Maleck rió, haciendo que el vello del cuerpo de Selena se erizara.
—¿Crees que eres el único que tiene amiguitos?
—No, estoy seguro que tú también los tienes—comenzó a decir Alexander con simpleza—. Pero dime tú ¿Vale la pena llamarlos para resolver problemas ocasionados por una prostituta?
Las palabras atravesaron el aire y se hundieron en la mente de Selena, quien las recibió con total dolor y enojo. Ante el mundo ella no era más que una prostituta, y eso le dolía.
Sin embargo, las palabras del millonario no solo afectaron a la hermosa mujer, puesto que la mirada de Maleck se expandió de forma notable, mientras separaba ligeramente sus labios.
—¿Quien m****a eres?—graznó furioso el robusto hombre, sabiendo que el millonario tenía razón.
—¿Acaso estás sordo o no eres capaz de retener un jodido nombre por más de cinco minutos?—ronroneo Alexander avanzando otro paso hacia él—. Mi nombre es Alexander Murth, y ya debes irte de aquí.
Maleck observó al hombre ante él durante varios segundos antes de volver la cabeza hacia Selena con una expresión tan aterradora como la mismísima muerte.
—Esto no se acaba acá, Selena—ronroneo él aterrador hombre antes de dar media vuelta y alejarse del lugar con pasos veloces.
Aquello era una promesa, su futuro ahora sería mucho peor que el morir bajo las manos de aquel vil hombre, ahora él se tomaría su tiempo.
—Selena, es un lindo nombre—comenzó a decir Alexander avanzando hacia ella mientras extendía una mano en su dirección para ayudarla a incorporarse.
De la impresión, ella había caído al suelo con gran fuerza pero ni siquiera lo había notado hasta ese momento.
Por un segundo sopeso la idea de tomar aquella fuerte y amplia mano, pero luego las palabras que él había escupido volaron hacia ella nuevamente.
—¿Demasiado lindo para una p**a?—escupió con dolor Selena, mientras se ayudaba a sí misma a incorporarse de su lugar en el frío suelo.
Los labios de Alexander se apretaron en una fina y delgada línea.
—Lo dije para apartarlo de tí, no pediré perdón por salvarte la vida—comenzó a decir él con arrogancia—. Pero si espero que me des las gracias.
Aquellas palabras estallaron en la mente de Selena, acabando con la poca paciencia que aún conservaba.
—¿Las gracias? Está bien, Alexander Murth, gracias por empeorar la situación, por decir que no valgo la jodida pena, y por asegurarme una muerte muchísimo peor que la que me aguardaba está noche—escupió ella con dolor e ira—. ¿Sabes qué? Jodete, tu y todo tu asqueroso dinero.
Los labios de Alexander se separaron de forma notable mientras observaba con asombro y admiración la fortaleza que cargaba en cada fibra de su cuerpo aquella menuda mujer.
—Lo lamento, jamás pensé que ocurriría esto—se disculpó él, sorprendiendose a sí mismo ante aquellas palabras. Él no sé disculpaba, jamás.
—Tranquilo, te creo, es raro encontrar a un hombre en tu posición que utilice sus neuronas para pensar—ronroneo Selena con rabia y rencor—. Bueno, Alexander Murth, millonario asquerosamente rico y poderoso, me despido, iré a ver si puedo retomar lo que estaba ocurriendo.
—¡Pero él te va a matar!—dijo con desesperación Alexander viendo cómo comenzaba a alejarse—. Ven conmigo, pasa la noche en mi casa y te pagaré el doble que él.
—¿Acaso no lo entiendes? Él no paga, sus amigos son muy poderosos y peligrosos—respondió Selena agotada.
Alexander la observó durante varios minutos, mientras las ruedas en su cerebro giraban sin parar buscando una solución a aquello, puesto que de algún modo, él se negaba a la idea de dejar ir a Selena así como si nada.
—Ven conmigo, hablaré con tu jefe y le explicaré que te encontré en la calle y no me pude resistir—comenzó a decir Alexander con cuidado—. Les demostraré que soy mejor inversión que ellos; a cambio quiero una cosa de tí.
Selena lo observó a los ojos y sonrió con tristeza, allí estaba la verdad, nadie hacía nada por simple abnegación menos aún un hombre en la posición de él.
—¿Qué quieres a cambio?—soltó ella cruzando los brazos sobre su pecho.
—Quiero que pases la noche conmigo—dijo él sin rodeos y sin prisa.
Aquella propuesta no sorprendió a la hermosa mujer, puesto que estaba acostumbrada a recibir ese tipo de propuestas a diario.
Sin embargo, el tono y la forma en que lo dijo Alexander fue diferente, casi como si propusiera algo más, algo extrañamente íntimo y personal.
Fue por este último pensamiento que sus mejillas se sonrojaron mientras ella respondía:
—Está bien, lo haré.
