Una verdad que conduce al odio y la venganzaLía comenzó a llamar desesperada a Mathew, pero él no contestaba el telefono.>Se alisto rápidamente y se fue directo a su ático a buscarlo, ella quería confirmar con sus propios ojos lo que Bastián le había dicho, tomó una ducha rápidamente, tomó su auto y salió directo hasta el ático de Mathew.Lía estaba demasiado nerviosa, las manos le temblaban, sentía como el sudor recorría su cuerpo, no podía ser que su prometido la hubiera engañado todo ese tiempo.> se repetía durante todo el trayecto, cuando arribo, parqueo su auto con desespero, y cuando fue a timbrar, justamente Mathew estaba llegando también a su ático.—Lía, ¿Qué está haciendo aquí? — le preguntó sorprendidoElla se quedó viéndolo de arriba abajo, su mirada estaba confundida, era como si no se tratara de ella.—Lía ¿estas bien? — Mathew empezó a preguntarle, cuando se dio cuenta de que ell
Un mes más tarde—¿Segura ya te sientes mejor para regresar al trabajo? — Mathew acarició dulcemente la mejilla de Jenna.—Por supuesto, ya llevó más de un mes sin ir al trabajo, no sé si aún conservo el puesto que me diste, de verdad todo ha sido tan rápido Mathew——No te preocupes cariño, tú lo has dicho, quien te asigno el cargo en la empresa fui yo, así que no tienes nada de qué preocuparte——Contrario a lo que piensas, sí, si tengo mucho de qué preocuparme, ya sabes mi familia necesita dinero, soy su única fuente de ingreso, además, debo conseguir otro lugar que no sea de tu apartamento para irme de aquí— Mathew aparto a Jenna de su pecho y la miró confundido.—¿Estas incomoda en este lugar? Si es así, podemos buscar otro, ese es el menor problema——Claro que no Mathew, has sido tan bueno y generoso conmigo, y este lugar es espectacular, pero es que precisamente por eso debo irme, no quiero seguir abusando de tu hospitalidad—Mathew tomó las mejillas de Jenna, le dio un dulce bes
La junta directiva se avecinaba rápidamente, y Lía acababa de salir de la oficina de Mathew. Él, por su parte, se quedó allí, en estado de shock, como si las palabras de Lía hubieran penetrado hasta el núcleo de su ser. Se dirigió a su cava de vino y extrajo una botella. Bebió una copa, luego otra, hasta que quedó completamente ebrio.La mente de Mathew estaba en un torbellino, y no sabía cómo lidiar con la noticia inesperada que Lía le había dado. No quería dejar a Jenna, la mujer a la que amaba profundamente. Odiaba los caprichos de su propia naturaleza, porque si tuviera el control absoluto de su mundo, Lía no podría aprovecharse de su secreto y chantajearlo con revelarlo al mundo.De repente, la puerta de su oficina comenzó a resonar, unos fuertes golpes lo sacaron de su ensimismamiento. —¡Mathew! ¿Estás bien? — la voz de Jenna llenó sus sentidos. Se esforzó por levantarse de su escritorio, tambaleándose debido a la embriaguez y con la visión un tanto borrosa.Cuando abrió la puer
Después de un ciclo lunar completo, 29 días habían transcurrido, y la luna llena brillaba con todo su esplendor en el cielo. En un elegante ático de la ciudad de Nueva York, Mathew Sullivan, un hombre imponente y enigmático, se sumergia en la transformación que lo convertía en un poderoso hombre lobo. Desesperadamente, sintió cómo su cuerpo se convirtió en el de una feroz criatura, sus aullidos se intensificaron y el aire a su alrededor adquirió una densa aura. Al convertirse en lobo, sus instintos más primitivos salen completamente descontrolados. Con un salto, aterrizó en un oscuro callejón y comenzó a caminar decididamente, guiado por su agudo olfato que le inficaba la cercanía de seres humanos. Su oído sensible detectó pasos ligeros en la calle de abajo. Intrigado, se acercó sigilosamente a la fuente del ruido y se encontró con Jenna y su amiga, caminando en la oscuridad. —¡No puedo creer lo que me estás diciendo! ¡Te felicito, Jenna, ya era hora de que obtuvieras ese puesto!—
