—Te estoy responsabilizando de una falta de la que sabes eres responsable. Eres una chica inteligente. ¿Qué haces lastimando el ego de un hombre débil como Andrew? Concentra tus fuerzas en concretar el matrimonio con el Brown — aconseja. No sé qué es más doloroso, que mi padre hable de mi vida amor
El tiempo pareciera que corre con más prisa cuando tienes mucho por hacer. Precisamente en eso andaba al ser la madrina forzada de la boda de mi ex y mi hermana. El desafío actual más grande con el que me estoy golpeando a puños figurativos, es conseguirle una iglesia en la que casarse. Como es de
Era mi momento. Había llegado. —¿Los hábitos de Andrew no han cambiado? No me digas eso — me lamento con la mayor de las compasiones. —¿A qué te refieres con hábitos? — indaga alarmada. —Bueno… su adicción a… otras mujeres — confieso lastimada — Recuerdo que… en su sala de juegos también encontré
Tiene que ser culpa del vino que me sienta así, ansiosa de saber dónde está Luciano. Tomo mi celular, me acuesto en mi nuevo sofá y dejo la copa en el piso. Me deshago de mis sandalias y le marco. Me atrevo a marcarle por primera vez, porque si fuera por él, nunca pasaría. El celular suena y suena,
A pesar de las mil exigencias de América y su actitud de diva, al final se pudo seleccionar la catedral que visitamos. Y como la fecha de la boda está montada en nuestras cabezas, apenas a dos días del acuerdo andamos en esto: el ensayo de la ceremonia religiosa. Como la madrina, estoy sirviendo de
—Sí… el anillo — recapacita Andrew y se lo pone a duras penas. Digo a duras penas porque el anillo parece muy pequeño para el dedo de Amanda. El embarazo le ha hecho ganar algunos kilos, sigue pareciendo ella, sólo que pues… es lo que ocurre con algunas embarazadas. —¿No llevaste a modificar mi an
—Ya es suficiente de esto… — interviene nerviosa América — Los dos irán a charlar con el sacerdote como una pareja civilizada. Me encargaré de despedir al cortejo. Vayan, vayan. A regañadientes Andrew sigue al sacerdote que intenta calmarlo, y aconsejarle. América por su parte, se dirige con molest
Podré estar esperando con un rostro “normal” el café que acabo de pedir, pero dentro de mí se desata un infierno de proporciones épicas. He salido huyendo de ese ensayo desastroso para la cafetería en la que estoy aguardando por mi pedido. Es un local pequeño cerca de Belmonte Raíces, mi destino fin