El viaje en el lujoso auto de Alexander fue algo incómodo, en especial porque el ambiente parecía haberse vuelto demasiado tensó y extraño.Esto sorprendió a Selena por completo, ya que creía que el millonario tomaría la iniciativa luego de su veloz propuesta.Aquella era la primera vez que la hermosa chica iría a la casa de uno de sus clientes, ya que por lo general, los hombres solían preferir los encuentros casuales en el burdel, los asientos traseros de los autos o incluso en cualquier callejón olvidado por el mundo.Pero aquella no sería una noche como las demás, de esto se dió cuenta Selena al observar el rostro tensó y algo nervioso del atractivo hombre a su lado.<
Los labios de Alexander Murth se deslizaron por la boca de Selena con una voracidad animal, depredadora y bestial.El hambre, enredado con las ansias y el deseo, se habían apoderado por completo de su alma.Muy lejos había quedado el hombre bueno y caballeroso que rescató a una hermosa dama de un cruel destino.Sin embargo, Selena no podía decir que aquello le disgustara.Los labios del millonario eran precisos y seductores, mientras que su lengua demandante se deslizaba de manera tortuosa al interior de su boca, demostrándole con claridad lo que ocurriría si el llegaba a colocarse entre sus piernas.Aquel pensamiento arrancó un gemido
Selena se quedó rígida, de piedra, ante completa y total sinceridad con la que hablaba el galán millonario ante ella.Aún así, la mera idea de pensar en concebir un hijo con aquel extraño, la aterraba más de lo que jamás quisiera admitir.A lo largo de su joven vida, nunca se le había pasado por la cabeza la idea de tener un hijo.No solo porque era en extremo difícil conseguir una pareja estable con su trabajo, si no que su propia experiencia formando para de una familia era simplemente pésima.Es por esto, que Selena jamás tomó en serio la idea de ser madre.Sin embargo allí estaba, con
Selena de quince años:Los ojos de la hermosa niña de cabellera castaña rojiza y mirada tormentosa, estaba repleta de lágrimas que empañaban su campo de visión, tanto así que amenazaban con nublarse por completo.La desesperación se había apoderado de ella, mientras los nervios y el estrés, revolvían sus intestinos a tal punto que tenía ganas de vomitar.Pero ella no lo haría, no vomitaria, no cuando aún tenía un claro y crucial trabajo que hacer.Quitar la notable mancha de sangre del colchón.Ella no había matado a nadie ni nada
Alexander de ocho años:Jamás había sido el niño perfecto, ni de cerca lograba asemejarse a los conceptos arcaicos con los que se suponía, debía estar relacionado un niño.Alexander amaba el ruido, amaba la música, el ruido de la ciudad en su momento de mayor esplendor y adoraba escuchar a las personas hablar a su alrededor.El caos que acompañaba el ruido, los sonidos, eso es lo que tanto le gustaba al niño de mirada esmeralda y cabello color sol, puesto que eso era lo único que le permitía ahogar la nube brumosa de pensamientos que hostigaban su mente a diario.Pero para su suerte, en el orfanato dónde vivía, le resultaba
Por primera vez en toda su vida, Selena durmió plácidamente toda la noche, sin sentir la más mínima inquietud, o temor en toda la noche.Incluso, sus sueños, fueron agradables y acogedores, como si le permitieran tener aquella agradable victoria, al menos por una noche.Un pequeño alivio a su alma atormentada, permitiéndole respirar algo de paz.Para el momento en que su mirada gris tormenta se abrió ante el mundo, un cálido y gentil rayo de sol se filtraba por la ventana medio abierta del dormitorio, besando la piel desnuda de su brazo.Somnolienta y algo dormida, Selena se sentó en la cama, recostando su espalda contra el cómodo respaldar de esta, mientras tiraba de las sá
Alexander:El millonario de mirada esmeralda y cabello dorado como el sol, observó el rostro de la hermosa mujer frente a él, sentada en su cama, medio desnuda, vistiendo su camisa.Las palabras que Selena acababa de pronunciar se deslizaron al interior de su mente, calando hasta lo más profundo de esta para generar una nueva ola de sentimientos y emociones que se retorcían en su interior.Aquella atractiva mujer, destrozada por la pésima vida que le tocó afrontar, le ofrecía algo simple y fácil, pero a su vez, algo que nadie le había propuesto jamás.Cuidarse mutuamente, velar por la seguridad el uno del otro. Al oír aquellas palabras, todo el cuerpo de Alexander Murth se tensó, mientras las pulsaciones cardíacas comenzaban a acelerarse en el medio de su pecho.La hermosa mujer frente a él acababa de decir las palabras que serían su salvación, la salvación de su imperio, del trabajo de sus sueños.Sin embargo, él no podía dejar de sentir una extraña sensación en su ser, como si de alguna forma él estuviera forzando las cosas, empujándola al peligro.—No tienes que hacerlo si no quieres, Selena—dijo él, sin poder evitar pensar en la cercanía de sus cuerpos, y en lo delicioso que era sentir el calor de las piernas desnudas de Selena contra él.Capítulo 11: Deseo y pasión.