido, la tomó por la cintura y la puso contra las puertas frías del elevador, Emma sintió como el calor nació de nuevo y comenzó su recorrido por debajo de su piel, ella no pudo evitar no sonreír. —Tengo que marcharme, —Max se inclinó y comenzó a besarle el cuello, mientras que ella lo ladeó, él sonrió contra su piel, comenzó a desabotonar la camisa de vestir de Emma, pero ella lo detuvo, haciendo que él también lo hi
Emma se miró de nuevo en aquel espejo de cuerpo completo, se había debatido en ponerse ese vestido negro, que le quedaba a medio muslo, estilo jumper sin mangas y que se adhería a sus curvas que usualmente siempre ocultaba, zapatillas de aguja, escote V dejando a la vista la línea de entre los dos pechos, ahora, se sentía poderosa, se sintió deseada y por primera vez, decidió mostrar un poco más de aquella mujer que siempre ocultó. Se había dejado el cabello liso y un maquillaje sencillo. Caminó con su abrigo colgando de su brazo, pensando ya por donde marcharse para evitar el tráfico. —Buenas noches, Emma—ella se tensó cuando escuchó que alguien le había llamado, cuando se volvió, miró a Jamie. Lució distinto, el cabello revuelto, corbata aflojada, la mitad de su camisa fuera de su pantalón de vestir, y en su brazo, colgó el saco del traje. —¿Qué haces aquí?—preguntó arrugando su ceño, se aferró a la llave del auto que tenía en su mano, había detenido su camino para mirarlo. —¿Cómo
Horacio tomó de su vaso de cristal aquel whisky que tanto le gustaba a su padre y que mantenía una reserva en la casa de descanso. Las palabras de Max lo habían acribillado mentalmente cuando le dijo: «Cuando nazca ese bebé, veremos si será así.» —¿No vas a cenar, hijo?—la madre de Horacio interrumpió sus pensamientos. —Desde que llegaste no has dejado de beber, ¿Algo te preocupa?—él tomó el resto de su vaso y lo dejó en la mesa de cristal frente a él, se levantó y miró a su madre. —Me tengo que ir madre, —le puso una sonrisa, pero la mujer, entrecerró sus ojos. —¿Cuándo nos vas a presentar a esa mujer que te tiene todo distraído? —él sonrió apenas de manera débil. —No lo sé, espero pronto. —se acercó a ella y puso sus manos en los hombros para inclinarse a mirarla a los ojos. —Pronto espero darles una nuera, una boda y un nieto—la mujer abrió sus ojos y estos se cristalizaron. —Hazlo pronto, a esta mujer no le queda mucho tiempo, hijo, tu padre se volvería loco con un nieto, ¿Sab
Cuando las puertas del elevador se abrieron ante Emma y Max, todo el ambiente cambió, la pizza la dejó en la mesa del recibidor y luego, él la puso contra la pared más cercana y atrapó su boca con la suya de forma posesiva, la devoró como si no hubiese un mañana, ella tuvo que frenarlo, ya que estaba a nada de quedarse sin aire. —Espera, espera, —jadeó Emma separándose del beso, ambas respiraciones eran inestables, el calor había aumentado tanto que pareció que sucedería una combustión espontánea ahí mismo. —Tengo hambre, pero de comida, comida. —Max sonrió y asintió rápidamente.—Claro, claro, que falta de educación, soy el anfitrión y no te he ofrecido nada, —se aclaró la garganta, aquellas palabras lo habían pillado y bajado de su nube de excitación, luego tomó una bocanada de aire e intentó controlarse, la miró y dejó un beso contra su frente, al separarse, tomó su mano y la guio al sillón, había creado un ambiente romántico para los dos, había música de fondo instrumental, la ch