Mitchell…Salgo de la cabaña y no sé cómo me siento ante la declaración de Johan, estoy segura que siento algo especial por él, pero ¿estoy lista para tener una nueva relación?Mi cabeza da vueltas imaginando demasiadas cosas, entro a la casa y voy directamente a mi habitación, me dejo caer en la cama y cierro los ojos. A mi mente vienen los recuerdos de todo lo que he pasado con Johan y eso me hace sentir culpable, antes siempre recordaba a Drew y ahora…Me pongo de pie furiosa, sé que él se fue hace tiempo, pero siento que lo estoy traicionando al enamorarme de Johan, porque no puedo negarlo, lo amo con todo mi corazón.Me quito la ropa y me acomodo en la cama, estoy demasiado inquieta y no logro dormir nada, cuando menos lo espero está sonando la alarma de mi teléfono. Me doy una ducha y me cambio para ir a despertar a Ian.—Buenos días, pequeño —digo abriendo las cortinas de su habitación, para que entre la luz del sol.—Hola, mami —da un salto de la cama y me abraza—. ¿Está tarde
Si leíste Sumisa por accidente, ahí conociste un poco de Milly y ahora, te invito a leer su historia, espero que la disfrutes.De antemano les agradezco el apoyo ?Un día a la vez, es una novela escrita por Dannya Menchaca. (DannyaRent) registrada en SafeCreative bajo el código: 2304124037200Se prohíbe su distribución parcial o completa, ya que estará infringiendo con los derechos de autor. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~Me despierto asustada y empapada en sudor, enciendo la lámpara de mi mesa de noche y veo que estoy en mi habitación; el corazón se me quiere salir del pecho y hago varias respiraciones tratando de calmarme.Observo el reloj y me doy cuenta que son las 3:30 de la mañana.Bufo con frustración, otro día sin dormir lo suficiente. Me levanto para ir a la cocina, pongo agua para prepararme un té y me siento a esperarlo.Hace ocho años, que Arya Anderson, agente de la DEA, me rescató de la casa de Massimo, con la ayuda de Enzo y el FBI. Aunque no he dejado de ir a terapia des
—¡Blake! —lo recrimina Dania—. No lo tomes en cuenta, usualmente sus mañanas no son buenas.—Ni sus tardes —dice el chico llamado Jang.—Ni sus noches —agrega Hammer y sueltan una enorme carcajada.—¡Basta! —vuelve a gritar—. ¿Acaso estamos en un concurso de chistes? —bufa y todos se quedan en silencio. Se acerca a mí y su mirada va directamente a mi apellido. —Soy el detective Nathan Blake —se presenta, y ahora que lo tengo frente a mí, noto que él no tiene uniforme: trae un pantalón negro y una camisa del mismo color, tiene una buena estatura y un cuerpo tonificado.—Emilia Harper —me presento y me da la mano dándome un fuerte apretón.—Vamos a mi oficina —me pide señalando la puerta por dónde salió hace unos minutos.Camino y él me sigue, entramos a la oficina y ahí también hay una enorme pantalla en la que salen todas las imágenes que hay en las computadoras que utilizan afuera. Me señala la silla frente a su escritorio y tomo asiento.—Por lo que pude ver en tu expediente, tiene
El restaurante es muy grande, tiene mesas de madera con manteles de cuadros blanco y rojo, las paredes tienen algunas pinturas, al centro de la mesa hay un jarrón con flores de colores, es un lugar bastante agradable. El mesero se acerca y nos da la carta, hay una gran variedad de comida, hacemos nuestra orden y antes de que se vaya, llega Nathan y se acomoda a mi lado en la silla vacía.—Lo mismo de siempre, por favor —le pide al mesero.—¿Dónde estabas? —lo interroga Yurem.—Sabes que no me gusta que me interroguen —contesta con seriedad—. Pero voy a responder a tu pregunta porque era algo de trabajo —explica—. Me reuní con los hermanos Demaryius.—¡Esos hombres son tan guapos! —exclama Dania suspirando y Nathan la mira recriminándola. —Me llamaron para notificarme de un caso de violencia doméstica muy sospechoso, Chloe estaba trabajando en eso, pero al parecer hay mucho más.—¿De qué estamos hablando? —pregunta Yurem.—Al parecer el tipo tiene negocios de drogas, pasé el contacto
