Capítulo 32. Enfado.
*Dianora*

No me sentía con fuerzas, al contrario, yo había perdido toda la energía con aquella discursión y me había quedado claro que no podría divorciarme ni alejarme de aquella lujosa villa ni de Matteo, él era peligroso y nunca me lo permitiría. Su parte mala era demasiado oscura y haría cualquier cosa por mantenerme junto a él, y había utilizado la intimidación y el miedo en el pasado para asustarme y debía admitir que me había sustado muchísimo de aquella amenaza que me había hecho de danar a mi abuelita y a Teresa. Mi abuelita siempre me cuido, desde que murió mi madre, y estuvo a mi lado, ya que mi padre no hizo en absoluto esa labor, solo me ignoró , humilló y fue un progenitor ausente al que yo no le importaba en absoluto. Y Teresa, había sido una gran amiga, siempre dispuesta escuharme y a darme todo el amor del mundo, incluso cuando yo me sentía demasiado deprimida para ser recíproca con ella.

_Ya me ha quedado claro..._Le dije intentando parecer tranquila.

_¿De verdad?

_S
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