Jenna corría por las abarrotadas calles de Nueva York. Su amiga le había prestado unos zapatos de tacón para que se presentara de manera formal en su primer día de trabajo, pero esos zapatos estaban destrozando sus pies y aún le faltaban tres cuadras para llegar. Sumado a su fuerte jaqueca por tanto llorar y su ropa maltrecha, se sentía fatal. La falta de empleo había llevado a Jenna a una situación deprimente, y lo único que la mantenía en pie ese día era la ilusión de un nuevo trabajo. Con su cabello castaño suelto hasta los hombros y un suave maquillaje en su rostro, sus ojos se iluminaron al ver el gran edificio en el que sería una de las diseñadoras de interiores. "¡Por fin he llegado!", pensó mientras se acercaba a la entrada. Sin embargo, uno de los tacones se rompió, haciendo que su pie tropezara y cayera frente a unas hermosas piernas. —¡Ten cuidado, pordiosera!—gritó una voz aguda y desagradable. —¡Por favor, Margaret! Esta mujer tuvo un accidente— intervino Mathe
Mathew fue directo a enfrentar a Helen, su corazón latía acelerado y su ira estaba a punto de estallar. —¿Por qué trataste así a Jenna?—exclamó con voz firme dentro de la oficina. Helen, visiblemente nerviosa, intentó justificar sus acciones, pero Mathew no estaba dispuesto a escuchar excusas. —Estas despedida—anunció con decisión. Helen se resistió, pero la determinación de Mathew era inquebrantable. —No te importa lo que yo haga, solo eres el protegido de Sullivan—Helen gritó con amargura. Mathew tragó su rabia y la ignoró, centrando su atención en Jenna. Sabía que ella merecía más, y en un acto impulsivo, decidió ofrecerle el puesto de Helen sin importar su experiencia. Jenna regresó a su modesto apartamento, donde vivía, desconsolada por no obtener el trabajo. Yulieth siempre la acompañaba y esa tarde no era la excepción —No te preocupes por los zapatos, puedo reponerlos—Intentó consolarla Yulieth. Jenna le explicó lo sucedido con la mujer que la despidió, pero
Eran las 8 de la mañana, y el sol comenzaba a iluminar las puertas de PRISMA ENTERTAINMENT mientras Jenna se emocionaba por su primer día de trabajo. Esta vez, sentía la seguridad de tener un empleo estable. —Buenos días, señorita, el día de ayer me llamaron para confirmar mi ingreso a la compañía, y aquí estoy—dijo Jenna con una amplia sonrisa, sintiéndose completamente diferente al día anterior. Las luces brillantes y el ambiente cálido de la empresa la acogían con los brazos abiertos. —La señorita Jenna—, respondió la recepcionista con una sonrisa amable. —Sígame por aquí, el CEO la está esperando—. Jenna siguió a la recepcionista por los pasillos iluminados, dirigiéndose hacia la majestuosa oficina de su nuevo jefe. Aunque había tratado de estar mejor preparada que el día anterior, los nervios seguían presentes. Sus manos temblaban levemente y sus mejillas se sonrojaban por la emoción. Al entrar a la oficina, Jenna quedó sorprendida al encontrarse frente a frente con una fi
Mathew no podía apartar a Jenna de su mente ni un solo instante. Se sentó en su ático frente a la ventana mientras la luna menguante iluminaba la habitación. Aunque faltaban unos días para que la luna llena lo convirtiera en la fiera que llevaba dentro, sus temores se incrementaban. Jenna era su compañera predestinada, y su llegada había revolucionado por completo su vida. Estaba a punto de llenar una segunda copa de vino cuando el timbre de su casa lo alertó. Mathew abrió la puerta y quedó sorprendido al ver a Margaret parada frente a él. —Margaret, ¿qué haces aquí?—la interrumpió, sin darle oportunidad de hablar. —¿Cómo que qué hago aquí, Mathew? No me llamaste en todo el día y tampoco respondiste mis llamadas. Además, soy tu prometida, ¿no puedo venir a tu mansión cuando quiera?— Margaret respondió con firmeza, poniendo sus manos en su cintura y mirándolo intensamente. —Querida, estuve ocupado. Deberías haber llamado de nuevo. Ya es muy tarde, te llevaré a casa—Mathew trató d