—Hola Milly —me saluda Arya. —Hola, ¿cómo están?—Bien, pero estoy ansiosa porque me cuentes ¿cómo fue tu primer día? —me interroga. —No me puedo quejar, aunque el jefe es un poco estricto, me recibieron muy bien todos —le explico omitiendo a Yurem, que es la única que parece odiarme. —Me alegro, si necesitas algo no dudes en llamarme, sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites. —Gracias, Arya.—Ahora ve a descansar, yo le contaré a Enzo para que no te llame y te interrogue. Sonrío al imaginarlo pidiendo todos los detalles. —Perfecto, saludos a mis pequeños. Colgamos y llego al edificio de los apartamentos, estoy por bajarme cuando de nuevo entra el Jeep negro a toda velocidad, pongo los ojos en blanco, espero no conocer a ese niño de papi, estoy segura que será muy desagradable y prepotente, con esa manera de conducir ya me cae mal. Al llegar al elevador acababa de cerrarse y ya no lo alcancé, por estar peleando mentalmente con el tipo ese, ahora tengo que esperar
—¿Todo bien señorita Harper? —pregunta Nathan a mis espaldas y la sonrisa se me borra de inmediato.—Milly —lo corrijo—. Y sí, todo está bien detective Blake. —Nathan —me corrije—. ¿Cómo van sus perfiles?—Muy bien, han tenido bastante movimiento. —Perfecto —dice y se da la vuelta para detenerse con cada uno de los compañeros. Se llega la hora de salida y vuelvo a quedarme un poco más tarde, estoy hablando con un supuesto chico de dieciocho años, que está muy interesado en mi edad, parece que le entusiasma demasiado pensar que tengo quince años.—¿No piensas irte a descansar? —me pregunta Nathan al salir de su oficina.—Sí, solo que hay un chico demasiado interesado en la adolescente que tengo en mi perfil —le explico y se acerca, pone una silla a mi lado y se sienta para empezar a leer la conversación.—Puede ser un acosador, pero no sé, su forma de expresarse me confunde un poco —menciona al leer la conversación—. Parece realmente un joven inmaduro. —Exacto, pero puede que esté t
Al llegar, me bajo del coche y me encuentro con Nathan en el elevador, subimos y presiona el número seis. —¿Sabías que éramos vecinos? —le pregunto. —Sí, vi tu dirección en tu archivo. —¿Tienes mucho tiempo viviendo aquí? —lo interrogo. —Tengo seis años, llegué a Florida cuando tenía tu edad, soy de Texas, de un rancho cercano a Houston. Ahora entiendo porque escucha música country, y no estaba tan equivocada con su edad, tiene treinta y dos años. —¿Aún tienes familia allá? —indago curiosa. —Sí, mis padres, mi hermana mayor y mi sobrino. El elevador se abre y caminamos por el pasillo hasta detenernos en nuestras respectivas puertas. —Espero que no seas la vecina que pide tazas de azúcar para el café —bromea. —No tomo café, prefiero el té —respondo y se ríe—. Pero si se me acaba el azúcar, es probable que te moleste —agrego. —Bueno vecina, nos vemos mañana —se despide. —Hasta mañana, vecino cowboy —me despido y suelta una risotada. —Extraño volver a usar mis botas y
—Hola Mitch —la saluda—. Estoy bien, además de loco, gracias por preocuparte. —Lo siento, me alegra que estés bien, pero ¿cómo se te ocurrió mandarle a Ian una cuatrimoto de regalo? —Fue su cumpleaños y no pude asistir —se justifica. —Por supuesto que no pudiste asistir, si siempre estás metido en el trabajo —lo regaña. Me siento muy incómoda, al parecer estoy presenciando una pelea de pareja y no me gusta para nada. —Ian tiene seis años, no puede usar la cuatrimoto. —Es pequeña, no tiene mucha velocidad, le sirve para ir practicando —explica muy quitado de la pena. —No tienes remedio —lo recrimina la mujer al otro lado de la línea—. ¿Cuándo vas a venir? Te extrañamos demasiado. —No lo sé Mitch, tengo varios casos importantes. —Es que siempre es así, necesitas darte un tiempo, no todo en la vida es trabajo. —Lo haré, te lo prometo —asegura—. Saluda a mis padres y dale un beso a mi terremoto. —Está bien, te quiero. —Y yo a ti. Corta la llamada y me mira. —Lo siento, mi h