La noche en Stormwood es fría, y el silencio pesa como nunca antes. Einar está sentado en su oficina, rodeado de papeles que alguna vez le importaron más que cualquier otra cosa. Sin embargo, ahora están desordenados, olvidados. Su mente está atrapada en el eco de la confrontación con Lía. Sus palabras no lo dejan en paz, como una daga que sigue girando en la herida. “Si decides cambiar, será por ti, no por mí.” Einar golpea el escritorio con el puño cerrado, frustrado consigo mismo. Esa mujer, esa omega insignificante que había despreciado al principio, lo ha transformado en un caos. Él, el alfa que nunca vacilaba, que siempre tenía la última palabra, ahora se siente vulnerable y perdido. Se levanta de su silla, incapaz de quedarse quieto, y comienza a caminar por la oficina. Sus pasos retumban en el suelo de madera, pero no encuentra consuelo en el movimiento. Las palabras de su padre regresan a su mente, implacables. “Un alf
El sol se ha puesto, tiñendo el cielo con tonos rojizos y anaranjados. En la pequeña casa de Caleb, una atmósfera de calma predomina, pero bajo esa calma, algo se siente diferente. Lía está sentada en el sofá, mirando la ventana con la vista perdida. Caleb la observa en silencio desde el umbral de la puerta, consciente de que algo ha cambiado en ella, algo que no puede entender.Desde que llegaron a esta manada, Caleb ha intentado ser el apoyo constante para Lía. Ha estado a su lado, dándole el espacio que necesita, y mostrándole que puede confiar en él. Sin embargo, últimamente, algo en su comportamiento ha comenzado a inquietarlo. Hay algo en la forma en que ella habla de Einar, algo que no había notado antes.Caleb se acerca y se sienta junto a ella.—Lía —comienza, su voz suave pero firme—, hay algo que quiero preguntarte.Lía se gira para mirarlo, y por un instante, sus ojos reflejan una mezcla de tristeza y desconcierto.—¿Qué pasa, Caleb?—He estado notando que últimamente pare
Lía se arquea en la cama, los gritos de dolor llenan la habitación. Las contracciones son intensas, y su cuerpo parece no dar tregua. Siente la presión creciente, el calor en su piel y la incertidumbre en su pecho. Cada respiro es un esfuerzo, y su mente, aunque nublada por el sufrimiento, solo puede pensar en lo que está por venir: su bebé, la nueva vida que está a punto de nacer. Su teléfono, olvidado sobre la mesa de noche, comienza a vibrar. Es Caleb. Lía lo mira, pero no tiene fuerzas para contestar. Su visión se nubla momentáneamente por el dolor, y una mezcla de emociones la invade. Aunque Caleb ha estado a su lado, ella sabe que algo dentro de ella sigue atada a Einar. La realidad es que, por más que lo intente, no puede dejar de pensar en él. —Respira, Lía… Respira —murmura Caleb desde la puerta, entrando rápidamente y acercándose a ella. Su expresión es preocupada, pero Lía, en su angustia, no lo nota de inmediato. Las contracciones se intensifican, y Lía solo puede apreta
El sonido suave de la lluvia golpeando las ventanas llena la habitación, creando una atmósfera de calma en medio del caos emocional que envuelve a Lía. Ella yace en la cama, sudorosa y agotada, después de horas de dolor, pero la paz que finalmente siente no es completa. Caleb está a su lado, sosteniéndole la mano, pero su mirada es lejana, vacía de la esperanza que alguna vez tuvo.Lía lo nota. Sus ojos, normalmente tan llenos de determinación y energía, ahora están cargados de una mezcla de resignación y tristeza. Él está tratando de mantener su compostura, pero el peso de lo que está a punto de suceder está claro en su expresión.—Caleb —susurra Lía, con la voz rasposa por el esfuerzo—. ¿Estás bien?Él la mira, su mirada suavizándose por un momento antes de que se incline hacia ella y acaricie suavemente su mejilla.—Estoy bien —responde con una sonrisa forzada—. Solo quiero que estés bien.Pero no es necesario ser un experto para ver la duda en sus ojos. Lía no es tonta; sabe que C
