Es un martes cualquiera, de una semana cualquiera en el trabajo. Ningún acontecimiento extravagante o siquiera relevante ha ocurrido en la jornada laboral como para mencionarlo. A excepción de que el lunes nos lo dieron libre para pasar los estragos en el cuerpo de la boda de Amanda. Mencionado ell
—¿Qué me cuentas? Inicia tú, no sabes esconder cuando te va mal — comenta. Lo triste es que decía la realidad. Era terrible manejando mis emociones y ocultándolas. —Parece que todos allá afuera saben que nos casaremos. Y… me están tratando sospechosamente bien. Hasta Maite bromeo con que la invita
—Creo captarlo. ¿Te desagradaría una ceremonia en el exterior? —No lo haría. En la noche te pasó mi lista de invitados — comenta antes de atender su celular. Lo han llamado y se concentra en esto con un rostro de fastidio. Contengo mi sonrisa mientras salgo de su oficina con una gran asignación en
Lo que suponía sería una diligencia divertida, se ha convertido en una escena de pesadilla. Estoy siendo acorralada en contra de la pared de un baño por una desconocida que parece odiarme, y ni la conozco. La presión de sus largas uñas en mis mejillas y la forma en la que sé me está insultando en un
Sí, somos escoltadas con las trabajadoras y otros más de seguridad del sitio. En lo que nos cierran el portón detrás de nosotras, nuestros rostros de dignidad sucumben al miedo. —¿Por qué te acaban de amenazar de muerte? — pregunta temblando Giana. No es la única que está temblando. —Lo peor es
Él no responde más nada. —¿Llegaste a terminar con ella? ¿O no y he de allí su escena? — pido saber. Él no me quiere responder de nuevo. Mi molestia crece en mi estómago y me lleva a la ducha. Tomo la puerta de cristal y la abro. Con ello, pequeñas gotas de agua me mojan el rostro y la ropa. Como
La vida después de una amenaza de muerte no puede volver a ser normal. Bajo esta misma paranoia no pude pegar el ojo en la noche, también fui capaz de poner una mesa detrás de mi puerta de entrada y mantener todas mis luces apagadas durante dicha noche. Otro signo de mi paranoia es que pague un tax
—No me digas que es común que una ex lo que sea, te amenace de muerte, te acorrale junto con dos tipos en un baño, y esos dos tipos, hasta se atrevan a aporrear a tu amiga. No fui la única lastimada, a Giana también la lastimaron mientras la sujetaban para que no intercediera. No me vas a manipular