Lía se arquea en la cama, los gritos de dolor llenan la habitación. Las contracciones son intensas, y su cuerpo parece no dar tregua. Siente la presión creciente, el calor en su piel y la incertidumbre en su pecho. Cada respiro es un esfuerzo, y su mente, aunque nublada por el sufrimiento, solo puede pensar en lo que está por venir: su bebé, la nueva vida que está a punto de nacer. Su teléfono, olvidado sobre la mesa de noche, comienza a vibrar. Es Caleb. Lía lo mira, pero no tiene fuerzas para contestar. Su visión se nubla momentáneamente por el dolor, y una mezcla de emociones la invade. Aunque Caleb ha estado a su lado, ella sabe que algo dentro de ella sigue atada a Einar. La realidad es que, por más que lo intente, no puede dejar de pensar en él. —Respira, Lía… Respira —murmura Caleb desde la puerta, entrando rápidamente y acercándose a ella. Su expresión es preocupada, pero Lía, en su angustia, no lo nota de inmediato. Las contracciones se intensifican, y Lía solo puede apreta
El sonido suave de la lluvia golpeando las ventanas llena la habitación, creando una atmósfera de calma en medio del caos emocional que envuelve a Lía. Ella yace en la cama, sudorosa y agotada, después de horas de dolor, pero la paz que finalmente siente no es completa. Caleb está a su lado, sosteniéndole la mano, pero su mirada es lejana, vacía de la esperanza que alguna vez tuvo.Lía lo nota. Sus ojos, normalmente tan llenos de determinación y energía, ahora están cargados de una mezcla de resignación y tristeza. Él está tratando de mantener su compostura, pero el peso de lo que está a punto de suceder está claro en su expresión.—Caleb —susurra Lía, con la voz rasposa por el esfuerzo—. ¿Estás bien?Él la mira, su mirada suavizándose por un momento antes de que se incline hacia ella y acaricie suavemente su mejilla.—Estoy bien —responde con una sonrisa forzada—. Solo quiero que estés bien.Pero no es necesario ser un experto para ver la duda en sus ojos. Lía no es tonta; sabe que C
El aire en la habitación es espeso, cargado de emociones que no se dicen en voz alta. Einar entra con pasos cautelosos, algo inusual para él. Su presencia siempre ha sido dominante, imponente, pero esta vez hay algo diferente en él: una mezcla de nerviosismo y vulnerabilidad que lo hace parecer casi humano.Lía está en la cama, pálida pero radiante. El pequeño, envuelto en una manta blanca, duerme plácidamente en sus brazos. Cuando Einar se acerca, ella lo mira con una expresión que él no puede descifrar del todo. Hay una lucha en sus ojos, una mezcla de cansancio, dolor, y algo que podría ser esperanza.—Es… él —murmura Einar, deteniéndose junto a la cama, con los puños cerrados a sus costados. No sabe qué más decir.—Sí, Einar —responde Lía suavemente, ajustando la manta alrededor del bebé. Su tono es sereno, pero sus palabras llevan un peso que lo hace sentir pequeño.Einar no sabe cómo actuar. Nunca en su vida ha sostenido a un recién nacido, y mucho menos ha sido testigo de algo
El amanecer llega con una bruma espesa que envuelve el paisaje, pero Lía apenas se da cuenta. Está de pie junto a la ventana, mirando hacia el horizonte sin realmente verlo. Su corazón late con un ritmo irregular, y su mente está atrapada entre dos nombres: Caleb y Einar. Einar. El alfa que la había marcado con su intensidad, su pasión y su naturaleza dominante. A pesar de todo el dolor que le había causado, había algo en él que la hacía sentirse viva, como si el mundo fuera más vibrante cuando estaba cerca. Caleb. Su refugio, su calma en medio de la tormenta. Él le había mostrado lo que era ser amada sin condiciones, sin temor a los arrebatos de ira o al control. Con Caleb, todo era más fácil, más sencillo… pero también menos intenso. Un leve golpeteo en la puerta la saca de sus pensamientos. —¿Lía? —la voz de Caleb es baja, llena de preocupación. —Adelante —responde ella, tratando de sonar tranquila, aunque su interior está en caos. Caleb entra con cautela, sosteniendo un