El aire en la habitación es espeso, cargado de emociones que no se dicen en voz alta. Einar entra con pasos cautelosos, algo inusual para él. Su presencia siempre ha sido dominante, imponente, pero esta vez hay algo diferente en él: una mezcla de nerviosismo y vulnerabilidad que lo hace parecer casi humano.Lía está en la cama, pálida pero radiante. El pequeño, envuelto en una manta blanca, duerme plácidamente en sus brazos. Cuando Einar se acerca, ella lo mira con una expresión que él no puede descifrar del todo. Hay una lucha en sus ojos, una mezcla de cansancio, dolor, y algo que podría ser esperanza.—Es… él —murmura Einar, deteniéndose junto a la cama, con los puños cerrados a sus costados. No sabe qué más decir.—Sí, Einar —responde Lía suavemente, ajustando la manta alrededor del bebé. Su tono es sereno, pero sus palabras llevan un peso que lo hace sentir pequeño.Einar no sabe cómo actuar. Nunca en su vida ha sostenido a un recién nacido, y mucho menos ha sido testigo de algo
El amanecer llega con una bruma espesa que envuelve el paisaje, pero Lía apenas se da cuenta. Está de pie junto a la ventana, mirando hacia el horizonte sin realmente verlo. Su corazón late con un ritmo irregular, y su mente está atrapada entre dos nombres: Caleb y Einar. Einar. El alfa que la había marcado con su intensidad, su pasión y su naturaleza dominante. A pesar de todo el dolor que le había causado, había algo en él que la hacía sentirse viva, como si el mundo fuera más vibrante cuando estaba cerca. Caleb. Su refugio, su calma en medio de la tormenta. Él le había mostrado lo que era ser amada sin condiciones, sin temor a los arrebatos de ira o al control. Con Caleb, todo era más fácil, más sencillo… pero también menos intenso. Un leve golpeteo en la puerta la saca de sus pensamientos. —¿Lía? —la voz de Caleb es baja, llena de preocupación. —Adelante —responde ella, tratando de sonar tranquila, aunque su interior está en caos. Caleb entra con cautela, sosteniendo un
El sonido de los pasos de Einar resuena por la casa mientras Lía lo observa desde la sala. Está de pie, con los brazos cruzados, y su expresión es una mezcla de desconfianza y curiosidad. No esperaba que él volviera tan pronto, y mucho menos con un paquete de pañales bajo el brazo y una bolsa llena de comida en la otra mano.—¿Qué haces aquí, Einar? —pregunta, su tono más cansado que hostil.Einar deja las cosas en la mesa, sacudiéndose el polvo de las manos. Su mirada, normalmente severa, parece suavizada por algo que Lía no logra identificar.—Estoy aquí porque quiero estar —responde, con una firmeza que no permite discusión.Lía lo mira con incredulidad.—¿Desde cuándo te interesa lo que quiero o necesito?Einar respira profundamente, como si intentara mantener la calma.—Sé que he cometido errores, Lía. No estoy aquí para discutir el pasado. Estoy aquí porque quiero ser parte de la vida de nuestro hijo… y de la tuya, si me lo permites.Lía siente un nudo en el estómago. Durante se
Lía camina por el claro de la manada, disfrutando del aire fresco de la tarde. Aiden duerme profundamente en un portabebés ajustado a su pecho, y ella se siente en paz, aunque esa paz es frágil y siempre parece a punto de romperse. Desde que llegó a la manada de Caleb, las cosas han sido diferentes. Aquí no hay las mismas tensiones, las mismas expectativas que cargaban sobre sus hombros en Stormwood. Sin embargo, el pasado no ha desaparecido.—Lía.La voz profunda de Einar rompe el silencio del bosque, haciéndola detenerse. Su corazón se acelera de inmediato, pero no se gira de inmediato. Sabe que está ahí, lo siente incluso antes de escucharlo.—Einar, ¿qué haces aquí otra vez? —pregunta finalmente, girándose con cuidado para no despertar a Aiden.Él está a unos metros, vestido de manera sencilla, pero su postura y presencia siguen siendo las de un alfa acostumbrado a ser obedecido. Sin embargo, algo en sus ojos lo traiciona: una mezcla de vulnerabilidad y determinación que Lía ha co