El sonido de los pasos de Einar resuena por la casa mientras Lía lo observa desde la sala. Está de pie, con los brazos cruzados, y su expresión es una mezcla de desconfianza y curiosidad. No esperaba que él volviera tan pronto, y mucho menos con un paquete de pañales bajo el brazo y una bolsa llena de comida en la otra mano.—¿Qué haces aquí, Einar? —pregunta, su tono más cansado que hostil.Einar deja las cosas en la mesa, sacudiéndose el polvo de las manos. Su mirada, normalmente severa, parece suavizada por algo que Lía no logra identificar.—Estoy aquí porque quiero estar —responde, con una firmeza que no permite discusión.Lía lo mira con incredulidad.—¿Desde cuándo te interesa lo que quiero o necesito?Einar respira profundamente, como si intentara mantener la calma.—Sé que he cometido errores, Lía. No estoy aquí para discutir el pasado. Estoy aquí porque quiero ser parte de la vida de nuestro hijo… y de la tuya, si me lo permites.Lía siente un nudo en el estómago. Durante se
Lía camina por el claro de la manada, disfrutando del aire fresco de la tarde. Aiden duerme profundamente en un portabebés ajustado a su pecho, y ella se siente en paz, aunque esa paz es frágil y siempre parece a punto de romperse. Desde que llegó a la manada de Caleb, las cosas han sido diferentes. Aquí no hay las mismas tensiones, las mismas expectativas que cargaban sobre sus hombros en Stormwood. Sin embargo, el pasado no ha desaparecido.—Lía.La voz profunda de Einar rompe el silencio del bosque, haciéndola detenerse. Su corazón se acelera de inmediato, pero no se gira de inmediato. Sabe que está ahí, lo siente incluso antes de escucharlo.—Einar, ¿qué haces aquí otra vez? —pregunta finalmente, girándose con cuidado para no despertar a Aiden.Él está a unos metros, vestido de manera sencilla, pero su postura y presencia siguen siendo las de un alfa acostumbrado a ser obedecido. Sin embargo, algo en sus ojos lo traiciona: una mezcla de vulnerabilidad y determinación que Lía ha co
Einar camina de un lado a otro en su despacho, sus manos cerradas en puños mientras su mente lo atormenta con pensamientos contradictorios. Cada vez que cierra los ojos, la imagen de Lía y su hijo lo invade, llenándolo de una mezcla de nostalgia, rabia y algo que se parece demasiado al arrepentimiento.—Esto es ridículo —gruñe para sí mismo, golpeando la mesa con el puño.La puerta se abre de golpe, y su beta, Marcus, entra con cautela.—Einar, los miembros de la manada están preocupados. Llevas días encerrado aquí y…—No necesito que me vigilen como si fuera un cachorro perdido —interrumpe Einar, su tono cortante.Marcus suspira, acostumbrado a la temperamental naturaleza de su alfa.—No es eso. Pero es evidente que algo te está afectando. Tal vez deberías… hablar con ella.Einar lo mira, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y vulnerabilidad que rara vez deja ver.—¿Hablar con ella? ¿Y decirle qué? ¿Que me siento como un idiota por no haberla valorado cuando la tenía aquí?Ma
Lía se sienta en el suelo junto a la cuna de Aiden, observando cómo su pequeño respira tranquilo. Las sombras de la noche llenan la habitación, pero la luz de la luna que entra por la ventana ilumina el rostro inocente de su hijo. Ha pasado tanto desde que su vida cambió, desde que dejó la manada Stormwood, pero esta noche, todo lo que ha tratado de ignorar la golpea con fuerza.Aiden necesita a su padre.Por semanas, Einar ha visitado la manada de Caleb. Al principio, Lía pensó que sería una distracción temporal, que él se cansaría y volvería a su vida de líder dominante. Pero no fue así. Einar regresó una y otra vez, cada vez más involucrado, cada vez más atento.Lía suspira, abrazando sus rodillas mientras su mente se llena de recuerdos. La primera vez que Einar sostuvo a Aiden, su expresión de asombro y vulnerabilidad. La forma en que el bebé dejó de llorar apenas sintió el calor de los brazos de su padre. Había algo indescriptible en ese vínculo, algo que Lía sabía que nunca podr